“¡Madre de la Plaza, la escuela te abraza!”, coreaban los alumnos de la Escuela Normal Nº 7, este lunes al mediodía, en el patio interno del establecimiento ubicado sobre Avenida Corrientes al 4200, en la Ciudad de Buenos Aires. Frente a ellos, emocionada como la gran mayoría de los alumnos –de primaria, secundaria y del profesorado--, junto a los docentes y profes, estaba Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Taty estudió en esa escuela. Y con ese coro, los alumnos la despedían y coronaban una jornada atípica, instructiva y conmovedora, convocada bajo el lema: “Educar en la memoria es construir futuro”.

“Te amamos”, le grita un grupito de chicos de 4º grado mientras la aplauden. Nahuel, estudiante del profesorado comparte con Página/12: “Es emocionante verla acá, porque siempre la vemos por la tele, o leemos cosas de ella, y ahora está acá”, dice, y se apura para llegar a un de las tantas “fotos con Taty”, la visitante ilustre del lugar.

El encuentro estuvo organizado a través de preguntas que los estudiantes habían trabajado con sus docentes. Y tuvo su inicio emblemático cuando Taty saludó: “Hola, a todas, todos y todes”. Los primeros aplausos indicaron que el lenguaje inclusivo acercaba a esta Madre a las generaciones jóvenes. Y ella confirmó: “Estoy aquí para pasarles la posta, porque ya quedamos pocas Madres y ustedes son las generaciones del futuro. Además, este fue mi colegio, pero nunca me hubiera imaginado que iba a volver, con este pañuelo en la cabeza”, confiesa y señala el símbolo de las Madres.

Así comenzó el encuentro que Taty, de 92 años, pidió cerrar contando de manera muy didáctica, la historia de “los pañuelos de las Madres”, ante un auditorio que no dejaba de observarla, admirado y conmovido. Remarcó la vocación de seguir la lucha por “memoria, verdad y justicia, pero una justicia legal –puntualizó–, sin odio, llena de memoria y de amor”. Para ejemplificarlo se remitió al “atentado contra la vicepresidenta elegida democráticamente” y sostuvo: “Ellos siembran odio, nosotros sembramos amor”.

Con el fin de homenajear a los estudiantes desaparecidos en 1976, en La Noche de los Lápices, la escuela junto al centro de estudiantes organizó una entrevista colectiva con Taty, quien estuvo acompañada por su hija Fabiana y, entre otros vecinos comprometidos, el legislador Alejandro Amor. Era la segunda visita de Taty al colegio donde estudió. La primera vez fue hace diez años, en 2012, cuando se colocó una placa y se bautizó con su nombre la terraza del colegio. Allí comenzó la actividad. Taty recorrió la muestra de fotos que los alumnos habían diseñado recordando la visita de 2012, y en la terraza, entre móviles de pañuelos blancos, hizo fotos grupales y saludó a los niños que se acercaban.

Una vecina, Nelida Vainstein, también estudió allí y recuerda que “justamente un día como hoy, 19 de septiembre, en 1958 se produjo la gran movilización por la educación libre o laica” en la que ella participó. A su lado, Florencia, de 5º año y presidenta del centro de estudiantes, explica que en la semana se haría la feria de “comida saludable”. Conectando pasado y presente, un gran movimiento de guardapolvos, como el agua de un río, recorría las escaleras hacia el patio interior donde se haría la entrevista. Al llegar, desde la terraza, ya los niños de cuarto, quinto y sexto grado colmaban el lugar. Había estudiantes de secundario y del profesorado. Y no fue difícil para la vicedirectora, Paula Roffo, lograr que se hiciera silencio cuando Taty ingresó al patio cerrado.

Cecilia Jodar, la rectora del colegio, había anticipado que el encuentro buscó reforzar los contenidos en derechos humanos que se dictan a partir del 3er. año de secundaria. Lo confirmaban las preguntas de los estudiantes: ¿Qué sintió al perder a sus familiares? ¿Cómo fue vivir en dictadura? ¿Qué sentía al ver que eran todas mujeres las que luchaban? “Los hombres tenían que trabajar, por eso salimos las Madres a pedir por nuestros hijos”, explicó Taty, y rescató la figura de los Padres de Plaza de Mayo que las acompañaban desde sus casas. 

                                                                                                                                     Foto: Guadalupe Lombardo

La lucha 

"Vivir en dictadura fue espantoso, a nosotras las Madres nos llamaban 'locas' pero nosotras seguimos saliendo a la calle y preguntando y gritando '¿dónde están nuestros hijos?'. Solo hicimos lo que cualquier madre hace por un hijo", sostuvo. Luego explicó el significado de "genocidio", como una acción coordinada contra  la población civil. 

El recuerdo de su hijo Alejandro, detenido en 1975, sirvió para explicar el proceso histórico que se inició antes del comienzo de la dictadura “cívico, miliar, eclesiástica” señaló. “Soy católica --aclaró Taty--, y en aquellos años donde la mayoría de la Iglesia no nos recibía, otra parte de la Iglesia sí nos escuchaba. Pero también fueron desaparecidos o asesinados”. Y enumeró: "Monseñor Hesayne, Ponce de Léon, el padre Mugica, las monjas francesas, los curas palotinos", entre otros.  

La simplicidad de las preguntas calaba en lo profundo de la historia. Y las respuestas de Taty eran un bálsamo ante el dolor. Cuando uno de los estudiantes preguntó: ¿Cuál es el recuerdo más lindo que tiene de su hijo?, y mientras desde un grupito de 5º grado se escuchó en voz baja: “Uy, eso va a doler”, Taty respondió, con firmeza: “Hay muchos recuerdos lindos”. Pero eligió contarles que el día de su cumpleaños, "Alejandro venía, me regalaba una flor y me decía: ‘Gracias mamá’, eso está en mi corazón”, compartió.       

Su hija Fabiana recordó entonces que los domingos se juntaban "con Jorge, nuestro hermano mayor que vive en España, mamá y Alejandro, que tenía una militancia muy activa pero se hacía lugar para venir a comer los ravioles los domingos". Y entre sonrisas agregó que "ella compraba los ravioles, pero igual les decíamos los ravioles de mamá". 

Cuando le preguntaron si había perdido la esperanza, Taty aprovechó para transmitir la convicción que mueve desde sus inicios a estas mujeres: "La esperanza de encontrarlos vivos la perdimos, sí. Pero no perdimos la esperanza. No quiero morir sin poder tocar sus restos, quiero tener un lugar donde ir a rezar". Y explicó el trabajo que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense.    

El pañuelo blanco

¿Qué se siente defender los derechos humanos todo el tiempo?, fue otra pregunta que sirvió para que Taty volviera a la actualidad: "Lo hicimos y lo vamos a hacer siempre, porque significa defender a un hombre que despiden del trabajo, o al que le impiden expresarse, o estar contra la Policía que sigue asesinado a muchos jóvenes porque sí", detalló. Antes de finalizar la charla, retomó la propuesta de "contarles la historia del pañuelo" y explicó cómo fue que las Madres comenzaron a identificarse con ese símbolo que hoy representa al movimiento de derechos humanos en el país. 

"Como la Iglesia no nos escuchaba, decidimos ir a una peregrinación muy grande que se hace en Luján, un pueblo que está cerca de Buenos Aires y tiene una iglesia inmensa, y como sabíamos que iba a ir mucha gente, tuvimos que encontrar algo para identificarnos entre nosotras. Así nació el pañuelo que hoy usamos las Madres. Porque algunas habían guardado los pañales de sus hijos, que no eran descartables como los de ahora, sino de tela, se lavaban y se volvían a usar". Se sacó el pañuelo, lo extendió y explicó: "Las Madres pedimos por los 30 mil desaparecidos, pero las Madres de Línea Fundadora decidimos bordar en el pañuelo, el nombre de nuestros hijos. El mío dice: 'Alejandro Martín Almeida', miren", dijo. Y los estudiantes comenzaron a pararse, para aplaudirla, y acercarse a saludarla. Le entregaron un llavero hecho en la escuela "con impresora 3D". "El mejor regalo que pueden hacerme es el amor que me dan, pero al llavero voy a colgarlo con orgullo en una pared que tengo llena de llaveros", concluyó, entre risas, fotos y abrazos agradecidos.