No se podía esperar otra reacción de parte del gobernador Omar Perotti. Claramente se manifestó en desacuerdo con el presidente Alberto Fernández, que había acusado al campo de maniobras especulativas por no vender sus cereales a la espera de una devaluación. “No comparto con el presidente, no se ve especulación en Santa Fe”, dijo Perotti y reiteró que “el motor productivo” que es esta provincia ha permitido que se generen “gran parte de las divisas” que recibe el país. Es la tercera vez que el gobernador santafesino sale a cruzar al presidente en temas productivos. Ya lo había hecho con el congelamiento de las exportaciones de carnes y con la suba de dos puntos de las retenciones al aceite de soja.

Al lado de Perotti aseguran que no hay que buscarle la vuelta ideológica al tema, y señalan que es lo mismo que haría un mandatario de una provincia con regalías petroleras o de una provincia tabacalera si de alguna manera ven amenazada su producción principal o los protagonistas de esos procesos. Por eso Perotti agrega a la defensa de los productores agropecuarios el esfuerzo que han hecho también “nuestros trabajadores”. Hay además allí un mensaje a parte de la base electoral de este peronismo santafesino que se empecina en trazar sus propias fronteras. Más cuando las esquirlas de la batalla interna del Frente de Todos a nivel nacional, aún no han parado de rebotar por lo que conviene blindarse ante tan belicoso escenario y con un horizonte de crisis económica que tiene angustiada a la sociedad toda con un altísimo costo para la política.

Si en coyunturas más tranquilas Santa Fe optó casi siempre por desdoblar las elecciones, a quién pueden quedarle dudas sobre cómo será el cronograma electoral del año próximo. Calculaba un dirigente histórico del peronismo que tiene pensado dar batalla en el 2023 que aunque no sea este un gran momento de la política, no quedará mucho tiempo para la campaña teniendo en cuenta que en noviembre se viene el Mundial de Qatar, luego las fiestas, un enero en el que nadie puede pensar y, posiblemente, un cierre de listas para febrero del año próximo.

Sin reelección y aún con duras críticas a tramos de su gestión; para el peronismo las elecciones serán con Perotti o contra Perotti. El gobernador no menciona nombre de sucesor pero todos miran para el lado del diputado Roberto Mirabella para ver algo parecido a un candidato oficialista. Agustín Rossi ya enfrentó al actual mandatario provincial el año pasado y perdió, por eso se concentra ahora en los asuntos nacionales y en cómo sostener al presidente. 

El diputado Leandro Busatto ocupará ese lugar en la provincia desde la Corriente de la Militancia, así como el legislador nacional de La Cámpora Marcos Cleri se recorta como una representación sectorial clara en el territorio. Mirabella, Busatto y Cleri muestran por ahora que pueden gestionar de manera concreta además de discutir leyes desde sus respectivos escaños.

Un tema aparte es el senador nacional Marcelo Lewandowski, del que todos saben podría ser la única carta ganadora del peronismo. Pero por eso mismo nadie lo busca por ahora, su valor político es demasiado alto y las conversaciones serán en todo caso sobre el final. El senador es meticuloso y se cuida de dar pasos en falso. Cuando habla lo hace de manera concreta y siempre mirando el interés de los que más necesitan una respuesta desde la política.

La que ha levantado sus acciones últimamente es la vicegobernadora Alejandra Rodenas quien también enfrentó y perdió contra Perotti el año pasado. Terminadas las turbulencias y tras una breve licencia médica, Rodenas comenzó a aparecer en los más importantes actos e inauguraciones y eso, se sabe, sólo sucede si así lo quiere el gobernador. Esto llevó a muchos peronistas a conjeturar que la vice será protagonista en la contienda del año próximo.

El que ya avisó que va y, como desde el comienzo, contra el gobernador es el diputado provincial Luis Rubeo. Apunta a un electorado peronista tradicional y aspira a renovar su banca en Santa Fe. El primero y quizás más reconocido de otros varios aspirantes del PJ a renovar o buscar un asiento en la Legislatura el año próximo.

Ladrillo sobre ladrillo

Si hay algo que sabe hacer de sobra este gobierno provincial es vigilar de cerca los recursos. Esa gimnasia que muchas veces quiere ver como negativa la oposición, aparece nítidamente como una ventaja en tiempos de crisis. Fue así en la pandemia, donde no se escatimaron gastos en salud pero sin embargo le alcanzó para comprar -con autorización del gobierno nacional- los 125 millones de dólares más otros 9 millones de dólares por intereses; para empezar a pagar el primer tramo de la deuda que contrajo en su momento el gobernador Miguel Lifschitz con autorización de la Legislatura, por un total de 500 millones de dólares.

Esos millones verdes fueron a parar a obra pública y Santa Fe pudo conseguirlos rápidamente porque era, como ahora, la provincia menos endeudada de todo el país y por supuesto, aún no se hablaba de la pandemia global, ni de la guerra en Ucrania y ni siquiera de la renegociación con el Fondo Monetario Internacional. Mucho menos de inflación, aunque ya era un dato que empezaba a preocupar.

A la hora de liquidar ese primer tramo de deuda, en marzo de este año, el ministro de Economía de Santa Fe Walter Agosto detalló que la provincia había pasado de pagar en cuatro años por servicios de su deuda en dólares, de 2.300 millones de pesos a 23 mil millones de pesos. Es para pensar de qué manera y qué esfuerzos demandará saldar los 375 millones de dólares que restan más sus intereses.

Pero por ahora el tema para Santa Fe son los pesos. Los que no tienen que dejar de llegar para cumplir la promesa que hizo el presidente Fernández: La obra pública y la vivienda social no se frenarán en ningún lugar del país. No es que el gobernador Perotti no le crea al presidente pero por las dudas está viajando todas las semanas a Buenos Aires a buscar detalles y señales concretas de que ese pacto sigue vigente.

El flujo de inversiones nacionales y provinciales en obras públicas no paró de crecer e incrementar su ritmo en el marco de la recuperación de la actividad económica pospandemia. De hecho sólo contando los trabajos de los acueductos del Gran Rosario y el de San Javier, Ceres y Tostado, hay que hablar de casi 60 mil millones de pesos en una obra de saneamiento que pondrá a la provincia en otro nivel en materia de infraestructura de base.

Pero mantener el ritmo de inversiones tanto nacionales como provinciales en la materia, no es el único aspecto a cubrir. Las empresas constructoras contratistas del Estado santafesino “están trabajando a capacidad plena. Algunas no pueden tomar más compromisos porque ya no tienen ingenieros o capataces disponibles”, dijo una fuente bien informada del ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat de Santa Fe. El otro problema tiene que ver con la provisión de materiales de la construcción que según el Ipec aumentaron un 6,7% respecto de junio y la falta de precios para algunos insumos básicos del rubro.