Los crímenes de la academia                   7 puntos

The Pale Blue Eye; Estados Unidos, 2022

Dirección: Scott Cooper.

Guion: Scott Cooper, basado en la novela The Pale Blue Eye, de Louis Bayard

Duración: 128 minutos.

Intérpretes: Christian Bale, Harry Melling, Lucy Boynton, Gillian Anderson, Fred Hechinger, Robert Duvall, Toby Jones, Charlotte Gainsbourg, Timothy Spall.

Estreno en Netflix el viernes 6.

El Edgar Allan Poe de Los crímenes de la academia tiene apenas algunos puntos de contacto con el real. Poco se sabe acerca de su breve paso por la academia militar West Point allá por 1830, más allá de la expulsión a comienzos del año siguiente, pero ese dato anecdótico en la vida de unos de los más grandes escritores de la historia es el material de base de la novela de ficción The Pale Blue Eye, de Louis Bayard, y también de la adaptación dirigida por Scott Cooper, adquirida para su distribución internacional por Netflix. El director de Loco corazón y La ley del más fuerte se acomoda rápidamente dentro de los confines del relato detectivesco con fuertes tonalidades góticas. El hallazgo de un cadete que cuelga de una soga, su corazón extirpado para vaya a saber qué extraños designios, encuentra al ex alguacil Augustus Landor, famoso por sus dotes investigativas y traumado por tragedias personales recientes, mientras es convocado con desesperación para resolver el enigmático crimen.

El riesgo para los militares que dirigen la Academia Militar de los Estados Unidos es claro: en Washington andan mirando con recelo ese oneroso gasto y la posibilidad de utilizar el asesinato no resuelto como excusa para el cierre se cierne como una tormenta en el horizonte. Y así es como Landor, interpretado con pericia y varios momentos de genuina sensibilidad por Christian Bale y cuyo apellido es uno de los tantos guiños de la película a la obra literaria del escritor bostoniano, conoce a un soldado de veintiún años de apellido Poe. Un joven particular en varios sentidos, sensible y culto, amante de la poesía y dueño de una melancolía casi mórbida, además de una pasión por la deducción detectivesca que hace que Landor lo tome de inmediato como una especie de asistente en las sombras. Interpretado por Harry Melling, el Dudley Dursley de la saga Harry Potter, Poe es aquí una construcción de fantasía moldeada sobre algunos de los aspectos más conocidos de la fisonomía y convulsionada vida interior del autor de El cuervo y El corazón delator. Además de constructor de los cimientos del relato detectivesco moderno con el personaje de C. Auguste Dupin en cuentos como Los crímenes de la calle Morgue.

Como Holmes y Watson, Landor y Poe comienzan a tirar de la punta del ovillo de los datos, pistas e intuiciones, mientras el primero contiene la impaciencia de los altos mandos y el segundo, como bicho raro que es, soporta nuevamente el bullying de algunos de sus compañeros. Las idas y vueltas de los resortes del whodunnit (¿Quién lo hizo? ¿Quién es el asesino?) están envueltas en una elegante capa visual, pródiga en oscuridades, luces de vela y azules gélidos, cortesía del director de fotografía Masanobu Takayanagi, cuyo trabajo en soporte digital merece destacarse con creces. Los crímenes de la academia cuenta además con un reparto de talentos secundarios notable: Gillian Anderson, Robert Duvall, Toby Jones, Charlotte Gainsbourg y Timothy Spall aportan breves participaciones que no se sienten como simples cameos a pesar de su carácter fugaz.

Todo parece estar bien en el film de Cooper, aunque las propias limitaciones del género comienzan a jugarle en contra una vez pasada la marca de la primera hora de proyección. Al mismo tiempo, el guion se permite algunas derivas que ofrecen varias de las mejores escenas de la película, como el romance a priori platónico entre Poe y una bella y enfermiza muchacha o el “dictado” de unas líneas poéticas por parte de la madre muerta del futuro escritor, construidas en gran medida a partir de diálogos breves, gestos y miradas. Luego llegará la resolución del caso, que no será tal y, como en un giallo, tendrá varias vueltas de tuerca antes de que el telón baje definitivamente. En la coda previa a los títulos de cierre, la melancolía empapa el relato y el duelo actoral entre Bale y Melling toma la forma del trauma y la más inevitable tristeza.