La “llanura de Temperley” es el escenario donde transcurre “Pastor Alemán”, la obra de Franco Maurizi codirigida junto a Sofía Jaimot que explora la vida de su enigmático abuelo Alberto. En una cara, el payaso y bailarín más famoso del conurbano; en la otra, un miembro de las Fuerzas Armadas y entrenador de perros policías utilizados para cazar “subversivos” durante los años 70s. Ambas caras, la del artista y la del policía, forman parte de los Maurizi, una familia de teatristas de Llavallol que a 40 años de la democracia se enfrentan a su pasado familiar para pensar colectivamente su identidad.

“El proyecto comenzó derivado de un ejercicio de filosofía sobre la ética y la moral en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD). Yo me acordaba que mi abuelo había sido policía en la dictadura, ya rumiaba ese tema y me preguntaba ¿Cómo podía ser que mi abuelo hubiera sido eso? Sabía poco de ese lado. Ahí decidí que quería hablar sobre él . Conocí a Sofí y comenzamos a trabajar”. afirma el autor.

En esta llanura de temperley, que Franco Maurizi construye como espacio lejano y onírico, convergen las fotografías familiares, los VHS, los recuerdos personales y ajenos, los objetos heredados y el archivo histórico como piezas de un rompecabezas opaco que, en su montaje, permiten activar un pasado mucho más complejo que la suma de sus partes. El pie inicial, aunque pequeño, alcanza para encender la llama de la búsqueda: Alberto, el mejor abuelo del mundo y el payaso más conocido de su pueblo, fue también policía durante la última dictadura militar. Su amor por los Pastores Alemanes era también su profesión. Aquellos perros que entrenaba, todos llamados Atos, fueron utilizados por las Fuerzas Armadas para perseguir militantes a lo largo y ancho del país.

“En un momento, la íbamos a hacer sólo con Sofía, como un unipersonal. Así estaba planteado en la dramaturgia. Pero me dí cuenta que no podía porque ese silencio era también colectivo. Escribí el texto y se lo compartí a mis hermanos. Ellos se sumaron inmediatamente y comenzamos a ensayar en “Puerta Abierta”, nuestra casa que ahora es un espacio cultural en el cual mi abuelo tuvo un lugar fundamental como impulsor. Mi padre originalmente no iba a estar en escena. Su participación surgió también de los ensayos y del diálogo con mi familia.” explica Franco. Así, Pastor Aleman se presenta como la primera pieza teatral de esta Compañía familiar de Llavallol.

En el centro de la escena se encuentran Pedro y Victoria Maurizi, hermanos de Franco, actores y bailarines que a lo largo de la obra representan un abanico de personajes. A sus lados, están Diego Maurizi, famoso saxofonista y padre de los hermanos que musicaliza la obra en vivo, y Franco, que dirige y participa de la escena. Entre miradas cómplices, diálogos, risas y confrontaciones, los cuatro construyen esta historia colectiva que trasciende el espacio privado de la familia. La opacidad del registro familiar durante la última dictadura militar y la falta de archivo histórico (Franco buscó sin éxito información de su abuelo en el archivo de las Fuerzas Armadas) obligan al autor a recurrir al arte como herramienta para narrar la historia, permitiendo a su vez reflexionar en su posible devenir documento.

En Pastor Aleman el conurbano bonaerense ocupa un lugar protagónico. Si Temperley, como espacio imaginado, representa el pasado donde creció y se crió su abuelo, su vecina Llavallol es el presente al que nos remite constantemente la subjetividad de sus protagonistas, el espacio donde narran su historia. En ese ir y venir espacial y temporal se desarrolla la obra de Franco Maurizi. Esa cercanía distante es también la que lo separa de su abuelo.

“Nosotros estamos arraigados a la Provincia de Buenos Aires. Somos llavallolenses y conurbanenses militantes. Tenemos nuestro Centro Cultural y tratamos todo el tiempo de que sea un núcleo de gestión, esa es nuestra premisa. Siempre nos formamos con profesores de acá y estamos orgullosos de pertenecer.” afirma Franco y agrega: “Puerta abierta era nuestra casa. Cuando los hermanos empezamos a mudarnos, nuestros padres lo transformaron en un centro cultural que tiene un programa regular con artistas del conurbano pero también de otras latitudes porque creemos que es importante que los consumos culturales sucedan más allá de la capital.“

Pastor alemán es una obra sobre el pasado como problema, como campo de batalla. El espacio escénico se despliega de ese modo y la familia Maurizi lucha contra él función tras función intentando, sino sanar sus cicatrices, por lo menos identificarlas para describirlas una a una.

La obra hará gira por el Municipio de Lomas y zona oeste en los próximos meses. Además, planea funciones en el interior del país para lo que queda del año.

La obra dura 65 minutos y fue escrita por Franco Maurizi. Actúan Pedro y Victoria Maurizi, con música en vivo  y diseño sonoro de Diego Maurizi. La iluminación es de Carolina Rabenstein y la fotografía de Natalia Bovati y Francisco Jarrin. Nehuén Serpa es la asistente de escenografía, la producción es de Pastor Alemán, Camila Almeida y Milena Shifres, y dirección de Sofía Jaimot y Franco Maurizi.