El Banco Central decidió mantener ayer las tasas de interés de referencia en 26,25 por ciento anual. Desde el 12 de abril que el organismo no la disminuye pese a que sostiene que la inflación muestra un proceso de desaceleración y que para fin de año se cumplirá la meta del 17 por ciento. Como eso no sucede más allá de las declaraciones, mantiene la tasa alta. La autoridad monetaria aseguró que a partir de ahora utilizará el indicador de precios minoristas al consumidor a nivel nacional del Indec para evaluar si cumple o no su objetivo de inflación. El Indec le dió una mano al BCRA al anotar una suba de precios del 1,2 por ciento para junio en todo el país, cuando el indicador para el Gran Buenos Aires que se venía empleando hasta ahora subió 1,4 (ver nota aparte). La inflación núcleo fue del 1,5 por ciento, cifra que el Central viene diciendo que bajará desde noviembre del año pasado pero que mes a mes se mantiene en niveles similares. Economistas adelantaron que en julio volverá subir por el alza de alimentos y algunas estimaciones arrojan un alza de los precios cercano al 2,5 por ciento.

 “Al introducir el régimen de metas de inflación el 26 de septiembre de 2016, el Banco Central anunció que para evaluar el cumplimiento de las metas utilizaría el índice de precios de mayor cobertura geográfica publicado por el Indec. Por lo tanto, el IPC nacional pasa a ser el indicador de referencia de la autoridad monetaria. Vale notar que las mediciones de la inflación acumulada en los primeros cinco meses del año de acuerdo al IPC-GBA y el IPC nacional coinciden”, argumentó el organismo a cargo de Federico Sturzenegger para justificar el cambio en el indicador de precios de referencia. 

 La política de tasas del Central resulta poco consistente y es una de las críticas más importantes que recibe la entidad. Si la autoridad monetaria cree que la inflación está desacelerando, al punto de afirmar que se cumplirá la meta este año del 17 por ciento, debería reducir la tasa, que mantiene en niveles superiores al 26 por ciento, No bajarla, si se sigue el razonamiento de la entidad, implicaría garantizarle a los inversores financieros un retorno de casi 10 puntos porcentuales en términos reales. Se trata de una tasa que es casi el doble respecto de la que Sturzengger asegura que sería razonable en sus conferencias de prensa. 

 El dólar, aseguran en  la city, es uno de los principales elementos por los que el Central no sólo no puede bajar la tasa, sino que podría llegar a tener que subirla. Los inversores que apostaron por Lebac y otros instrumentos financieros en pesos podrían acelerar su dolarización de carteras si el retorno no es suficiente. La prueba de fuego del directorio del Central será la próxima licitación con el vencimiento de 430 mil millones de pesos en Lebac. La última vez, el 19 de junio, Sturzenegger no consiguió renovar unos 122 mil millones de pesos que se inyectaron al mercado y fueron el puntapié inicial para una escalada del tipo de cambio que pasó de 16,18 a 17,30 pesos, según la cotización de cierre de ayer, cuando aumentó 2 centavos respecto del lunes. 

 En los últimos dos días de la semana pasada el Gobierno le solicitó a bancos públicos vender dólares para frenar el salto del tipo de cambio. Los empresarios agropecuarios fueron otro de los sectores que aportó divisas a la plaza cambiaria, al beneficiarse con una cotización mayorista por encima de 17 pesos. La moderación no obstante duró tres jornadas y este martes volvió a anotarse una nueva suba. Economistas de la city indican que las elecciones son un factor de incertidumbre y, por más intervenciones indirectas que haga el equipo económico, los próximos meses registrarán volatilidad del dólar y no descartan que pueda tener un nuevo salto. El Central sigue sin poder acumular reservas, que ayer cerraron en 48.452 millones de dólares, con una baja de 60 millones. En las últimas semanas, cuando la entidad pudo sumar divisas a las reservas fue por el ingreso de dólares de la emisión de deuda externa de provincias y empresas privadas.