Medio siglo atrás, Miguel Cantilo y Jorge Durietz se enfrentaban al desafío de concebir un disco a la altura de su pasado inmediato. ¿El motivo? Entre fines de 1969 y el alba del '70, la pequeña grey del folk-rock argentino de entonces había asistido al descubrimiento de un disco debut que desbordaba de clásicos, de buenas y comprometidas canciones. “Yo vivo en una ciudad”, “La marcha de la bronca”, “Che Ciruja” y “¿Dónde va la gente cuando llueve?”, por nombrar las más emblemáticas, habían impactado fuerte. El disco a la altura llegó, claro. Vio la luz dos años después –hace justo medio siglo-, lo titularon Conesa y lo poblaron de nueve piezas también claves para contar vida y obra de Pedro y Pablo y, de paso, sacarle una foto sonora y social a la era.

La data madre de hoy es que, dado el anclaje temporal, la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” y el Centro Cultural Kirchner tentaron al dúo para recrear el disco en dos fechas (viernes 9 y miércoles 14 de setiembre) en el Auditorio Nacional del CCK (Sarmiento 151), bajo los arreglos de Juan “Pollo” Raffo. “No fue idea nuestra, sino de la Orquesta que nos convocó para realizar un homenaje al disco con arreglos sinfónicos, donde nosotros solo cantaremos”, refrenda Durietz ante Página/12. “Quienes nos convocaron creen que es la forma de homenajear cincuenta años de un disco”, se pliega Cantilo, que aprovechó la ocasión para viajar desde España, donde reside hace diez años. “Entiendo que se trata de un hecho puramente cultural, dado que no hay disquerías, sponsors, premios televisivos, galardones ni cifras de ventas… es sólo cultura popular y, personalmente, esto me resulta un verdadero lujo”, se alegra el cantautor.

Pedro y Pablo más la Filiberto ejecutarán entonces los nueve temas de Conesa, una lista sin desperdicio que incluye “Padre Francisco”, “Blues del Éxodo”, “Canción del ser”, “El barco pálido”, “Instrucciones”, “El Bolsón de los cerros”, “Apremios ilegales”, la segunda versión de “Catalina Bahía”, y “El alba del estío”. “Muchas de las motivaciones que nos llevaron a escribir esas canciones permanecen vigentes”, enfatiza Cantilo. Y ejemplifica: “la injusticia social de la que habla 'Padre Francisco' podemos verla a diario en las calles, las torturas de 'Apremios Ilegales' siguen existiendo en algunos sombríos rincones del país; la búsqueda de naturaleza en canciones como 'Blues del éxodo', 'Instrucciones' o 'El Bolsón de los cerros' sigue alimentando el sueño de apartarse de la alienante vida competitiva de las urbes y buscar otra más gratificante en el contexto rural. Y hasta la metáfora del 'Barco pálido' nos recuerda, pero también nos advierte, sobre la deriva y el caos a que nos quiere acostumbrar la profundización de la grieta”.

-“El alba del estío” es tuya, Jorge. ¿Cómo te nació?

Jorge Durietz: -En ese momento y no siendo yo un avezado lector, llegó a mis manos el libro de Arthur Rimbaud llamado Iluminaciones, y quedé fascinado con el poema “Alba”. Entonces me propuse musicalizarlo, y tuve que adaptarlo tratando de no traicionar el espíritu del mismo… reescribiendo los versos para que encajaran en el molde de la canción, o sea.

-Miguel, entre las tuyas brillan “Padre Francisco” y “El Bolsón de los cerros” .¿Podrías ampliar sobre ellas?

-Para mí son dos caras de la misma moneda: la visión de una sociedad insolidaria y explotadora, cuestionada por el movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo, de una cara; y la alternativa de cambiar ese panorama desalentador por las delicias que proponía la vida rural, viviendo de la tierra e inspirándose en nuestra naturaleza patagónica, de la otra cara.

-Una pena que no esté Pappo, uno de los partícipes de Conesa, para recrear el “Blues del Éxodo” en este contexto sinfónico… hubiese resultado un contraste intenso.

Miguel Cantilo: -Claro que siempre se lamenta la ausencia de tan queridos músicos, pero la Filiberto contiene instrumentistas de primer nivel que sabrán recordar dignamente los aportes de esas figuras inolvidables que ya pertenecen a la historia del rock vernáculo.

-El factor central, espacial, que le pone un marco a aquel disco era precisamente la casa de la calle Conesa que habitaban entonces. ¿Cómo era? ¿Qué pasaba allí?

J. D.: -Era una típica casa chorizo donde por un pasillo accedías a la primera vivienda, que era la nuestra, y si seguías por el mismo pasillo te encontrabas con una o dos viviendas más. Era baja, no tenía una segunda planta, salvo un cuartito en la terraza habitado por Daniel Russo y su novia. Y, bueno, se vivía en un clima de paz, de comunidad fraterna, en constante creatividad y libertad. Apenas accedimos, recuerdo, forramos con lana de vidrio y liencillo de algodón toda la habitación que daba a la calle y eso se transformó, creo, en la primera sala de ensayo de Buenos Aires, por donde desfilaron una gran cantidad de músicos de la época.

M. C.: -Sí. Era una casa de músicos y artesanos provista de una buena sala de ensayo debidamente acustizada, y una circulación de músicos geniales que hacían libre uso de ella.

J. D.: -La habíamos alquilado con los derechos cobrados por nuestro primer disco, que alcanzaron para comprar una camioneta y algunos buenos instrumentos.

Los habitantes más o menos fijos de la casa de Conesa eran Jorge Costa -compañero de Horacio Fontova en Expreso Zambomba-; Roque Narvaja con su novia; el uruguayo Daniel Russo –primer bajista de Pedro y Pablo— también con su pareja, y Kubero Díaz más Quique Gornatti, que venían de la comunidad que había armado La Cofradía de la Flor Solar, en La Plata. “Ellos le otorgaron un matiz mucho más rockero a Conesa”, apunta Durietz. Otro de los vehículos de esa “furia eléctrica” fue La Bola de Destrucción, banda amateur formada por Pappo; el bajista de la Cofradía, Néstor Paul; y el mismo Gornatti. “Era una fusión Pappo-cofrádica”, ríe Miguel.

-¿Cómo evocarían ese disco junto al su contexto epocal?

J. D.: -Todas las épocas son jodidas y todas tienen algo bueno. En aquella, al no existir internet, ni celulares, ni accesibles home studios, y en la que la única manera de conocer la música de tal o cual artista era por casualidad en la radio o comprando el disco físico en una disquería, el arte musical constituía un objeto de mucho mayor valor dada la dificultad para acceder a su escucha. Veo pocas similitudes con hoy, quiero decir… salvo la eterna existencia de espíritus pacíficos y otros violentos, y la inevitable dificultad de toda convivencia social donde el choque de intereses, el egoísmo y la ignorancia que conlleva la excesiva ambición, producen constantes conflictos.

-El odio, hoy, parece más “sofisticado” que el ustedes procesaron musicalmente en los días de Conesa. ¿Coinciden?

J. D.: -No sé Miguel, pero yo estoy viviendo ésta como otra época más, sin poder evitar la tristeza que me produce comprobar día a día la incapacidad de los políticos para generar unión, diálogo, búsqueda de acuerdos para políticas a largo o mediano plazo entre los Argentinos, sin caer constantemente en la descalificación del adversario, y en la pelea salvaje por el poder.

M. C.: -Yo veo más grave la explotación del odio ajeno por parte de ciertos organismos y publicaciones, que los sentimientos que la gente común pueda espontáneamente expresar. Creo que, si bien existe una grieta y un “gran desacuerdo nacional”, el odio se magnifica porque resulta un buen negocio para algunos. También se pone obsesivamente de relieve la violencia y se hace de ella un show permanente, porque es lucrativa para algunos.

-¿Cómo sería la marcha de la bronca de hoy?

J. D.: -Igual.

M. C.: -Bueno, esa fue una canción escrita a los diecinueve años, cuando descubrí de qué se trataba el mundo. Hasta entonces había sido un poeta soñador, pero el impacto del descubrimiento me abrió al sentimiento de bronca que hoy día, aunque coexiste con cualquier habitante de este país (y de muchos otros), creo que ya no brinda las respuestas que me pudo proporcionar a esa edad. Por eso, aunque amo esa canción y me gusta cantarla, desde mi fuero interno comprendo que no es con bronca que vamos a encontrar una salida a nuestros problemas, porque siempre va a venir un zapato más grande y nos va a aplastar. Igual, lo que sí se puede es procesar la bronca y transformarla en un activismo consciente.

Retomando el concierto en el Kirchner, no siempre se da la oportunidad de tener una gran orquesta en las espaldas al servicio de una obra propia. En el caso de Pedro y Pablo, los antecedentes pasan por la participación de la Orquesta Estable de la CBS, durante la grabación del epónimo disco debut, y un show en el Maipo que recordó los cuarenta años de aquel disco. “Supongo que la sinergia con la orquesta va a ser de mucha emoción, belleza y armonía, gracias a los muy buenos arreglos de Raffo”, prevé Durietz. “Por supuesto. Es un privilegio poder interpretar esos temas, esos arreglos, con semejantes profesionales de la música. No me gusta anticipar nada, sólo decir que me he venido desde España para dar respuesta a una invitación que dignifica enormemente la trayectoria de Pedro y Pablo”, refuerza Cantilo. “Nosotros sólo vamos a cantar y ni siquiera tocaremos nuestras guitarras, cosa que juega en favor del brillo polifacético de los timbres orquestales, maravillosamente aprovechados por el talento de Raffo y la puesta a punto del director de la Filiberto, Diego Censabella”.

El próximo paso del dúo, aprovechando la estadía de Miguel, será una gira por ciertas zonas del país: el 22 de septiembre estarán en Tandil; el 24 en Pehuajó; el 30, en Rosario; el 2 de octubre, en San Nicolás; el 14, en Mendoza; el 15, en San Juan y el 21, en Mar del Plata. “Al vivir Miguel en Españase nos hace difícil hacer presentaciones en nuestro país", dice Durietz. "Pero en este caso nos pareció ineludible la posibilidad de continuar un tiempo más con una gira por nuestro querido país, tarea que para nosotros, los músicos, resulta siempre de las más gratas que tiene la profesión”.

La última gira de Pedro y Pablo había sido en 2017 como producto del disco Unidos por cantar, pero las que permanecen en el imaginario son aquellas que Cantilo y Durietz encararon durante la vuelta a la democracia, y que desembocaron en dos discos: Pedro y Pablo en concierto y Pedro y Pablo en gira. “De aquella gira recuerdo especialmente 'Ganas, amor y tiempo', un tema lleno de esperanza y dulces melodías”, viaja Durietz. “Lo que queda para mí no es el recuerdo de viejos trofeos, sino este presente que nos invita a reproducir épocas ciertamente activas y en algún punto felices, pero que todavía están vivas en la reinterpretación de los temas”, reengancha Cantilo, desde otro costal. “Con esto quiero decir que vivir del pasado no es muy recomendable, pero relacionarse sanamente con él, con respeto, es muy gratificante de vez en cuando”.

El equipo de Conesa.

 

Lo nuevo de Miguel Cantilo

El martes 4 de octubre es el día previsto para que Cuentos cantados, flamante disco solista de Miguel Cantilo –otra data madre, claro- goce de su estreno en vivo en Buenos Aires. Será a las 20.30 en Bebop Club (Uriarte 1658), con la compañía de Sufián y Anael, sus hijos, más Patricio Prado. “El disco consiste en una forma de homenaje a los narradores misteriosos que me nutrieron durante largos años”, revela él. “Se trata de historias muy antiguas que fueron transmitidas en principio por vía oral, pero que a mí me llegaron a través de mi pasión por la literatura. Y me parecieron tan sustanciosas que durante un largo período me dediqué a convertirlas en poemas cantables, hasta que varios de mis queridos amigos músicos, fundamentalmente mis hijos, me ayudaron a instrumentarlas y realzar sus contenidos”. 

Entre tales historias cantadas y musicalizadas, Cantilo elige destacar tres: “El loro de la India”, “Las arenas” y “El día final”. “Son historias que dan una idea del propósito de esta producción, que no es otra que compartir con mis oyentes algo de lo que me ha hecho más feliz en mi búsqueda personal”, resume.

-“La joya preciosa”, la pieza que abre el disco, tiene un tratamiento climático que, solo por ello, también merecería subir a tu podio.

-Bueno, en ella hemos usado una flauta armenia muy especial llamada duduk, que es lo que le proporciona ese clima tan particular. Y por supuesto la metáfora es la de nuestra propia vida. Estos cuentos no contienen “moraleja” sino algo mucho más valioso que queda resonando en lo profundo de nuestra conciencia.

Cuentos cantados es el decimonoveno disco solista de Miguel –el último había sido Día de sol- y consiste en la musicalización de ancestrales cuentos-enseñanza provenientes de Persia, Turquía, India y Afganistán. “Me fui familiarizando con la literatura mística y en particular con el sufismo. De esa prolífica fuente extraje las narraciones tradicionales que, adaptadas al formato canción, conforman este disco”.