Una economía argentina con alta inflación y una caja de varias velocidades entrega a diario datos llamativos pero, en general, bastante lógicos. Uno de ellos, que el consumo masivo en supermercados de todo el país creció por décimo segundo mes consecutivo en junio, con un alza de 1,1 por ciento; el otro, que se dio por primera vez en el año una migración muy masiva del consumidor a los grandes hipermercados, donde funciona un esquema de precios regulados por el Estado. 

Los datos se desprenden de un informe de la consultora Scentia al que accedió Página I12 -que mide con precisión a todos los comercios del país (grandes super, híper, chinos y comercios de cercanía)- que informa que desde julio del 2021 no se detiene la suba del gasto de los hogares en productos de consumo básico. En esa línea, en mayo la suba había sido de sólo 0,4 por ciento luego de picos de 9 a principios de año, lo cual generaba la idea de que junio entraría en terreno negativo. Pero no ocurrió por diferentes razones: la primera es que en junio de 2021 el consumo cayó 2,1 por ciento, es decir, se compara contra el último mes de base negativa (en julio del 21 ya empezaron las cifras en ascenso). La segunda razón es que hay sectores asalariados que recuperaron ingresos en paritarias y están destinando, ante una inflación creciente, buena parte de ese gasto a comprar volúmenes de mercadería. Y el tercer factor es que la inaccesibilidad de sectores medios a otros bienes más onerosos, deriva esos excedentes a los gastos de espaarcimiento o compras más comunes. 

Otro de los puntos que explican el fenómeno es la salida masiva del consumidor de los comercios de cercanía, para irse a comprar a los grandes hipermercados. Por primera vez en el año, las ventas en supermercados crecieron 1,8 por ciento contra una mejora de solo 0,5 por ciento en comercios de cercanía de todo el país. En esa línea, además, en los grandes hipermercados del AMBA, la zona más golpeada por las alzas de precios y la dispersión, la venta creció 1,1 por ciento; mientras que en los comercios de cercanía de la misma región se derrumbó 7,9 por ciento. El dato es muy potente y explica cosas: en los grandes híper de todo el país representan nada más que un 25 por ciento del consumo total nacional. El problema es que en el 80 por ciento restante los precios están fuera de control y el Estado no llega a articular planes de contención como sí tiene, en acuerdo político, con las grandes cadenas de supermercados. Ergo, luego de doce meses donde el consumo masivo crecía más en comercios barriales, el consumidor se dio cuenta que por fuera de las grandes superficies hay una remarcación que va del 20 al 40 por ciento en relación a lo que vale el mismo producto en un gran supermercado. 

Si uno mira, en tanto, cómo se está moviendo el consumo en el interior, la variable precios pega menos y el gasto sube más. En los grandes híper del interior la venta creció 2,4 por ciento en junio y mejoró 5,6 en los locales de cercanía. Incluso, según Scentia, esa migración a los híper por mejores precios y ofertas -entre ellas Precios Cuidados- se ve en el volúmen de venta por rubros. En las grandes cadenas cayeron sólo las ventas de productos de limpieza de ropa y hogar (1,5) y de desayuno y merienda (0,5 por ciento). El resto de los items todos tuvieron alzas. Mientras que en los locales de cercanía cayeron fuerte, además, alimentación (5,3 por ciento) y bebidas con alcohol (3,5). 

De todos modos, la situación del consumo en el AMBA sigue muy golpeada por precios. Si se miden todos los canales juntos, las ventas sólo subieron en tres rubros: perecederos y congelados (0,2), higiene y cosmética (1,2) e impulsivos (5 por ciento, son aquellos productos que se ubican al lado de las cajas de pago). El dato de Scentia confirma aquí que hay una fuerte dispersión de precios en Capital y el GBA y niveles de remarcación muy importantes en los comercios chinos, almacenes y pequeños super.