El 9 de abril de 1948, un crimen político dividió para siempre a un país de América latina y abrió una era de violencia que duraría décadas. Ese día, en Bogotá, se produjo el homicidio de Jorge Eliécer Gaitán. La reacción al asesinato convirtió a la capital de Colombia en un hervidero, con una violencia desatada que pasaría a la historia como el Bogotazo, el gran parteaguas del país en el siglo XX.

Un líder popular

Jorge Eliécer Gaitán tenía 45 años y era una de las principales figuras del Partido Liberal. Fue presidente del Parlamento, alcalde de Bogotá, ministro de Educación y ministro de Trabajo. Era un defensor de causas populares y había saltado a la primera línea con la llamada de la Masacre de las bananeras, ocurrida a fines de 1928, cuando el Ejército reprimió a trabajadores huelguistas de la United Fruit. Gabriel García Márquez aludiría a aquel hecho en Cien años de soledad.

Gaitán impulsó la investigación parlamentaria de lo sucedido y eso fue el trampolín hacia la presidencia de la Cámara de Diputados. Fundó la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria y más tarde se fusionó con el Partido Liberal. Su paso como alcalde de Bogotá lo mostró preocupado por las necesidades de los más pobres. 

Después de su paso por las carteras de Educación y Trabajo, Gaitán encabezó a una fracción disidente de los liberales en las elecciones presidenciales de 1946. Se impuso el conservador Mariano Ospina con el 40 por ciento. Gaitán alcanzó el 27 por ciento y quedó tercero.

A fines de 1947, los liberales se reunificaron bajo la conducción de Gaitán. Al despuntar 1948, se sucedieron crímenes de liberales en varios puntos del país. Gaitán reclamó al presidente Ospina por el cese de la violencia. Nadie dudaba que sería candidato liberal en 1950 y, al frente de un partido unificado, con serias chances de ganar. 

El crimen

Al mediodía del 9 de abril de 1948, Gaitán salió de su oficina rumbo al Hotel Continental de Bogotá para almorzar y tener una serie de reuniones. En agenda, tenía la apertura del Congreso Latinoamericano de Estudiantes, una especie de contracumbre a la IX Conferencia de la OEA, con sede en la capital colombiana. Uno de los delegados estudiantiles de Cuba quería que Gaitán inaugurara el Congreso y por eso se iba a reunir la tarde del 9 de abril con el líder liberal. El asesinato impidió que se conocieran Gaitán y Fidel Castro.

En la puerta del hotel, Gaitán fue atacado a balazos. Lo llevaron a un hospital y murió a los pocos minutos. Antes, una muchedumbre linchó a Juan Roa Sierra, un albañil de 26 años. Nunca quedó claro si había sido el autor de los disparos, o si era el autor criminal y había actuado solo o instigado por otros. Lo cierto es que después de muerto lo desnudaron y lo arrastraron por la calle mientras la violencia se espiralizaba al mismo tiempo que llegaba la confirmación del magnicidio.

La violencia que no cesa

La policía quedó desbordada, mientras Ospina y los dirigentes liberales buscaban la manera de encontrarse. Una turba quiso entrar al palacio presidencial y el Ejército tuvo que salir a reprimir. Bogotá era un campo de batalla. Más de 140 edificios fueron afectados por los disturbios, que se extendieron a otros puntos del país, y se calcula que pudo haber hasta 3 mil muertos. Mientras, Fidel Castro regresaba a Cuba con la ayuda de un delegado juvenil argentino: Antonio Cafiero

El Bogotazo derivado del crimen de Gaitán fue el punto culminante de más de veinte años de choques entre conservadores y liberales. Al cumplirse un año de la asonada, los conservadores celebraron la victoria de las fuerzas del orden, mientras que los liberales juntaron 100 mil personas en un acto en recuerdo de Gaitán. 

Los conservadores retuvieron el poder en las elecciones de 1950, con el ultraderechista Laureano Gómez, que tensó más la conflictividad social, hasta derivar en el golpe de 1953 y la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. De a poco, la violencia política se orientó hacia zonas rurales en forma de focos guerrilleros. 

El momento clave había sido el 9 de abril de 1948. Un magnicidio abrió una caja de Pandora y décadas de violencia en la nación caribeña