Luego de cabalgar por varias salas argentinas, haber sido seleccionada en la Bienal de Arte Joven 2022 y ganar en el Festival Internacional de Teatro Universitario de México, regresó a las pampas disidentes de los escenarios porteños la obra creada por un acto de dramaturgia colectiva y dirigida por Violeta Marquis, basada en la exitosa novela Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara. Con maravillosas actuaciones de Camila Tabet, Nicole Kaplan, Sol Zaragozi y la música en vivo de la multiinstrumentista Catalina Telerman, Desertoras se planta firme en algún lugar de la extensa e inabarcable llanura argentina para experimentar una historia que atraviesa el escape, la deserción, la libertad y el amor excitante entre mujeres. 

Huyendo de las tradicionales tierras del Martín Fierro, Liz, una mujer inglesa que perdió a su marido por la leva, y la China, que escapa del gaucho Fierro con la intención de no volver jamás, encuentran sus caminos en sus respectivas derivas hacia la búsqueda de otra vida mejor. Sororidad, aventuras, picnics al sol y una inconmensurable curiosidad por materializar los sentimientos que entre ellas afloran por lo nuevo, lo erótico y lo desconocido imponen un destino tan misterioso como prometedor, asentado también en la ternura: las conversaciones, las telas, los paisajes, los juegos, el cariño, el aprendizaje mutuo, los besos, los cuerpos, el sexo.

Acompañadas por una payadora que musicaliza todo el recorrido y por una presentadora que contextualiza, opina sobre lo acontecido y hasta ofrece consejos útiles para hacer buenos mates, Desertoras se despliega con una batería de mínimos recursos escénicos para crear una comedia inteligente, fresca y movediza como las arenas de las pampas en las que se focaliza, ya no en la conocida historia de Martín Fierro y sus machitos circundantes, sino en las vivencias posibles de las mujeres históricamente silenciadas, ahora libres para hacer de sus deseos un malón imposible de detener, porque, como señala su directora en diálogo con SOY, la salida siempre es colectiva, tanto arriba como abajo de los escenarios: “Empezamos a trabajar juntas y a crear la obra. Fue un desafío porque además de dirigir me puse a escribir, leer, investigar sobre el universo que propone la gran Gabriela Cabezón Cámara. Lo hicimos de forma colectiva. Improvisábamos sobre capítulos de la novela, grabábamos, desgrabamos, releíamos, volvíamos a improvisar. Escribimos entre todas. Creo que eso hace que queramos tanto a la obra: tiene mucho de todas”.

Durante el proceso creativo, que como cuenta su directora fue de tránsito complejo, divertido y de mucha investigación, surgió un interrogante fundamental que operó también como el disparador clave para que la obra comenzara a transitar con su elegante carreta por los teatros locales e internacionales: ¿Por qué hacer en esta época una obra gauchesca? "Qué decir. Me gusta la novela. Me gustan las historias de lesbianas. Nos divertimos. Creemos que está bueno darle visibilidad. Todas estas respuestas se venían a mi mente, y son ciertas, pero también sentía que había algo más. En ese momento no sé si pude responder algo, fue una pregunta que abrió, que nos hizo pensar. Pero hoy creo que hacemos esta obra porque es parte de nuestra tradición y lo que hicimos fue un poco subvertir esa tradición, o intentar llenar los huecos que están en la historia. ¿Qué hacían las mujeres? No sé, no está escrito: seguro muchas cosas, y también se enamoraban de otras mujeres. Un poco es lo que hace Gabriela y nosotras tomamos eso y lo volvimos teatral, pero también le dimos nuestra propia mirada”, continúa Violeta.

Entre las muchas risas, la impecable performance de las cuatro actrices y los desiertos invisibles que inundan la escena, la obra no deja lugar a dudas de que el clima que rodea este encuentro teatral es el de la frescura, lo político y la diversión: “Me interesa contar una historia de dos mujeres en otra época que se enamoran y que el conflicto no sea ‘uy somos mujeres, ¿cómo hacemos? lo que nos pasa está mal’, o ‘hay que salir del closet, cómo lo cuento’. Ya fue, problema de otrxs eso. La China y Liz disfrutan de su amor y el conflicto o lo qué pasa en la obra no está ubicado ahí. Es lindo poder contar y mostrar parte de lo que unx es”.

Funciones: todos los domingos a las 18 en el Teatro El Grito, Costa Rica 5459.