Esta semana, el papa Francisco brindó una entrevista en la que habló, entre otros aspectos, de la economía argentina y fue muy crítico con los niveles de inflación que atraviesa el país. Pero durante ese mismo reportaje con la agencia Associated Press (AP), el pontífice también opinó sobre la homosexualidad. “Ser homosexual no es delito -aseguró y poco después agregó-. Pero es pecado”.

El sacerdote jesuita de Estados Unidos James Martin, uno de los editores de America Magazine e integrante de una pastoral en contra de la discriminación y a favor de la inclusión de la comunidad LGBTQ en la Iglesia, le escribió al Papa una carta pidiéndole una aclaración de sus palabras.

Con otra misiva escrita a mano, Francisco respondió: “Querido hermano, no es la primera vez que hablo sobre la homosexualidad y sobre personas homosexuales. Y quise aclarar que no es delito para subrayar que toda criminalización no es buena ni justa”.

“Cuando dije que es pecado, simplemente me referí a la enseñanza moral católica que dice que todo acto sexual fuera del matrimonio es pecado”, agregó. Según el Papa, “hay que tener en cuenta las circunstancias que disminuyen o anulan la culpa”.

“Tendría que haber dicho ‘es pecado como lo es todo acto sexual fuera del matrimonio’. Esto, hablando de la ‘materia’ del pecado, pero sabemos bien que la moral católica, además de la materia, evalúa la libertad, la intención; y esto, para todo tipo de pecado”, explicó.

Francisco sentenció que “quien quiera criminalizar la homosexualidad le diría que está equivocado”. “En una entrevista televisada, donde se hablaba con naturalidad y en un lenguaje de conversación, es comprensible que no se hagan precisiones”, dijo en referencia al reportaje con AP.

En esa ocasión, el pontífice llamó a que los obispos católicos que apoyan las leyes que criminalizan la homosexualidad o discriminan comiencen a atravesar un "proceso de cambio" para reconocer la dignidad de todos.

“También el obispo tiene un proceso de conversión”, dijo, y agregó que debían mostrar “ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros”.

Además, definió como “injustas” las normativas que penalizan la homosexualidad —se estima que hay 67 países o jurisdicciones con este tipo de leyes— y dijo que la Iglesia católica puede y debe trabajar para ponerles fin.