Con la condena a la injerencia religiosa en Israel, miles de israelíes participaron en la Marcha del Orgullo LGTB de la ciudad santa de Jerusalén, en medio de imponentes medidas de seguridad. Desde horas antes de la anunciada por la convocatoria, los accesos a la manifestación estuvieron protegidos con un doble perímetro de seguridad y vallas custodiadas por cientos de agentes de la Policía, desplegados cada pocos metros. Durante la jornada, resultaron detenidas 22 personas, una de ellas con un cuchillo. Además, un joven residente en el centro del país tuvo el ingreso prohibido a Jerusalén, luego de postear amenazas contra la marcha en la red social Facebook. Por la tarde, poco antes del inicio de la manifestación, un grupo de ultraortodoxos y ultraderecha se posicionó frente al Parque de la Libertad, en la zona oeste de la ciudad, bajo el lema “Jerusalén no es Sodoma” para condenar la Marcha del Orgullo. Uno de los organizadores, Ido Meir, agradeció que “unas 15.000 personas asistieran este año”, un número menor que el pasado, cuando fue la marcha más concurrida, al ser la primera tras el asesinato por un ultraortodoxo de una adolescente en 2015, según el diario Haaretz.