Mil veces Líbero. Mil tapas, mil hechos, mil temas, mil personajes, mil por donde se lo mire es un número redondo e inabarcable. Hay que dejarse llevar. Ubicarse en tiempo y espacio. Fijar las coordenadas del viaje hacia el pasado y darse cuenta de que son casi veinte años de historia. La historia de nuestro mejor y peor deporte. Con consecuencias que siguen hasta hoy. Un ejemplo impacta, es un golpe al mentón de la incredulidad. Mauricio Macri era el presidente de Boca. Ahora es el presidente de la Nación. Otro: Julio Grondona ya no está entre los vivos. Tampoco tiene el monumento que hubiera soñado para la posteridad. Es el co-conspirador número uno del escándalo por los sobornos de la FIFA. Su trayectoria parece resumida a un expediente judicial.

La selección nacional jugó cinco mundiales y no ganó ninguno. La violencia en el fútbol jugó casi todos los domingos y ganó miles de partidos. Los clubes jugaron varias finales por su subsistencia y se las ingeniaron para salir airosos. Aún con dirigentes corruptos e irresponsables y un país desquiciado por planes económicos dictados desde el FMI. 

Los verdaderos hinchas fueron corridos de las canchas. Los barrabravas se enseñorearon en esas mismas canchas cada vez más vacías. Más vacías de todo menos de policías. Ellos siempre fueron una presencia creciente o cuanto menos estable. Los hinchas también fueron una postal para la televisión, que nos vendió una ficción. Aparecían gritando los goles que debíamos imaginarnos. Recién podían verse a las 22 en Fútbol de Primera, por el 13. Volvemos a algo parecido. Los goles son de Fox y Turner. Made in USA. 

River e Independiente se fueron al descenso. Arsenal salió campeón de la Copa Sudamericana. Morir en la cancha siguió siendo una posibilidad real. Que un empresario de mala reputación se apodere del patrimonio de una institución centenaria también. Los jugadores veinte años después son la misma mercancía, pero más cotizada. Y a más niños, mejor. Porque, como decía Eduardo Galeano: “Una cosa es la libertad de los hombres y otra la libertad del dinero”. El mercado fija las reglas y no importa si la credibilidad de la FIFA se cayó a pedazos. El fútbol seguirá y será el principal insumo de otros mil números de Líbero, si llegamos. Mejores o peores que este primer millar. Irrepetibles. Vendrán otros periodistas a escribirlos. A nosotros nos quedará la convicción de haberlos disfrutado. De haber cumplido nuestro deber.

[email protected]