El marido de Ayelén Roldán, la joven de 19 años embarazada que fue asesinada el martes pasado en la localidad bonaerense de Glew, y el matrimonio que vive en la casa en donde encontraron muerta a la víctima fueron confirmados ayer como imputados por ser sospechosos en dos hipótesis diferentes del crimen, según informaron fuentes judiciales. La fiscal María Laura Alfaro, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 3 de Lomas de Zamora, le notificó a los tres sospechosos los términos del artículo 60 del Código Procesal Penal bonaerense, a partir del cual quedan formalmente imputados aunque la prueba aún no alcanza para atribuirle a alguno ellos la autoría del crimen ni para que sean citados a una declaración indagatoria.

El esposo de la víctima, Hernán Vallet, y los inquilinos de la casa en donde la encontraron muerta, Adrián Aníbal Torres y Natalia Inés Cottone, son hasta el momento los tres imputados que tiene la causa. Fuentes de la investigación indicaron que “en nuestras hipótesis de trabajo sabemos que hay que tener en cuenta que atribuirles a los tres el crimen es una contradicción en sí misma, ya que si fue el matrimonio, el marido es inocente y viceversa”, y agregaron que el haberle informado a los sospechosos acerca de la imputación “es una formalidad a partir de la cual los tres saben que la Justicia los está investigando y por ello se piden pericias y todo tipo de medidas que los involucra. Para no vulnerar su derecho de defensa, están en condiciones de poner un abogado defensor y peritos de parte”.

Según la investigación, Ayelén Roldán, que estaba embarazada de cinco meses al momento del crimen, fue encontrada muerta cerca de las cinco de la mañana del martes pasado dentro de la casa ubicada en la calle Fleming 2550 de Glew, en el partido de Almirante Brown, al sur del conurbano bonaerense. Los inquilinos de la casa, Torres y Cottone, eran amigos de la víctima. Cuando se los llamó a declarar, relataron que ellos pasaron a buscar a Roldán el lunes y tuvieron relaciones sexuales los tres en su casa, pero después, alrededor de las 20 horas del mismo día, se fueron de allí con el objetivo de buscar a un hombre más para sumar al trío. Mientras tanto, Roldán se quedó cuidando a los cinco hijos del matrimonio, uno de los cuales era su ahijado. Según lo declarado por los inquilinos, volvieron a su casa recién a las cinco de la madrugada, y fue entonces cuando encontraron muerta a Roldán, tendida en el piso del living, en medio de un desorden, en donde notaron que faltaban algunos objetos. Los chicos fueron hallados ilesos y no escucharon nada en el momento del asesinato.

Durante el rato en el que no estuvieron en la casa, aseguraron haber estado con un hombre, en otro lugar, teniendo relaciones sexuales. De las nueve horas en las cuales el matrimonio dijo haber estado fuera de la casa, la fiscal Alfaro hasta el momento sólo pudo corroborar que estuvieron fuera durante una hora, ya que un hombre que se presentó a declarar como testigo confirmó que tuvo relaciones sexuales con ellos entre las dos y las tres de la madrugada del martes. 

En tanto, el esposo de la víctima afirmó que dormía en su casa durante las horas de la noche y la madrugada en las que ocurrió el crimen. Sin embargo, los investigadores no lo descartan como sospechoso, debido a que en una revisión médica a la cual se sometió le detectaron algunas excoriaciones compatibles con arañazos, que podría haber recibido durante un forcejeo con Roldán, aunque él sostuvo que se había rascado y tenía las uñas cortas, según informó la fiscal. Vallet aseguró, además, que no sabía que Roldán tuviera relaciones con el matrimonio de Torres y Cottone, quienes el día antes del crimen, según él, la pasaron a buscar para llevarla a hacer compras a la feria de La Salada, lo que después se aclaró era un “código” para invitarla a tener sexo.

Entre las pericias ordenadas por la fiscal Alfaro, se les realizó análisis de ADN a los tres sospechosos para establecer si alguna evidencia genética incrimina a alguno de ellos. Vallet, Torres y Cottone se sometieron en forma voluntaria a la extracción de sangre y otras muestras para obtener sus perfiles genéticos con los cuales se llevarán adelante cotejos de ADN que tienen fecha de pericia para el 17 de julio. La autopsia determinó que la joven murió “asfixiada por estrangulamiento a lazo” con un elemento compatible con un cable –secuestraron algunos cables en la escena del crimen–, y que tenía lesiones en sus nudillos, lo que indicaría un aparente intento de defensa en el momento del ataque. Este dato, junto con la forma del surco que dejó el cable en su cuello, permitieron abandonar la hipótesis de un suicidio. 

Durante la autopsia, además, se le tomó al cuerpo de la víctima hisopados subungueales, y el mismo proceso se hizo con los sospechosos, para contemplar la posibilidad de que debajo de las uñas de alguno de ellos se encuentre el material genético apto para el estudio de ADN, que determinaría si alguien llegó a rasguñar a otro. Si bien aún se esperan los estudios complementarios, a partir de la información obtenida por el forense que fue a la escena del crimen y las constancias recabadas en la causa, la fiscal Alfaro estima que Ayelén fue asesinada en una brecha horaria que se extiende entre las 21 el lunes y las 5 de la madrugada siguiente.