Un bloque de líderes regionales con siete expresidentes a la cabeza pidió la reconstrucción de la Unasur, la Unión de Naciones Sudamericanas creada en 2008 por Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula da Silva en la pelea por el lugar del sur en la disputa global. Este es uno de los primeros efectos de la victoria del petista y está dirigida a los doce presidentes de los países que integraron aquella invención.
“A partir de enero del 2023 –dicen en la carta-- tendremos en todos los países más grandes, sin ninguna excepción, gobiernos partidarios de retomar y fortalecer los procesos de integración. Es una oportunidad que no se puede dejar pasar. Juntos podemos hacer oír nuestra voz. Divididos nos invisibilizamos y no somos escuchados”. La integración, dicen, "hoy es más necesaria que nunca" para "aportar un bien en peligro: la paz". Esa es ahora la tarea, pero el tiempo corre.
La carta lleva la firma de líderes de signo político distinto. Entre los expresidentes, firman Dilma Rouseff, Michele Bachelette y Ricardo Lagos por Chile, Ernesto Samper por Colombia, Eduardo Duhalde por Argentina; José Mujica por Uruguay y Rafael Correa por Ecuador. Esa señal bien amplia capaz de mostrar en una misma mesa a Correa y Samper es parte de la estrategia de amplitud alineada con el esquema que le permitió a Lula llegar a Planalto y es también una muestra de la preocupación por los efectos de la escala bélica europea en la postpandemia, como dice una y otra vez el texto, el saldo más de 50 millones de nuevos pobres en el sur del continente, la polarizacíon y el acecho de desintegración de las democracias.
“Estimado presidente –comienza la carta--: Somos un grupo de expresidentes, cancilleres, ministros, parlamentarios e intelectuales sudamericanos que buscamos aportar a los desafíos del tiempo presente. Nos anima la necesidad de dejar atrás una historia de sueños rotos, promesas incumplidas y oportunidades perdidas”. Tres años de pandemia que azotan al mundo, la guerra de Rusia con Ucrania y la agudización de la disputa entre China y los Estados Unidos han creado un nuevo escenario internacional, con la globalización en crisis, al igual que “las viejas formas de integración asimétrica” en “una especie de caos global en el cual asoma incluso el riesgo de una tragedia producida por el armamento nuclear”. En ese escenario donde, admiten, “se requiere una intervención urgente de los organismos multilaterales”, no hay nadie: “Hoy día (esos organismos) están desgraciadamente debilitados y son a menudo impotentes”. Por eso, llaman a una reconstrucción no “melancólica” sino con autocríticas y orejas abiertas: “Nos asiste la convicción que este cuadro desolador no es inexorable. Nuestra región puede más. De a poco, el proceso de integración está reviviendo”.
La carta no es sólo diagnóstico, tiene ejes programáticos, balance de lo que se hizo y lo que no se hizo bien. Estaba lista el día del ballotage en Brasil. Tiene detrás un intenso trabajo de investigación de más de seis meses. Entre sus impulsores está la mano del chileno Carlos Ominami; un texto final consensuado y elaborado a varias manos. Y entre las firmas, además de los siete exPresidentes, hay once de excancilleres, exministros, ex y actuales legisladores y académicos. Entre ellos, dos seres cercanos a Lula: el excanciller brasilero Celso Amorín y la propia Rousseff. Los destinatarios fueron Guillermo Lasso (Ecuador), Alberto Fernández (Argentina), Luis Arce (Bolivia), Lula da Silva (presidente electo de Brasil), Gabriel Boric (Chile), Gustavo Petro (Colombia), Irfaan Ali (Guyana), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Pedro Castillo (Perú), Luis Lacalle Pou (Uruguay), Chan Santokhi (Surinam) y Nicolás Maduro (Venezuela).
Actualmente, la Unasur sólo tiene a cinco de sus doce miembros originales. Quedó Bolivia, Venezuela, Perú, Suriman y Guyana. Entre 2018 y 2020 sufrió un desacople masivo detrás del ascenso y boicot de los gobiernos de derecha. Siete países renunciaron y denunciaron el Tratado Constitutivo suscripto en Brasilia en 2008 y aprobado en un tiempo récord de tres años por todos los parlamentos. No hay antecedentes de ese logro meteórico al que le pusieron el hombro los exPresidentes y que en tiempos normales pude demorar
veinte años. El primer país que dejó el bloque fue Colombia. Pero Bolivia inició un llamado al diálogo de país a país que permitiría como primer paso activar el artículo 14 del Tratado para llamar al diálogo político y como segundo aplicar el artículo 21 de solución de controversias con una mesa en Naciones Unidas. Es una instancia abierta que puede ser una llave para pedir la nulidad de la salida colombiana y de las que siguieron. Pero aún es tema de análisis.
El caso de Brasil y Argentina es distinto pero su resolución podría apurar la reconstrucción del bloque. Luego de la salida de Colombia, Jair Bolsonaro y Mauricio Macri también dejaron el Unasur. Ambas salidas son reclamadas como inconstitucionales. El Tratado Constitutivo obligaba, tanto a Brasil como a Argentina por sus legislaciones internas, a irse con acuerdo parlamentario. No lo hicieron. Bolsonaro dejó la Unasur con un decreto y Macri no usó ni siquiera decreto: mandó una carta. Hoy, eso alienta la chance de una revisión rápida de ambas salidas y del retorno. Según un experto, Argentina y Brasil sólo necesitan de una voluntad política. En el caso de Lula, se da casi por descontado. Y si él avanza, es posible que lo haga Alberto Fernández, quien hasta ahora pudo hacerlo, dijo que lo haría, pero siempre lo esquivó. Si ambos avanzan, el bloque podría volver a ser polo de atracción para el resto de los que se fueron.
Lula asume la presidencia el 1 de enero. Tiene un frente interno complejo pero un viento externo desde una renovada Unasur podría oxigenarlo adentro. Argentina entra en escenario electoral, por eso hay apuro: la ventana está abierta, pero nadie sabe hasta cuándo.
- En el medio están las elecciones en el BID del 20 de noviembre. Alguien dice que son como la teatralización doméstica de la puja regional de la Celac y la Unasur. México y Brasil juegan con candidatos propios. Argentina apuesta a Cecilia Todesca Bocco. La carta también dejó un mensaje para la Celac.
Destacados de la Carta:
América del sur
Es la zona "más golpeada por la pandemia y la crisis económica y social que siguió" con un panorama donde, priman, “la fragilidad de las estructuras productivas” y “el debilitamiento de las instituciones democráticas y la fragmentación política que impide levantar una voz común frente a los asuntos globales”.
Autonomía y Paz
"La integración es hoy más necesaria que nunca. Un esfuerzo significativo en esa dirección permitiría alimentar un círculo virtuoso que fortalecería las instancias multilaterales y aportaría a un bien superior hoy día en peligro: La Paz. A diferencia de otras regiones, América Latina y el Caribe hace mucho tiempo que erradicó las guerras entre países y puede presentarse al mundo como Zona de Paz. Puede ser también una región que aporte a la paz practicando una rigurosa política de autonomía respecto a las grandes potencias. Una América Latina integrada, no alineada y en paz recuperará prestigio internacional y podrá superar la irrelevancia en la que nos encontramos. Quedaremos así en mejores condiciones para enfrentar las cuatro mayores amenazas que acechan a la región: cambio climático, pandemias, desigualdades sociales y regresión autoritaria".
Democracia - Unasur
“Durante sus siete años de funcionamiento (…) son especialmente valorados sus esfuerzos en materia de manejo de crisis político-institucionales y destaca el funcionamiento del Consejo de Defensa”.
Críticas
Hubo ausencia de la dimensión económica, comercial y productiva y polarización. “El abuso del veto implícito en la regla del consenso en los procesos de toma de decisión, incluso para el nombramiento del secretario general, facilitaron la paralización y el intento por sustituirla por el llamado Foro para El Progreso de América del Sur (PROSUR) en el 2019” que no pasó “de ser un emprendimiento precario”, con “nulas capacidades operativas” convertida en institución fantasma.
Moneda común
La carta plantea pluralismo ideológico y agenda de trabajo sobre la soberanía estratégica en materia sanitaria; acuerdos ferroviarios y de energía y moneda: recuperación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). También se analiza moneda común, que no es moneda única.