El río Paraná comenzó el 2023 dentro del rango de aguas bajas y con tendencia a la baja. Pese a una leve remontada a principios de octubre, la altura del agua en Rosario cerró la primera semana del año en los 95 centímetros, pero ayer ya medía 45 centímetros, con una caída de 11 centímetros en apenas 12 horas, según los datos oficiales de Prefectura Naval Argentina. El promedio histórico para enero se ubica en los 3 metros, pero por estos días la bajante se acerca a los niveles de hace un año y finales de 2021 cuando se alcanzaron niveles de sequía extrema. Si bien se espera que el fenómeno de La Niña comience a ceder este año para dar lugar a mayores lluvias, preocupa la seca que afecta a las provincias de la cuenca del Plata y la posibilidad de que se generen incendios en la primera parte del año.
El 2022 cierra un trienio con características similares en materia hídrica: aguas bajas y lluvias no lo suficientemente significativas como para recuperar el caudal de agua. “Hoy continuamos con la situación de bajante, pero con mejores expectativas. La perspectiva que tenemos para los próximos meses indica un retorno gradual a condiciones normales, pero recién pasado el otoño”, señaló Juan Borus, hidrólogo del Instituto Nacional del Agua (INA).
El principal repunte se dio a principios de la primavera con lluvias en diferentes lugares de la cuenca que dieron más volumen al río, permitiendo que el caudal pasara de calificación baja a media. Pero en noviembre las lluvias mermaron y comenzó una tendencia decreciente de la altura del río que se mantiene hasta hoy. Para el especialista se trató de una “mejora sensible” en un contexto de bajante, aunque lejano al de finales de 2021 y principios de 2022, donde se registraron mediciones bajo cero.
Desde el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario realizaron un análisis similar recordando que el 2022 comenzó con una bajante extrema que fue subiendo paulatinamente llegando a lograr una altura relativamente normal en octubre, cuando comenzó a decrecer nuevamente. “En noviembre se volvió a descompensar y tuvimos una bajante de prácticamente un metro y medio en poco tiempo. Fue una bajante estrepitosa, con muchísima velocidad”, señaló Matías De Bueno, director del organismo.
El abogado ambientalista recordó que se trata de la bajante “más prolongada de los últimos 140 años”, lo que dejó consecuencias marcadas: “Eso secó el humedal, una enorme cantidad de territorio que anterioridad estaba tapado por el agua. Con lo cual también hubo mucho material combustible y eso generó la gran cantidad de fuego que tuvimos en estos tres años”.
Sequía
Además de la bajante, desde el INA pusieron en el foco en la falta de lluvias en gran parte del país, que se traduce en una fuerte sequía que impacta de lleno en las provincias de la cuenca del Plata. “Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Chaco y Santa Fe, han tenido un 2022 muy complicado. Las lluvias acumuladas son claramente inferiores a las normales y la sequía se ha acentuado”, detalló Borus.
Entre las zonas más afectadas aparece la mitad sur de la provincia de Santa Fe y el sudoeste de Entre Ríos, mientras que en la provincia de Buenos Aires la “zona núcleo” es la más castigada. En algunos casos la situación llega al extremo, como el arroyo del medio que divide a las provincias de Santa Fe y Buenos Aires, que se encuentra prácticamente seco, o arroyos como el Ludueña y el Saladillo, con caudales muy bajos de agua.
“Estamos en una condición muy extrema de sequía que afecta un montón de cosas, desde la provisión de agua en poblaciones rurales hasta las producciones agropecuarias y ganaderas, que están teniendo una faltante de lluvias grave. Y eso no tiene visos de mejora”, explicó Borus. “Necesitamos que se normalice el patrón de lluvias en la región y eso no significa tener grandes cantidades, sino tener una frecuencia más repetida”, agregó.
Incendios
No es casual que los tres años de bajante coincidan con una época de incendios continuos en toda la zona de islas del Delta del Paraná. El 2022 se caracterizó por los reclamos de la ciudadanía por una Ley de Humedales que finalmente no pudo avanzar en el Congreso de la Nación. A septiembre del año pasado, las organizaciones ambientalistas estimaban unas 320 mil hectáreas quemadas en todo el país, y para el tramo final del año la situación no mejoró demasiado.
“Vemos que se sigue prendiendo mucho fuego en muchos lugares. En Entre Ríos la semana pasada se veía mucha isla prendida fuego, y había unas 6 mil hectáreas prendidas fuego en frente de San Pedro. En los últimos días también se vio fuego frente a Rosario”, repasó De Bueno.
En ese marco, las perspectivas no son buenas durante la primera parte del año porque continuará el proceso de bajante. No obstante, se espera que para mediados de año el fenómeno de La Niña vaya cediendo a una época de mayor humedad y agua. Eso podría generar una suerte de equilibrio con la primera parte del año, pero con aumento de precipitaciones hacia fines de 2023.
“Para fin de año se espera que las precipitaciones aumenten muchísimo en periodos cortos y que para 2024 podamos tener incluso alarmas por inundaciones. Sabiendo esto ya deberían estar tomándose medidas preventivas, por un lado para evitar el fuego en el corto plazo, pero también para adaptarnos a las problemáticas de las inundaciones de acá a un año”, adelantó el abogado ambiental.