El lunes cuando el Ministerio de Finanzas colocó su bono a cien años de plazo el economista argentino Martín Guzmán estaba en la Ciudad de México. “Me acabo de enterar que emitieron un bono a cien años pagando una tasa del 7,9 por ciento. Es una barbaridad y un mal negocio por donde se lo mire. Le hace muy mal al país. Hablemos”, escribió en un mensaje de texto. La entrevista a Guzmán se concretó hacia el final de la semana, ya de regreso en Nueva York. “ Es insostenible. Si no cambian, esta historia puede terminar mal”, advierte el reconocido experto en temas de deuda pública, crisis financieras y defaults. 

–¿Qué evaluación hace de la decisión de emitir un bono a 100 años a una tasa del 7,9 por ciento?

–Es una barbaridad. Absurdo por donde se la mire. La decisión de emitir un bono perpetuo o con un vencimiento tan largo sólo tiene sentido a tasas de interés bajas. La necesidad del gobierno de endeudarse responde a su incapacidad para resolver las dificultades macroeconómicas que enfrenta el país. Como la macro está anémica y la recaudación fiscal no repunta, no les queda otra que endeudarse. Pero si lo van a hacer a esas tasas deberían hacerlo a plazos muchísimo más cortos. La operación que concretaron es un mal negocio para el país, pase lo que pase.

–¿Por qué?

–Si emitís un bono a 100 años a una tasa de interés que (por su nivel) asume que Argentina entrará en default entre 4 y 6 veces en un siglo, pero igual terminás pagándolo todo en término, hiciste el peor negocio de tu vida. Si, en cambio, el país termina en un default, le habrás pasado el problema a alguna generación futura, imponiéndole el enorme costo que resolver una crisis de deuda conlleva. 

–¿Por qué dice que esa tasa supone aceptar que Argentina entrará en default entre 4 y 6 veces en un siglo?

–Este Gobierno se la pasa diciendo que su esquema de políticas va a conducir a la Argentina a un sendero de estabilidad y ahora emite un bono que, a las tasas actuales, está reconociendo una probabilidad de default de aproximadamente 6 por ciento. Eso equivale a una crisis de deuda en la que se declara una cesación de pagos cada 16 años, por lo que están asumiendo que Argentina está condenada a las crisis recurrentes por el siglo próximo entero. Tal vez lo que esto signifique es que se dieron por vencidos, y que reconocen que son incapaces de estabilizar a la economía.

–¿Por qué dice que reconocen que Argentina atravesará una crisis cada 16 años?

–La diferencia entre la tasa que está pagando el país y la tasa de referencia de un bono del tesoro de Estados Unidos, la llamada prima de riesgo, implica que se está computando una probabilidad de default de casi 6,2 por ciento. O sea que en promedio en 100 años deberías defoltear 6,2 veces. Eso equivale a una cesación de pagos cada 16 años. La Reserva Federal de Estados Unidos seguramente suba las tasas en los próximos años, pero igual la prima de riesgo seguirá siendo alta, algo así como asumir cuatro crisis, una cada 25 años. 

–Pero el ministro Luis Caputo aseguró que las condiciones logradas son óptimas en el actual contexto internacional.

–De ningún modo. El contexto internacional actual es de tasas bajas. En todo caso, lo que el Ministerio de Finanzas debería intentar argumentar es que las condiciones logradas son óptimas en el contexto local, que es malo por la forma tan pobre en que manejan la macroeconomía. Lo que deberían decir es que “como a la macro no la sabemos manejar, sólo nos queda salir a vender bonos en estas condiciones”. Pero ni siquiera eso sería correcto, porque salir a vender un bono con estos términos dista de ser la mejor opción en el contexto actual.

–Los funcionarios de Hacienda y Finanzas rechazan que el ritmo de emisión de bonos en moneda extranjera en lo que va de este gobierno represente un riesgo para la economía argentina, ¿comparte ese análisis sobre la sustentabilidad del ciclo de endeudamiento?

–No. Me preocupa la tendencia que veo. Nos estamos endeudando bajo jurisdicciones que nos van a complicar la vida, como es el caso de Nueva York que ya tan caro nos costó con los buitres. Y ahora sale esto, que es una decisión que afecta a varias generaciones por venir, sin el mínimo debate público. Ahora fueron 2750 millones de dólares, pero si no hay un llamado de atención bien fuerte no me sorprendería que vayan por más. El Congreso debería entrar en escena ya mismo. Las decisiones de plazos, jurisdicciones, y moneda de endeudamiento no deberían quedar al arbitrio del ejecutivo de turno. Hay que frenar esto. Se sigue un enfoque macroeconómico errado que no va en buen camino. No me sorprenderá ver una dinámica de subas y bajas en el nivel de actividad, con subas transitorias impulsadas por el financiamiento externo, pero con una variable que sube continuamente: la deuda. Eso es insostenible. Si no cambian, esta historia termina mal.

–¿No es exagerado y alarmista decir “esto termina mal”? 

–No digo que necesariamente vaya a terminar mal, sino que puede terminar mal. Y que si no cambian a tiempo, la probabilidad de encontrarnos con una deuda insostenible es alta. Sucede que, primero, el Gobierno no ha definido una visión del desarrollo adecuada para las necesidades que enfrenta Argentina. Necesitamos un esquema de políticas sostenibles que garantice la creación de empleos a salarios decentes en todos los estratos sociales, y esto no se va a dar solo. Lo que en cambio se ha articulado, principalmente desde el Banco Central, es una visión chata en la que el foco de la política macro se pone casi exclusivamente en bajar la inflación, y que eso generará un conjunto de condiciones que serán disparadoras del crecimiento. Claro que bajar la inflación importa, pero que el Banco Central se circunscriba a eso como objetivo único hace daño. No termina logrando lo que busca, y es lógico, porque la inflación no es sólo un fenómeno monetario en el corto plazo. Es un enfoque esquizofrénico: creen que porque ellos creen que la inflación es un fenómeno puramente monetario, entonces todos tienen que actuar de forma consistente con esa creencia. Pero si la gente no cree que sea así, no te van a formar precios ni aceptar paritarias que reflejen la creencia del Banco Central. Entonces terminás con dos problemas grandes: no se resuelve ni el problema de inclusión social ni el de falta de consistencia macro. Se daña la capacidad de competir de sectores que son clave para la creación de empleo en sectores sensibles de nuestra estructura demográfica, y encima la economía no despega de forma sostenible y se termina necesitando tomar deuda para poder mantenerse a flote. Y así volvemos a mi mensaje de “alarma” que les dice que ese camino no va, que busquen otro. Que hay otro. Pero necesitan empezar por articular una visión del desarrollo que tenga sentido.

@TomasLukin