El dólar subió ayer a 16,68 pesos, con un alza de 13 centavos, y marcó un nuevo record. El Banco Central ante la aceleración del tipo de cambio de las últimas dos semanas decidió sostener la tasa de interés de referencia en 26,25 por ciento porque la inflación no cede. Y así no cumplió con el pedido de otros funcionarios del área política que quieren una baja de las tasas con fines electorales con la expectativa que así mejoraría el clima económica. El mercado cambiario, pese a la afirmación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sobre que el dólar no es más “la tapa de los diarios”, volvió a generar incertidumbre entre empresarios e inversores, que buscan protección comprando divisas. Las reservas internacionales cerraron ayer en 45.542 millones de dólares, con una caída de 45 millones.

La autoridad monetaria, si bien aseguró que la inflación del segundo semestre va a ser la menor en ocho años, no bajó la tasa, que se ubica en el mismo nivel desde el 12 de abril. El argumento de la entidad a cargo de Federico Sturzenegger es que “los precios, aunque en junio se ubicarían en niveles similares a los de mayo, no desaceleraron aún lo suficiente y la principal preocupación del organismo es cumplir la meta del 17 por ciento de inflación para este año”. En los primeros cinco meses de 2017 se acumuló un inflación del 10,5 y pocos creen que el Central pueda lograr su objetivo de precios.

En las últimas semanas hubo presiones del Poder Ejecutivo para disminuir las tasas pero el Central no da el brazo a torcer porque sabe que tiene poco margen para bajar el rendimiento de los instrumentos financieros en pesos sin provocar mayores presiones cambiarias. En la última licitación de Lebac del martes pasado no pudo renovar 2 de cada 10 pesos que vencían y el saldo fue la inyección de 122 mil millones de pesos al mercado. Menor tasa puede ser la señal que espera el mercado para correr al dólar.

La perspectiva del Central sobre la desaceleración de los precios para los próximos meses no es ratificada por los consultores privados, que pronostican para junio una aceleración de la inflación a niveles del 2 por ciento, cuando se había ubicado en 1,3 por ciento en mayo. Los alimentos, uno de los rubros que mayor peso tiene sobre la canasta de consumo de grupos vulnerables de la población, sería el principal factor del rebote de precios. Para julio y agosto, el aumento de los combustibles, la suba de servicios como las prepagas y el efecto de las vacaciones serían otros elementos de presión.

El propio ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, reconoció que el proceso de reducción de los precios es lento y que la inflación de junio será mayor respecto de la de mayo. “Creemos que vamos bien, estamos consolidando un nivel más bajo del que traíamos, pero el proceso es lento y hay avances y retrocesos. Este mes puede llegar a ser del 1,6 por ciento. En junio tuvimos dos semanas muy buenas en términos de inflación, la segunda y la tercera, mientras que la primera y la cuarta fueron un poco peores”, afirmó. De todos modos, confió que el Central va ir bajando la tasa en los próximos meses y que la economía empezará a mostrar mayor dinamismo. “La economía avanzará un 3 por ciento este año pero hay que entender que no hay soluciones mágicas, va a ser de a poco”.

La escalada del dólar de las últimas dos semanas no parece alterar las perspectivas oficiales. Dujovne mencionó que “hace una semana, había estado cerca de 15,20 pesos, ayer (por el lunes) el mayorista estaba 16,30. Pero la verdad es que el tema ha salido de las tapas de los diarios y ya no es una preocupación de las familias”, aseguró. El martes la cotización del dólar mayorista siguió avanzando hasta los 16,42 pesos y el minorista tocó un nuevo record desde la salida de la convertibilidad en 2002. En el mercado, a pesar del intento de transmitir tranquilidad de los funcionarios, ven con preocupación este avance de la moneda y empieza a hablarse de un mayor rebote de los precios.