Aunque en la estadística son los menos, los homicidios en ocasión de robo son la variante de la violencia urbana que reaviva la sensibilidad colectiva respecto de la seguridad pública, y produce expresiones sociales como lo fue hace algunos años el movimiento Rosario Sangra o la agrupación Vecinales Unidas por la Inseguridad.

Quedó en evidencia ante casos resonantes como los crímenes del cocinero Sebastián "Oso" Cejas, asesinado en octubre de 2020, en Gaboto y Sarmiento, al resistirse al robo de su auto, o el del arquitecto Joaquín Pérez, muerto por asaltantes que lo emboscaron un año después cuando guardaba su automóvil en Muñiz al 1200, Arroyito. 

Enero terminó con 24 homicidios dolosos, y en ellos, seis fueron en contexto de robo. Dylan Panuncio, 14 años, murió el 7 de enero a manos de un policia de civil a quien habría intentado robarle la moto en Ayacucho y Circunvalación. El mismo día, Ariel Simoncini (55), murió de un tiro en la cabeza cuando estacionó su camioneta trafic en Zelaya y Matheu a la espera de una cita falsa para comprar un vehículo. 

Nicolás Vélez (21) y Carlos Godoy (28) perecieron el jueves 19 al asaltar un comercio de Brasil al 500 bis. Entre la clientela había un policía vestido de civil que sacó su pistola y les disparó.

Esteban Fernández (30) murió el viernes 20 a la noche, en 27 de Febrero e Iriondo, cuando regresaba a su casa luego de trabajar como verdulero en el supermercado La Reina. 

Iván Escobar (40) perdió la vida en la madrugada del lunes 30, a manos de una persona que le disparó a quemarropa en Paraguay al 6200 para robarle la moto, cosa que al final no llevó. El hombre se aprontaba para ir a trabajar al Hospital Carrasco.