En la prevención del consumo de drogas, hoy llamado consumo problemático, por un lado, consumo recreativo por el otro. Es indispensable saber desde donde partimos como conceptos definidos. Que, al exponerse frente a diversas poblaciones, necesitan estallar en diversas posibilidades. La prevención entendida desde la sabiduría propia. Desde lugares ya estipulados, estigmatiza en un desenlace moralizante y arbitrario. Esa no es la idea. El hecho de generar espacios en jóvenes, madres/padres, para hablar acerca de la problemática del consumo abre interesantes variantes. La prevención debería llevarnos a estilos de vida armoniosos. A lugares de cierto placer y seguridad. Pero no es así en esta parte del mundo, en el sur de América.

Las técnicas de prevención para que las drogas dejen de inmiscuirse como lo hacen de forma masiva en todos los estratos sociales han fracasado.

La precariedad humana, estructural y social. Los escasos intereses por los gobiernos de turno. La complicidad de las fuerzas policiales. El aumento en la producción, y traslado de drogas en el país. Las penurias constantes de madres, padres y jóvenes atrapados en sus mismos tugurios dependientes. Esta es la cuestión donde la prevención gira en falso en discursos, charlas bien intencionadas. Marchas de pibes, pibas y voluntarios religiosos.

Nada va a cambiar. Una manera de hacer verdadera prevención, es cuando llegan las personas a pedir ayuda a los dispositivos terapéuticos. Alli, hay que recibirlos con toda la atención adecuada. Atentos. Solidarios. Profesionales. Alli está la posibilidad de comenzar a ganar esa historia de pérdidas, de abandono, de desidia. Para que nunca más vuelva a caer en esa cueva mortuoria de la dependencia y expanda su nueva experiencia.

El cortejo de usuarias y usuarios de distintas clases sociales que desfilan por el consumo de sustancias a lo largo de sus vidas, podrán tener en algún momento, un haz de luz, que los iluminen. De alli, quizás surjan, desde esas cavernas sombrías, hacia una existencia que los contenga. Los contemple. Ellas y ellos sabrán proseguir, ya no como víctimas o victimarios. Sino libres. Habiendo desechado los fantasmas que atoraban el camino. Mas ahora, con la intimidad conocida, trabajada, en lugar. Habrá que sostenerse. Seguir. Mañana lo harán mejor.

Osvaldo S. Marrochi

Presidente Fundación Esperanza de Vida