“La política económica de Macri vino a desordenar la vida de la gente” es la premisa con la que Cristina Fernández de Kirchner decidió articular la campaña de Unidad Ciudadana en estas elecciones legislativas y eso se replica en cada aparición de los candidatos junto a sectores afectados por las políticas económicas del macrismo. Esa fórmula se repetirá, a partir de este fin de semana, en los spots que comenzarán a girar por radio, televisión y las redes sociales: darle la voz a los hombres y mujeres que fueron alcanzados por los efectos de las reformas que aplicó el gobierno en su primer año y medio. 

En la ciudad de Buenos Aires, uno de los primeros avisos que saldrá al aire pondrá su lupa sobre una problemática particular que tiene ramificaciones y afecta a mucha gente, sobre todo en los sectores populares: la situación de los clubes de barrio, que fueron golpeados por la suba de servicios y cada vez tienen más problemas para cumplir su rol deportivo, educativo, social y comunitario. “Las tarifas nos partieron al medio”, le dijo a PáginaI12 Leonardo Militello, presidente del club 17 de Octubre del barrio de Flores y protagonista de una de las historias que se conocerán a partir de este fin de semana donde le sacará una tarjeta amarilla al propio Macri. 

“Nosotros venimos participando de diferentes ámbitos con otros clubes de barrio porque la situación es la misma para todos. A partir del ataque que tuvimos con el tema de las tarifas es que fuimos generando espacios para juntarnos a reclamar por la subsistencia de los clubes, y desde ahí venimos discutiendo estrategias para salir del momento que estamos pasando”, explicó Militello, que destaca que el rol de esos espacios barriales “no es sólo deportivo sino social, de contención de niños y jóvenes” y que es esa función “lo que esta peligrando en este momento”.

Hasta 2015, el club 17 de Octubre pagaba una factura bimestral de luz de dos mil pesos y ahora paga diez mil quinientos pesos por mes. Con el agua pasaron de pagar mil doscientos pesos cada sesenta días a pagar nueve mil doscientos por el mismo período. Aunque el gobierno estableció que este tipo de establecimientos con un rol comunitario podían aplicar para ser beneficiarios de la “tarifa social”, con subsidios, en la práctica eso no resulta sencillo: “Nos piden requerimientos como si fuéramos River Plate”, se queja Militello.

“Para el acceso a las tarifas sociales los clubes tenemos que estar anotados en un registro de actividades deportivas y para acceder a ese registros te piden hasta un análisis de orina. Nosotros estamos desde hace dos años reclamando el ingreso. Usan cualquier tipo de excusa para demorar el trámite y entonces no podemos acceder a la tarifa social. De 800 clubes que hay en la ciudad de Buenos Aires, no fueron mas de veinte los que accedieron a la tarifa social”, detalló el referente.

El tarifazo impulsado por el gobierno nacional afectó toda la actividad cotidiana. “La mayoría de nuestras actividades eran gratuitas para la comunidad, pero ahora tenemos que plantear una cuota social porque no podemos seguir sosteniéndolo con plata del bolsillo de los compañeros de la comisión directiva”, explicó el dirigente. “Para nosotros es terrible ver cómo los padres se quedan sin laburo y a la vez tener que pedirles que paguen una cuota para que su pibe pueda seguir haciendo deportes. Igual tratamos que nadie  quede afuera, así que damos becas, tratamos de acompañar, hacemos colectas cuando un vecino lo necesita”.