Dos parejas se celan, se cuestionan y se controlan. Dan y Alice, por un lado, y Anna y Larry, por otro, construyen un vínculo atravesado por tensiones que confirman los límites del mandato del amor romántico. Ese es el disparador de Closer, célebre comedia dramática del dramaturgo inglés Patrick Marber, que pone la lupa en las miserias del universo sexoafectivo, y que hoy vuelve a estar en escena en la plaza teatral local.

Dirigida por Corina Fiorillo, la puesta está interpretada por Sofía Gala Castiglione (Alice), Juan Gil Navarro (Larry), Carolina Peleritti (Anna) y Gonzalo Valenzuela (Dan), y puede verse en el Multiteatro (Corrientes 1283), los miércoles, jueves y viernes a las 20, sábados a las 19.30 y a las 21.30, y los domingos a las 19.30. Se trata de la tercera versión que se realiza de esta historia en la Argentina, y esta es la primera vez que una mujer se pone al frente de su dirección. “Fue un desafío”, asegura Fiorillo, realizadora con vasta experiencia en distintos circuitos.

“Un material como el de Closer me dio una profundidad de trabajo. A pesar de que está escrito hace más de veinte años y que en ese tiempo hubo cambios en todo el mundo en lo que respecta a la lucha horizontal de las mujeres, este texto es un clásico que se resignifica con cada avance social”, agrega.

La pieza se representó por primera vez en Londres en 1997, y dos años más tarde llegó a Broadway y también a los escenarios nacionales, con una puesta protagonizada por Susú Pecoraro, Leticia Brédice, Jorge Marrale y Leonardo Sbaraglia. Más tarde, en 2008, se estrenó una segunda versión a cargo de un elenco integrado por Araceli González, Marcela Kloosterboer, Mariano Martínez y Nacho Gadano. Y entre una puesta y otra, en 2005, la obra llegó a la pantalla grande con los protagónicos de Julia Roberts, Jude Law, Natalie Portman y Clive Owen, y dirección de Mike Nichols.

“No había visto las puestas anteriores y lo único que tenía de referencia era la película. Pero me pareció una historia brillante y audaz para producir comercialmente, porque habla de los planteos sociales en los cuales hoy estamos inmersos, y por eso hoy su mensaje cobra una dimensión particular”.

-¿Cómo trabajaste esta nueva versión?

-Trabajé especialmente para que los personajes masculinos no fueran obvios y de esa manera pudieran mostrarse más vulnerables. Este montaje no habla de la infidelidad sino del cuestionamiento hacia un tipo de vínculo social que nos han inculcado y que hoy está en debate. Por otro lado, también puse el foco en los personajes femeninos, en lo que permiten y lo que no, y en la libertad con la que enfrentan el deseo estas mujeres. Mi mirada estuvo puesta en aportar para que las definiciones no fueran tan evidentes, como a veces lo son los parámetros sociales, y para que hubiera una perspectiva más amplia sobre el deseo femenino.

Gil Navarro, Peleritti, Valenzuela y Castiglione.

-Sobrevuela en esta obra el concepto de lo que hoy se define como vínculos tóxicos, porque esa es la forma en la que se relacionan estos cuatro personajes.

-Sí. La obra permite reflexionar acerca de que eso que se muestra no es amor sino invasión. Eso se observa en algunas preguntas que, por ejemplo, hace el personaje de Anna cuando le dice a su marido: “¿Por qué hacés esto? ¿Por qué esta violencia?”. Y él le contesta: “Porque necesito saber”. Y el saber, en este tipo de vínculos, habla de la necesidad de poseer al otro como si fuera una propiedad. Por otro lado, en otra de las escenas, en la que se encuentran Dan y Larry, uno le dice al otro: “Quiero que Anna vuelva conmigo”, como si eso no fuera una decisión de ella. Closer revela situaciones y personajes que vemos en la vida real, y nos invita a pensar si queremos ese tipo de relaciones. Por eso, esta pieza tiene un valor increíble.

-Dirigir puestas que cuentan con un historial potente en el teatro local, como en este caso, ¿implica mayores desafíos o condicionamientos?

-Creo que este tipo de dramaturgias, que están tan bien construidas y que por eso han tenido un largo recorrido, otorgan muchas libertades al trabajo de dirección, porque a la hora de ensayar te indican por dónde ir. Las obras que tienen estas características, tienen estructura, no se caen, son solventes y con personajes muy bien definidos. El autor desarrolla de una manera magistral las personalidades de estas dos parejas. Por eso agradezco tanto cuando me llegan estas propuestas: siento que el cincuenta por ciento de mi trabajo ya está hecho.

-Transitás diferentes circuitos, con gran versatilidad. ¿Cómo es esa experiencia?

-Disfruto mucho de trabajar en los tres circuitos, independiente, oficial y comercial. Lo que los diferencia son sus sistemas de producción y el material que podés elegir, pero cada uno tiene su dificultad. Y mi manera de trabajar siempre es igual, buscando el disfrute y apuntando a sostenerme en la apuesta actoral. En este momento, tengo en cartel un monólogo histórico, en el off: Remedios, una mujer sin patria, sobre la esposa de San Martín, con Antonia Bengoechea y música de Tomás Pol. Y el 14 de julio estreno Network, una obra sobre la manipulación de los medios, con Florencia Peña, Coco Sily, Eduardo Blanco, Cesar Bordón y Pablo Rago, en el Teatro Coliseo.

-Sos una de las pocas directoras mujeres que existen en el circuito comercial. ¿Qué evaluación hacés de este panorama?

-La mujer es el género ideal para el rol de la dirección porque manejamos multiplicidad de lenguajes. Pero hay una gran deuda pendiente en este aspecto y creo que estamos aprendiendo a saldarla. Por eso, siempre que hablo de esto, me gusta hacer el ejercicio de nombrar a las directoras que admiro y quiero, como Mariela Asensio, Maruja Bustamante, María y Paula Marull, Lola Arias, Mariana Chaud, Helena Tritek y Lía Jelín. Siento que entre todas nos tenemos que nombrar y elogiar, porque esa es la manera en la que se ganan los lugares.