El Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Sociales y Comunitarias que se desarrolla en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires cumple veinte años desde su iniciación en el 2002 después de la crisis social, económica y política que atravesó al país en el año precedente. El objetivo de la propuesta –que se ha mantenido sin mayores cambios durante dos décadas- es “consolidar la relación entre la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y experiencias asociativas de carácter comunitario para fortalecer sus mejores prácticas y aprender de sus experiencias”, según queda establecido formalmente desde sus propósitos.

Se trata, como queda claro desde la formulación, de una experiencia de mutua escucha y de intercambio comunicacional entre la institución universitaria pública y el mundo de las organizaciones sociales y populares. El Programa reúne condiciones para canalizar un diálogo mutuamente fructífero que no solo enriquece y fortalece a quienes llegan desde la gama más variada de organizaciones de base, sino también le abre a la universidad, a sus docentes y a sus estudiantes la posibilidad de acceder a otras experiencias, propuestas y miradas sobre la sociedad, la comunidad y el mundo que rodea a la institución universitaria, en tanto academia pero también como actor protagónico del quehacer social.

Del Programa han participado más de 1600 organizaciones, que van desde asociaciones vecinales, culturales, deportivas, religiosas; sociedades de fomento; mutuales y cooperativas; comedores y jardines comunitarios.

Al margen de muchas consideraciones posibles que se puedan hacer sobre la validez de esta práctica pedagógico-política desde al universidad, la experiencia tiene también una lectura desde la comunicación: es la universidad escuchando a la sociedad desde las organizaciones que la protagonizan. Según Adriana Puigross “no es posible el educar si no se escucha, no se entienden ni se establecen articulaciones con la lengua, con la cultura, con las costumbres y la historia del educando y del educador” . Sin temor a tergiversar la afirmación de la reconocida pedagoga argentina se puede afirmar que así entendida la educación es una práctica de comunicación. Lo es en el caso del Programa por la relación entre integrantes de organizaciones, docentes y animadores. Pero lo es además porque a través de una iniciativa de este tipo también se fortalece de manera sustancial el diálogo, el intercambio y el muto enriquecimiento entre una institución universitaria como la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y un sector significativo de protagonistas de la vida social y política de la Argentina.

No se trata entonces de ir a buscar la comunicación solamente en los medios, en las redes, en los productos de comunicación. Porque la comunicación sus prácticas y experiencias supera en mucho la mirada instrumental –y reduccionista- que se tiene de la misma. Sobre todo la que surge del espacio profesional comercial que restringe la comunicación a sus propias prácticas, sin reparar siquiera en la complejidad del escenario de la sociedad y la cultura.

Demás está decir que la propuesta del Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Sociales y Comunitarias contempla también cursos y seminarios que incluyen formalmente a la “comunicación” en los títulos que designan esos espacios de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, y más allá de los saberes que atraviesan estos momentos específicos, lo que resalta es toda la propuesta como una experiencia comunicacional capaz de ser valorada desde esta perspectiva. Y de ello dan testimonio las y los participantes, miles de ellas y ellos que durante estos veinte años tomaron como propias las aulas porteñas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

De ello da cuenta también una de las últimas publicaciones del Programa un audio libro titulado “Organizaciones cuidando. Relatos desde los barrios en tiempos de pandemia” (2021) que reúne fragmentos de relatos de 27 organizaciones comunitarias del Área Metropolitana de Buenos Aires, durante la situación de emergencia que enfrentamos el año 2020 a partir de la pandemia de la covid 19. Se trata –afirman quienes lo produjeron- de “un diario hablado, como una crónica coral donde se escuchan más de 120 voces”. Es, sostienen, “una memoria viva, un archivo de experiencias, miradas, pensamientos, voces, sonidos, canciones”.

En el sentido más clásico, una práctica de extensión universitaria, una iniciativa educativa que trasciende los límites formales de la institución que por sus características y el estilo pedagógico y político que adopta se convierte en una experiencia profundamente comunicacional.

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