Desde Santa Fe

Otro campesino del norte de la provincia, Germán Clavero, de 64 años, que es poseedor de un campo de 3.700 hectáreas desde "toda la vida" en Gato Colorado y sus dos sobrinos, Abel de 31 años y Roberto, de 23, fueron allanados a punta de pistola y ametralladoras, sometidos a golpizas y torturas aberrantes por más de diez horas y detenidos tres días por la Guardia Rural Los Pumas y la Policía de Tostado. Abel dijo que lo atormentaron con picana eléctrica y el "submarino mojado" porque le sumergían la cabeza en un pozo de agua y luego recibía golpes de corriente en la espalda. "Esto ocurrió por lo menos cinco veces", relató. Mientras que el abogado de los tres, Iván Bordón, calificó al operativo como un "desalojo encubierto" -prohibido por la última ley que sancionó la Legislatura‑ que los despojó de la propiedad, que hoy está ocupada por "dependientes" de una empresa privada que opera en Tigre, provincia de Buenos Aires.

Ayer, rodeados por militantes del Foro contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe y la Asociación Norte Amplio por los Derechos Humanos, los Clavero relataron el suplicio. Desde el allanamiento en Gato Colorado (el miércoles 19, a las 7.30), las torturas físicas y sicológicas que siguieron y el regreso a la libertad (el viernes 21, a las 11) en Tostado, dos horas después de que Bordón presentara un habeas corpus en la Fiscalía de Vera, a las 9.35. La consecuencia es que hoy los tres están en la calle.

Don Cravero dijo que el primer impacto del allanamiento fue "el fierrazo" que rompió la puerta de la casa. Eran "cinco o seis tipos" cubiertos por "pasamontañas" que entraron a los gritos. Les apuntaban. Tenían pistolas, dos ametralladoras y armas largas. Un amanecer de mucho frío.

Abel dijo que a su tío lo arrastraron de la cama hasta debajo de una mesa. A él y a su hermano los empujaron afuera y los maniataron con precintos. "Me arrojaron al suelo, me pisaron la espalda y el cuello". "Le preguntábamos qué pasaba y nos decían que nos iban a matar", contó.

Además de los "cinco o seis" encapuchados con pasamontañas, operaban entre 30 y 40 efectivos de la Guardia Rural Los Pumas y de la Policía de Tostado. Uno de ellos intercedió ante la golpiza a don Cravero, a quien conocía. "Es una persona mayor no le peguen", dijo Abel que le escuchó decir al policía.

Otro represor preguntó: ¿Dónde están las armas?". Abel le dijo que ellos no tenían armas, que si buscaban no iban a encontrar nada. El hombre estalló: "¡Ustedes tienen armas!". Y empezó "a pegar, a pegar, a pegar, patadas y rodillazos". "Nos acusaban de portar armas, que habíamos amenazado a alguien", siguió Abel.

El abogado Bordón explicó que el allanamiento se hizo por orden de la fiscal de Tostado Sonia Bustos, quien habilitó la feria judicial y dispuso el operativo, aunque ella no participó. Es una "investigación preparatoria a David Cravero, un hermano de los chicos" sobre supuestas "amenazas y coacciones", dijo. Recordó que Bustos es la misma fiscal que investiga el balazo a don Cravero en enero de 2016, pero que "hasta hoy no tomó ninguna medida".

A pesar de las amenazas, Abel pidió que no le pegaran a su hermano porque "tuvo ataques de epilepsia" y "lo podían matar". "¿Así que vos te haces el durito?", reaccionó uno de los represores. Lo arrastraron hasta un pozo y le hundieron la cabeza en el agua. Y sintió el golpe eléctrico en la espalda. El submarino y la picana, una y otra vez. "Era desesperante. Me metieron cinco veces la cabeza en el pozo y cinco veces me picanearon. Me dejaron tirado", agregó.

Los Cravero estuvieron hasta las cinco de la tarde en la calle, afuera del campo. Después, los pasearon por destacamentos de Los Pumas, en Guanagan, y La Cigüeña, donde los obligaron a "firmar papeles" y a la una de la mañana del jueves los llevaron a la Jefatura de Tostado, donde recién salieron en libertad el viernes 21, a las 11. Desde entonces, Bordón hizo tres denuncias: ante la fiscal de Rafaela, Mirna Segré, Asuntos Internos y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia.