Días atrás, en una nota publicada en este mismo diario, repasábamos la importancia que tiene el vasto sistema de bibliotecas populares en la provincia de Buenos Aires, cuyo territorio cuenta con unas 500 instituciones formalmente registradas ante la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. El diálogo que pudimos sostener con el presidente de la Federación de Bibliotecas Populares de la Provincia de Bueno Aires, Juan Carlos Moscatel, nos reveló la importancia del trabajo articulado entre las bibliotecas y los diferentes organismos del gobierno provincial.

Para examinar las posibilidades y modalidades de esta articulación conversamos esta vez con Ximena Talento Bianchi, responsable de la Dirección Provincial de Promoción de la Lectura. Talento nos explicó la importancia del apoyo del Estado al trabajo de las bibliotecas, subrayando que ese apoyo debe verificarse siempre dentro de los marcos regulatorios existentes en los distintos niveles y estamentos del Estado (nacional, provincial y municipal) y destacando especialmente su convicción de que ese apoyo debe llevarse a cabo en el marco de lo que caracterizó como “un modelo de alianza”, en el que el Estado aparece para ayudar a satisfacer necesidades definidas por las propias bibliotecas.

Este modo de entender la “alianza” entre el Estado y las bibliotecas parte, entonces, del reconocimiento y la validación de la función social que ellas cumplen y de la necesidad de garantizar el necesario nivel de independencia que reclaman para funcionar. Algo que hacen de modos muy variados y diversos, lo que vuelve necesarias también formas muy distintas de apoyo del Estado, en función de lo que la propia comunidad, a través de las comisiones directivas de las bibliotecas, identifiquen como sus tareas o sus prioridades: acercar a los lectores y las lectoras a los clásicos o a sus reinterpretaciones, proponerles diferentes maneras de pensar nuestra cultura, hacer circular nuevas narraciones, facilitar el acceso a información necesaria para el ejercicio de la ciudadanía, promover el encuentro de la comunidad.

En todos estos campos, y en relación con todas estas necesidades de las bibliotecas públicas de la provincia, se despliegan las acciones que lleva adelante la Dirección. Junto a una cantidad de actividades relacionadas con el mejoramiento de la comunicación y la asistencia para el cumplimiento de trámites y la obtención de subsidios, hay, informa Talento otras dos grandes líneas de trabajo. Una es la adquisición de bibliografía, tarea para la cual se han comprometido aportes de diversos organismos que en total han permitido incorporar más de 250 libros nuevos para cada biblioteca, lo que amplía las posibilidades y opciones de lectura para una mayor cantidad de lectores. Al mismo tiempo, la Dirección está pensando, junto a las bibliotecas, cómo promover la lectura en las infancias y juventudes.

La otra línea de trabajo es la articulación de tres actores fundamentales para la promoción de la lectura: las bibliotecas, los escritores y escritoras y las editoriales. “No hay una posibilidad de pensar la promoción de la lectura sin estos tres actores. Ellos son la base de las comunidades lectoras que queremos potenciar, y estamos trabajando en esa articulación”, dice. Y comenta que, en ese sentido, se llevó a cabo en noviembre del año pasado el Encuentro Provincial de Bibliotecas Populares en Chapadmalal (“Un lugar icónico si pensamos en el acceso a derechos”, destaca), en el que participaron bibliotecarios, escritores y editores. Muchos de ellos y ellas se formaron en las bibliotecas populares, conocen el rol que tienen y su función democratizadora de la lectura.

Viene a la memoria un libro: Fantasma del Saber, donde Noé Jitrik relata sus primeras experiencias como lector en la biblioteca popular de Rivera. Es que finalmente la lectura, y por lo tanto el aliento y la promoción de la acción de crear nuevos sentidos a través de la lectura, es el eje fundamental de la actividad de todas las bibliotecas. Leer, escribe Ángela Pradelli, “produce significados que nos limpian la arena de los ojos y nos rescatan de la desintegración, nos recomponen. Somos eso, la composición que la lectura hace de nosotros, de nuestro pasado, de los discursos de los otros sobre el mundo y sobre nosotros mismos… Somos eso, hombres y mujeres hechos de lectura”.

Una lectura que cambia también en sus modos a lo largo del tiempo y de las generaciones. Por eso la preocupación de los bibliotecarios y las bibliotecarias y de la propia Dirección de Promoción de la Lectura por los adolescentes y los jóvenes, y por cuál debería ser el rol de las bibliotecas de cara a las nuevas tecnologías y a los nuevos modos de leer en el mundo actual. Se trata de conocer mejor, dice Talento para terminar, “cómo se lee y cuáles son las necesidades de las bibliotecas para seguir alojando a sus comunidades y ofrecer espacios de encuentros”. 

Universidad Nacional de General Sarmiento