Es jueves y en Plaza de Mayo un grupo de trabajadores metalúrgicos caminan alrededor de la pirámide, imitando a las Madres. No cantan ni llevan banderas, caminan en silencio. Las consignas de los carteles que levantan dicen: “en defensa de la industria nacional”, “basta de despidos y suspensiones”, “no a la importación, sí al trabajo argentino”. Las gorras con el sello de la UOM los identifican y los cubren del sol del mediodía. “Si el Gobierno sigue así, vamos derecho al 2001”, advierte uno de ellos, Antonio Donello, secretario gremial de la UOM Rosario, donde, dice, 800 de sus compañeros fueron despedidos y otros 2000 están suspendidos. “Y así empezó la lucha ese año, éramos pocos, algunas direcciones tiraban los conflictos para atrás y de golpe terminamos por salir todos a la calle”, explica. “Por eso estamos en la plaza: queremos llamar la atención, generar conciencia en la gente de lo que puede venir con esta política económica”.
La peculiar forma de protesta, contaron a PáginaI12, seguirá “por tiempo indeterminado”, una vez por semana. Las razones: los 20 mil despidos y 14 mil suspensiones que afectaron a los metalúrgicos a lo largo del año, según denunció pocos días atrás el secretario general de la UOM, Antonio Caló. La última semana fue peculiarmente difícil: 165 cesanteados en la empresa productora de notebooks IFSA, de Tierra del Fuego, que tuvo que salir a desmentir su quiebra, y 200 suspensiones en la planta cordobesa de la empresa Bahco. “Vamos a demostrar en la calle que no estamos contentos”, había anunciado Caló a principios de mes, al dar a conocer las cifras de despidos.
Dentro de ese panorama, el anuncio del Gobierno de que a partir de marzo del año que viene se eliminarán los impuestos a las computadoras importadas terminó de encender la alarma y, en paralelo a las mesas de diálogo de las que participa como parte de la CGT con el sector empresario y el Gobierno, la UOM definió que un grupo de sus agremiados vaya a la plaza a marchar como las Madres. “Esa decisión puso en riesgo el trabajo de 12 mil compañeros. Todos los países están protegiendo sus economías, su industria, y nosotros vamos en sentido contrario”, se queja Emiliano Gallo, miembro del secretariado nacional.
“Las suspensiones son un paliativo de los despidos, es el paso previo. En muchos casos, fruto de la presión, las empresas deciden no despedir, pero suspenden. Esto puede ponerse cada vez peor”, señala Gallo. “Es como el semáforo que se pone amarillo antes de pasar a rojo”, grafica. Desde la ley antidespidos, vetada, hasta hoy, el número de puestos de trabajo perdidos siguió en aumento, razón suficiente para desconfiar del “compromiso” de las patronales de frenar los despidos. “Ya lo hicieron antes y fue una mentira”, dice Gallo, y se queja de que el acuerdo no contempló sanciones para las empresas que decidan violarlo.
La estrategia de frenar los despidos con suspensiones ocupó buena parte de la agenda de la UOM frente a la crisis que atraviesan las automotrices como consecuencia de la recesión brasilera y de la reducción del consumo interno. A fines de septiembre, junto a Smata -gremio con el que comparte representatividad en el sector - acordaron con las patronales del sector evitar, suspensiones mediante, seis mil puestos menos de trabajo en las fábricas automotrices de Córdoba. En Córdoba, según el Smata, hubo además 600 retiros voluntarios en Fiat, 180 en Renault 180 y 70 en Volkswagen desde la asunción de Cambiemos.  
Mientras el número de trabajadores en la cuerda floja crece, la conducción tripartita de la CGT se aferró a la estrategia del diálogo. “El diálogo no está mal siempre y cuando se obtengan resultados”, dice Donello, “pero hasta ahora lo que hemos conseguido fue en la calle”. Por esto, festeja el acto del viernes pasado frente al Congreso junto a los movimientos sociales, y sostiene: “El miedo que existe es que nos terminemos convirtiendo en un gran sindicato de desocupados, vamos a terminar todos así”.
Las rondas alrededor de la Plaza seguirán “indefinidamente”, dice Gallo. Ayer, la protesta la encabezaron delegados de las seccionales de Avellaneda, San Martín, La Plata, San Miguel y Vicente López. De esa seccional, él es delegado. “Tenemos en la empresa Banghó el principal conflicto. Si quitan las retenciones a la importación de netbooks, desaparece la planta, es tan simple como eso, no tienen manera de competir. Al mismo tiempo, está frenada la producción del programa Conectar Igualdad. Y con el cierre, tenemos 300 compañeros más en la calle. Vamos a seguir intentando que este Gobierno entre en razón y la gente que fue engañada, también”, resume, sentado en uno de los canteros, mientras sus compañeros se sacaban algunas selfies con la Plaza de fondo tras hora y media de marcha bajo el sol.

Informe: Matías Ferrari.