La Editorial de la Universidad Nacional de Villa María (Eduvim) acaba de publicar el fotolibro Lo deshabitado, de Ezequiel Luque, que integra la colección Tlön, dedicada a publicaciones con producciones fotográficas que registran lugares, objetos y personas.

Con prólogo de Antonio Oviedo, la obra contiene 21 fotografías de los vestigios de la excárcel de Encausados, cerrada en 2012, y cuyas instalaciones todavía se mantienen en el barrio Güemes, de la ciudad de Córdoba, donde se proyecta la construcción de un parque.

En Lo deshabitado –la primera entrega de la colección Tlön del catálogo de Eduvim–, el autor plasmó pintadas de amor y religiosas, y objetos que pertenecían a los presos comunes y políticos alojados allí.

Luque es periodista y fotógrafo de los Servicios de Radio y Televisión (SRT) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), institución donde cursó la Licenciatura en Comunicación Social, y cofundador y editor del medio cooperativo La Tinta. Dentro de la categoría fotoperiodismo, ganó el Concurso Provincial de Periodismo “Rodolfo Walsh 2016”.

–¿Por qué Lo deshabitado?

–El nombre hace referencia a un lugar que fue habitado durante muchos años, en condiciones deplorables para sus habitantes, y que de manera abrupta fue deshabitado. Un lugar desolador se puede convertir en hábitat para los internos. Esto se ve en las pintadas de amor para sus compañeras, en los pabellones religiosos, en las revistas que quedaron tiradas, que son indicios de que la vida transcurría allí. Todo eso todavía estaba después de varios años de haber quedado vacía, tras su cierre en 2012. Mi primera intención había sido contar historias sobre la gente que por alguna razón terminó en la cárcel. En la presentación del libro (el 7 de julio, en Córdoba) tuve el gusto y el honor de estar junto al fotógrafo cordobés Hugo Suárez. En la ocasión, dijo que no sólo se pueden deshabitar los espacios, sino también la memoria. En ese sentido, estas fotos son un aporte a la memoria visual de una ciudad, para que no quede deshabitado ese lugar donde había una cárcel.

–¿Desde cuándo el penal te despertó curiosidad?

–Desde chico. Como un montón de personas, pasaba por los alrededores de la cárcel, que estaba en una zona bastante céntrica, y se podía apreciar en las ventanas a quienes saludaban, moviendo los brazos, y se veían plantas, buzos y remeras en las rejas. Había una interacción tácita entre los transeúntes y los internos. Mi curiosidad estética pasaba por pensar qué veían ellos desde las ventanas de sus celdas, como si uno hiciera un ejercicio de imaginación, ya que las personas encerradas veían siempre el mismo cuadro y, a su vez, un cuadro que va mutando, porque la ciudad va cambiando mientras ellos siguen adentro. Había un choque de tiempo entre las personas encerradas y lo que ven los de afuera, que va cambiando. Intenté ponerme en ese lugar estético, pero no es que me haya sentido preso, y tampoco intenté esa búsqueda, sino para intentar contar esa cotidianeidad. En muchas imágenes se ven las ventanas, los barrotes, las calles que rodean a la excárcel, la cantidad de edificios en obras que hay ahora. El boom inmobiliario en la ciudad se expande hacia allí.

–¿Cómo surgió la idea del libro?

–A través de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba surgió la posibilidad de ingresar a la cárcel para hacer un trabajo fotográfico puntual. Eso ocurrió a mediados de 2021. En la cárcel se empezaron obras de refacción y demolieron los muros zigzagueantes que tenía. Y le están arreglando la fachada, aunque no tiene un destino cierto de lo que va a ser en el futuro. Es posible que tenga como destino alguna movida inmobiliaria, un shopping o algo cultural. Cuando se conoció la noticia de que iban a cambiar el lugar y empezar obras, hicimos el trámite para poder ingresar a la cárcel.

–¿Y el contacto con la Universidad Nacional de Villa María?

–Me escriben desde Eduvim, donde me dicen que les había parecido muy interesante el trabajo y que les cerraba como primer número de un ciclo de fotolibros que tenían pensado hacer. Así fue que nos pusimos en contacto y trabajamos juntos.

“Había una interacción tácita entre los transeúntes y los internos. Mi curiosidad estética pasaba por pensar qué veían ellos desde las ventanas de sus celdas, ya que las personas encerradas veían siempre el mismo cuadro y, a su vez, un cuadro que va mutando, porque la ciudad va cambiando mientras ellos siguen adentro”

–¿Qué representa en la historia de Córdoba la excárcel de Encausados?

–La de Encausados y la de San Martín son las dos grandes excárceles de Córdoba. Las dos están cerradas. Son edificios que tienen ochenta y ciento treinta años, respectivamente. Allí hubo motines, episodios violentos, presos políticos, entre ellos, (José Ignacio) el Chango Rodríguez, donde escribió la famosa zamba “Luna cautiva”. La ahora excárcel de Encausados era un penal muy característico ubicado en un barrio humilde, de obreros, que cada vez se está convirtiendo en una zona más comercial. Es una muestra del avance inmobiliario en la ciudad.

–¿Qué dimensión le das a tu trabajo?

–Me parece importante poder contribuir a la memoria visual de Córdoba. Supongo que en Buenos Aires sucede algo parecido, donde el avance inmobiliario y el diseño urbano van avanzando sobre edificios históricos y lugares muy representativos para la cultura. Me parece importante aportar a la documentación de eso. Por ese motivo intenté que el ensayo fuese respetuoso y cuidado, tanto por el edificio y por lo que había sido, como por las historias que sucedieron. Y así poder sugerir cómo había sido la cotidianeidad del lugar. Al no haber entrevistas, la única posibilidad que tenía era sugerir, a través de las fotografías, que quedaban huellas y vestigios.

–Observar las imágenes despierta un sinnúmero de reflexiones…

–Me pareció una decisión bienaventurada de la Eduvim de hacer una serie de fotolibros en una época de virtualidad y fugacidad, en la que vemos, consumimos y descartamos imágenes. Todo ello no permite esa instancia en la cual uno se pone frente a la fotografía y piensa qué le evoca, qué le genera, qué siente con eso, qué quiso decir la autora o el autor de la imagen. Todo eso sólo te lo da el papel. Que una editorial vuelva a apostar por este tipo de trabajo, a pesar de los costos del papel y logísticos, es un gran mérito.