Walter Bishop de Fringe (John Noble). Toda serie conspiparanoica necesita de un genio maldito. Este bicho de laboratorio reunía todas las condiciones para ser el científico loco querible y malévolo definitivo. De gran coeficiente intelectual, culpable de algunas muertes producto de sus investigaciones, cantaba mientras resolvía problemas, charlaba con Dios y podía considerar a los demás simples conejillos de indias.  Mucho peor –¿o mejor?– era su némesis, el Walter exitoso que vivía en el universo paralelo de la entrega.