El gobierno prepara un proyecto de ley para otorgar estabilidad por 30 años a las inversiones de hidrógeno. El ministro de Economía Sergio Massa lo anticipó hace unos días en un acto en la ciudad de Río Negro, que será la principal receptora de las inversiones en el sector. Una promesa para avanzar en la transición energética de mediano plazo y también para la generación de divisas, ya que buena parte del combustible se exportaría.

En noviembre de 2021, mientras se llevaba a cabo la Conferencia número 26 de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Escocia, la empresa australiana Fortescue Future Industries, cuyo presidente para América Latina es el ex Puma Agustín Pichot, anunció que invertiría 8.400 millones de dólares para desarrollar el hidrógeno verde en Río Negro; con perspectivas a exportar en 2030 y alcanzar una producción anual de 2,2 millones de toneladas. En abril de este año la empresa presentó el proyecto ante la comunidad científica y tecnológica de Bariloche, en un evento organizado por el gobierno provincial, quien ya tiene firmado un memorando de entendimiento con la empresa y además colaboró en la redacción de la “Ley de Hidrógeno”.

Otros organismos que participaron del intercambio de información y conocimientos con la empresa Fortescue fueron la Comisión Nacional de Energía Atómica, con un centro en la ciudad de Bariloche, y la sede central de Invap, con colaboración en las áreas nuclear y aeroespacial.

El hidrógeno verde es una fuente de energía, renovable y limpia (es decir baja en emisiones de carbono). No es una fuente primaria, como el carbón, el petróleo o el gas, sino que deriva de otros componentes, como el agua en el caso del hidrógeno de color verde. Hay hidrógeno de otros colores, como el azul o gris, que emanan del gas natural y la diferencia entre ambos es cuán ambientalmente sostenible es el proceso de separación y la materia prima. El caso del hidrógeno verde es el más limpio: el agua es alimentada por energía eléctrica de fuente eólica o solar que no contamina, y el proceso de producción del hidrógeno, la electrólisis (que es el más difundido), no genera emisiones.

La utilización del hidrógeno es similar a la del gas: para generar calor o en motores a explosión. Un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) señala que el hidrógeno podría representar hasta el 12 por ciento de la energía mundial en 2050. Actualmente su demanda se destinada principalmente a la industria de fertilizantes (amoníaco) y a la petroquímica, pero también tiene aplicaciones en la fabricación de alimentos y hasta la industria metalúrgica y siderúrgica, según un trabajo del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI). A nivel mundial seis países son líderes en la producción de este combustible: Australia (tierra madre de Fortescue), Holanda, Alemania, China (que produce y consume más hidrógeno que cualquier país del mundo, aunque en su mayoría de color gris), Arabia Saudita y el vecino Chile con dos proyectos en boga.

La producción del hidrógeno verde es cara, entre otros factores, porque utiliza un metal noble carísimo que es el platino. El cual no se consume pero sí se deteriora. De modo que esta actividad está íntimamente ligada con el desarrollo de la minería (las principales reservas de platino están en Sudáfrica).

La transición energética que ya impulsan varios países del mundo no es económica, pero las virtudes en términos del cuidado del planeta son insoslayables. De allí la importancia de que los distintos Estados promuevan y faciliten las inversiones que son necesarias. Massa puntualizó que la iniciativa es posible porque el país se encuentra "en un momento en el que le hemos ganado a la incertidumbre y empezamos de vuelta a estabilizar nuestros fundamentos macroeconómicos", y se puede "pensar el mediano y largo plazo".