Sabemos de las idas y venidas que tiene la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en nuestro país, que hace más de diez años espera volverse una realidad para las niñas, niños y adolescentes. Y no espera en un cajón, sino en el accionar militante de docentes y directivos y en las profundas intenciones de trabajadores estatales de los diferentes niveles de gestión. Si la sexualidad nos atraviesa todo el tiempo, desde el nacimiento y es parte constitutiva de nuestra identidad, podemos pensar que siempre ha estado presente en las aulas. Por acción, consciente o inconsciente, o por omisión. Pero no es difícil imaginar el movimiento que puede significar para muchas y muchos docentes el abordaje de la sexualidad de una manera integral en las aulas.

 Ahora bien: ¿Qué pasa con la menstruación en este contexto? Durante mucho tiempo esta respuesta estuvo a cargo de los fabricantes de tampones y toallitas. En un día especial, representantes de alguna de estas empresas se acercaban a los colegios y separaban niñas de niños, abandonando todo enfoque integral. A las niñas se nos mostraba un video que explicaba qué era eso de ‘hacerse señorita’. Si faltabas, era difícil encontrar otro adulto en la escuela al que hacerle preguntas o que tuviera ganas de sentarse a compartirnos lo que había pasado. La construcción de la realidad estaba basada en diversas fuentes; otras niñas, empresas privadas con intereses económicos en juego y lo que habían dicho nuestras mamás, abuelas y tías. Un tema privado construido entre mujeres en base a mitos, mentiras y secretos. Sin embargo, desde hace diez años este es uno de los temas obligatorios para trabajar en la escuela y contamos con docentes que se capacitan específicamente para dar otra visión. 

En esto de las múltiples experiencias, seguramente, cada persona vivió algo distinto. Y lo más probable es que estas distinciones no hayan sido contempladas en la información que nos dieron en la clase de biología de la escuela. La idea detrás de la explicación del ciclo menstrual como un hecho biológico es la de la neutralización. Esto reduce tanto la idea de la construcción de conocimiento científico como de la menstruación misma al despojarla de concepciones culturales. Cuando se dice “Esto es lo que sucede en el cuerpo, no es ni bueno ni malo, no tiene connotaciones en cuanto es orgánico” se olvida su aspecto experiencial y el cuerpo deja de representar al individuo por lo que poco puede hacer esa persona frente a las concepciones del mundo respecto a la menstruación (debilidad, suciedad, molestia). La escuela garantiza la ejecución del derecho a la educación. Y la experiencia demuestra que los niños y las niñas también quieren saber sobre menstruación.

* Camila Lynn es licenciada en Ciencias de la Educación, especialista en Educación Sexual y Gestión y Políticas de la Salud Sexual. Agostina Mileo es comunicadora científica doctoranda en Historia y Epistemología de la Ciencia e integrante de Economía Feminista y de la campaña #MenstruAccion.