A Mauro Guevgeozian es más fácil decirle “el Armenio”, aunque haya nacido en Montevideo. El delantero de 31 años incorporado por Newell’s después de un muy buen semestre en Temperley (su primera experiencia en Argentina) llega al sur de Rosario con la misión de calzar la horma dejada por el goleador Ignacio Scocco, emigrado a River en el que al cierre era el traspaso más fuerte desde que se abrió el coto de caza para que los clubes negocien con holdings de representantes y adquieran jugadores en condiciones nunca del todo claras.

El morrudo Guevgeozian viene de un peregrinaje por ligas sudamericanas que incluyó las de Uruguay, Colombia, Chile, Perú y Paraguay; una carrera similar a la de muchos otros que estilan conchabarse en distintos equipos ilustres del cono sur, como en su caso fueron Peñarol, Libertad o Alianza Lima. El récord aún lo tiene un paisano suyo, Sebastián Abreu, quien vistió 25 casacas, 13 de ellas de la región.

Pero a Guevgeozian se le suma un geotag que no tiene nadie en toda América, de Ushuaia a Alaska. Nieto de armenios, estudió en un colegio de esa colectividad en Montevideo. Criado entre paisanos, aprendió el idioma, fue influido por esa cultura heredada y sintió curiosidad por un pueblo que llevaba enhebrado en la sangre pese a haber nacido a 13 mil kilómetros. Así fue como llegó a jugar en Armenia. Primero en su liga, luego en su selección. La primera experiencia fue en 2007. Tenía 21 años y Armenia acababa de terminar un proceso bélico con Turquía, su némesis milenario. La aventura fue fuerte y breve: duró un puñado de partidos clasificatorios a la Europa League que el Pyunik, su equipo, perdió.

Recién años después surgió una oportunidad inesperada: la convocatoria a la selección de Armenia. Fue para disputar unos amistosos contra equipos que estaban por competir en el Mundial 2014. En esa gira jugaron contra una Alemania que se preparaba para dar el golpe en Brasil. Naturalmente, Armenia se comió una paliza: 1 a 6. Y Guevgeozian quedó enamorado de Thomas Müller: “Ves a todos los alemanes con las medias altas, prolijos, y Müller con las medias bajas y todo flaquito, las piernas como dos cañitas… parece de otro equipo. Pero agarra la pelota y fuiste: nos metieron seis y él no hizo ninguno, pero contribuyó en casi todos”.

Un problema de papeles dejó al morrudo fuera de los partidos oficiales de la selección armenia, como los de eliminatorias a la Eurocopa o al Mundial, y desde entonces las citaciones se volvieron menos frecuentes. Todavía recuerda el asombro de sus compañeros cuando sacaba el mate en los vestuarios y concentraciones. Al no estar nacionalizado, Guevgeozian aún es apto para ser convocado por Uruguay, el país donde nació. Pero él solo espera un llamado desde Ereván, la capital de Armenia, símbolo de la histórica resistencia y suelo del monte Ararat. El mismísimo lugar donde juega de local la selección a la que deseará pertenecer mientras hace méritos en Newell’s Old Boys de Rosario.