No nos ignoren, por favor. Una vez más, venimos ante ustedes alarmadas, preocupadas y -por supuesto- asustadas a darles la peor de las noticias: en Argentina no estamos a salvo. El último informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+ refleja que en 2022 se cometieron en el país 129 crímenes motivados por discriminación por orientación sexual, expresión e identidad de género. Por eso, por favor, escúchennos.

Corremos peligro. De estos 129 casos, 40 fueron ataques violentos contra nuestra integridad física. Los otros 89 fueron lesiones o situaciones que provocaron la muerte. Todo es consecuencia del rechazo, odio y/o discriminación que nuestros agresores dirigen hacia personas trans, lesbianas, bisexuales, gays y más disidencias sexuales históricamente vulneradas. Son nueve casos más que los 120 crímenes contabilizados en 2021 y no tienen idea de cómo nos duelen cada uno de ellos.

Necesitamos pedir, por favor, que dejen de perseguirnos. La mayoría de esos 40 ataques a nuestra integridad física -que el informe define como “violencia física que no terminó en muerte”- fueron realizados por personas particulares. Pero el 10 por ciento fueron protagonizados por agentes de seguridad del Estado. Por eso no es raro que muchas de nosotras lo pensemos dos veces antes de pedir ayuda a la policía.

Imaginen lo que significa para nosotras escuchar sobre algún caso ocurrido cerca de donde vivimos. A las afueras de algún boliche al que fuimos alguna vez, en el McDonald's cerca de casa, en la parada de bus que usamos todos los días. Imaginen la bronca y la impotencia de cuándo nos enteramos de que la víctima era alguien que conocíamos: alguna compañera, amigo, novie o algún familiar. En serio, por favor, intenten imaginarlo.

Pero quizás, aunque se esfuercen, jamás tendrán idea de nuestro miedo. La reflexión a la que muchas llegamos luego de conocer estos ataques es angustiante: esto nos puede pasar a cualquiera de nosotras en algún momento. Y no se atrevan a acusarnos de exageradas. Fueron 129 veces en un año y una sola motivación: el odio que siente gran parte de la sociedad contra nuestra existencia.

Y nos odian con saña. El observatorio registró las modalidades de estos crímenes para que, quizás, puedan tener una idea del horror al que nos enfrentamos. El reporte da cuenta de golpizas, puñaladas, cortes, abuso sexual, ahogo y estrangulamiento. También de cinco víctimas de balazos, una persona degollada y dos quemadas.

Pero hay algo que necesitamos destacar: no todas corremos el mismo nivel de peligro. El 83 por ciento de las víctimas de estos crímenes de odio en 2022 fueron mujeres trans (travestis, transexuales y transgéneros). En relación a los fallecimientos, la situación es considerablemente peor para ellas: dentro de las 89 muertes se contaron un varón trans (1 por ciento), seis personas gays (7 por ciento) y 82 mujeres trans (92 por ciento del total). Es la misma tendencia fatal desde que se creó el Observatorio en 2016. Llevamos siete años denunciando que están matando a nuestras compañeras. ¿Podrían esta vez, por favor, prestarnos atención? 

En 2022 se registraron 9 casos mas que en el año anterior. Foto: Jose Nico. 


La violencia estructural también mata

Hay otra distinción importante que hace la investigación. De estas 89 muertes registradas, 18 fueron asesinatos y 71 fueron consecuencia de lo que el observatorio define como “violencia estructural”: muertes provocadas por condiciones materiales de precariedad resultado de la vulneración sistemática de derechos. Son decesos, dice el observatorio, causados por el abandono del Estado. Muertes evitables. Les damos un ejemplo: compañeras trans que mueren por alguna enfermedad que ya tiene tratamiento o cura, pero que no pudieron acceder al sistema de salud producto de la discriminación o violencia que sufren en estos espacios. Y excluir a una mujer trans del sistema de salud es un crimen.

Lamentamos decirles que todo es mucho peor de lo que les estamos contando. El reporte se arma a partir de casos que se visibilizan en los medios masivos de comunicación y las denuncias a las que tienen acceso la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, la Federación Argentina LGBT+ y organizaciones aliadas. Pero el observatorio reconoce que se trata de un sub registro porque muchas víctimas no denuncian por temor. En otros casos, el registro de las autoridades no respeta la identidad o expresión de género de las víctimas, o no se considera u oculta la orientación sexual de las personas afectadas por estos crímenes.

Esperamos, de todas formas, que coincidan con nosotras en que no es necesaria ni una muerte más para que acepten que es imperativo, por ejemplo, que se apruebe una nueva Ley Antidiscriminatoria Nacional y que, de una vez por todas, se discuta la Ley Integral Trans. La indiferencia mata. La exclusión asesina. Y si aun sabiéndolo deciden mirar hacia otro lado y no hacer nada, queremos decirles que ustedes también serán responsables de nuestra tragedia.

Por último: por favor, no nos malinterpreten. Tenemos miedo, pero este miedo no hace otra cosa que volvernos más valientes cada día. Seguiremos luchando, a pesar de todo, y pelearemos con convicción. Sí, incompletas, porque estas pérdidas son irreparables, pero con todas las fuerzas que nos quedan para que no nos quiten ni a una compañera más. Pero hoy, solo por hoy, en atención a este luto que nos alcanza a todas, pronunciamos este ruego, porque este dolor es tan grande que se transforma en desesperación.