Un bandoneón en busca de otros diálogos. Desde esa idea, hace tiempo que Leandro Ragusa trabaja su música. Bandoneonista y compositor formado más allá de las coordenadas estéticas del tango, Ragusa atraviesa los géneros en busca de un perfil sonoro propio. Así lo hizo en trabajos apreciables, como por ejemplo Dinámica del viento (2017) y los dos volúmenes de El aleph (2021), discos en los que la dimensión individual del solista amplifica sus posibilidades en la dinámica grupal. También lo hace en Eolia, un nuevo trabajo en el que el bandoneonista porteño pone su instrumento en conversación con el tradicional quinteto de vientos: flauta, oboe, clarinete, corno y fagot.

El domingo a las 11.30 Ragusa presentará Eolia en La Usina del Arte (Caffarena 1, La Boca). Antes, el viernes a las 19, lo hará en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla (Gallo 238). En ambos casos será con entrada libre y gratuita. Con él estarán Diego Alonso Vieytes Gonzalez (flauta), Diego Fabian Agusto Zambrano (oboe), Sebastian Vicente Villegas Mundaca (corno), Alejandro Antonio Vera Molina (fagot) y Pablo Salvador Valdes Barrera (clarinete).

La historia de Eolia, nombre referido al griego Eolo --el dios que controlaba los vientos por gracia de Zeus--, comenzó a gestarse el año pasado, cuando Ragusa recibió la “Beca a la Creación”, que otorga el Fondo Nacional de las Artes. “Con la posibilidad de concretar el proyecto, me contacté con los talentosos músicos del Quinteto USACH, de Chile. Enseguida comenzamos a ensayar y en enero de este año grabamos la música en el Teatro Aula Magna de la Universidad de Santiago”, comenta Ragusa satisfecho.

El viento sale y entra en todos los instrumentos de la original formación, que Ragusa maneja con criterio preciso y conocimiento profundo. “Desde hace siete años vengo experimentando en mis composiciones con instrumentos de viento de madera”, cuenta Ragusa. “Este trabajo de alguna manera es la continuación de ese recorrido, al que en esta instancia incorporé el corno, un instrumento de bronce. Esto, además de permitirme trabajar con una de las formaciones estándar de la música de cámara, como lo es el quinteto de vientos, me introdujo en un universo fascinante, de sonoridades muy delicadas”, se entusiasma el músico.

La música de Eolia se articula en dos partes. La primera tiene que ver con la Suite del viento, integrada por cuatro movimientos: “Preludio para el nuevo mundo”, “Vértigo”, “Annes lumieres” y “Epílogo”, que Ragusa dedica a su padre. La segunda incluye un arreglo de “Ojos Negros”, un tango clásico de Vicente Greco, y el propio “Eraserhead”, un homenaje al cineasta David Lynch que el compositor ya había incluido en El aleph y ahora reversiona para esta formación. El álbum, editado por el sello Aula Records, se completa con “Rio Negro”, “Cartuchín” y “Tema de Cata”.

Ragusa recuerda que fue Manolo Juárez, el siempre recordado maestro, el que lo alentó, a partir de los ejercicios de composición que regularmente proponía a sus alumnos, a que escribiera arreglos para instrumentos de viento. “Yo por entonces no tenía aún intenciones de escribir música de cámara y ni soñaba con que iba a caer bajo los encantos de estos bellos sonidos. De pronto aparece Manolo y me dice: ‘Vos tenés que conocer todos los instrumentos de la orquesta’. Fue un momento importante”, asegura el bandoneonista y compositor. “Manolo fue un gran maestro, un ser muy querido. Su generosidad con los alumnos no tenía límites. Me siento muy afortunado de haberlo tenido tantos años como maestro”, agrega.

--¿De qué manera el tango, una presencia constante en su música, atraviesa esta obra pensada para un orgánico poco frecuente para el tango?

--En mis casi 25 años como bandoneonista, el tango fue un denominador común. En esta obra, salvo “ Ojos Negros”, todas las piezas son músicas que no se ciernen a ninguna estética en particular. Decidí escribir sin las restricciones que imponen los géneros musicales con el riesgo que ello conlleva. Es por eso acá conviven muchas de las músicas que disfruto tocar y escuchar. Naturalmente el tango es una de ellas y se lo encuentra en muchas de las piezas que lo conforman.

--¿Cómo colocarías a Eolia en relación a otros discos tuyos?

--Cada uno de los discos que he realizado me ofreció un desafío distinto. He grabado tangos para bailar, folklore, dúos con flauta, con violín, música de cámara. Incluso incursionado en la música con medios electrónicos. En este caso, uno de los desafíos más importantes tuvo que ver con escribir música para una formación que tiene en su repertorio obras emblemáticas, con maestros que van desde Ligeti, Berio y Schoenberg hasta Stockhausen y Frank Zappa, por nombrar algunos. El otro gran desafío fue la responsabilidad de crear una obra que sería la primera para este orgánico, porque hasta donde sé, jamás se escribió ni grabó música para bandoneón y quinteto de vientos.