MATILDA, EL MUSICAL 9 puntos

Dennis Kelly y Tim Minchin

Intérpretes: Catalina Picone, Isabella Sorrentino, Victoria Vidal, Laurita Fernández, Agustín “Soy Rada” Aristarán, José María Listorti, Fernanda Metilli, Deborah Turza, Lionel Arostegui, Eluney Zalazar, Rodrigo Villani y Emiliano Pi Álvarez y gran elenco.
Diseño escenográfico: Jorge Ferrari.

Diseño de coreografía y coreografía: Analía González.

Coreografía: Rosario Asencio.
Dirección Vocal: Sebastián Mazzoni.
Diseño de Iluminación: Gaspar Potocnik.
Dirección General y puesta en escena: Ariel Del Mastro.

Dirección de Actores y puesta en escena: Marcelo Caballero.

Funciones: miércoles, jueves y viernes a las 20, sábados a las 15 y a las 19, y los domingos a las 14.30 y a las 18, en el Teatro Gran Rex (Corrientes 857).

Pocas veces se generan tantas expectativas en torno a un estreno teatral. Y Matilda, el musical es precisamente un ejemplo de ese tipo de fenómenos. Fue en octubre del 2022 cuando el productor Carlos Rottemberg anunció el desembarco de la súper producción en Buenos Aires y, desde ese momento, la obra empezó a fabricar un aura especial. Y eso es lo que se confirma en escena con un espectáculo que revoluciona la calle Corrientes en el más literal de los sentidos.

El clásico escrito por Roald Dahl y publicado en 1988, vendió más de 250 millones de libros e inspiró la recordada versión cinematográfica de 1996 dirigida por Danny DeVito y protagonizada por la icónica Mara Wilson. Y más acá en el tiempo, en 2022, Netflix lanzó una adaptación en formato musical que retoma a su vez lo que fue el éxito teatral de esta historia que debutó en la plaza londinense en 2011 para trasladarse a Broadway dos años más tarde. Los buenos antecedentes prepararon el terreno y la versión local logra estar a la altura.

La historia es bien conocida. Matilda es una auténtica niña prodigio. Inteligente y sensible, cuestiona el orden de las cosas e inquieta a quienes la rodean con sus reflexiones punzantes. La pequeña devora libros y puede hacer cálculos matemáticos complejos a la velocidad de la luz, pero su padre, su madre y su hermano, adictos a la televisión y a cualquier contenido fácil de digerir, no la pueden ver ni en figuritas. Y las cosas en la escuela no se ponen mejores, porque la directora de la institución, la temible Tronchatoro, odia a los niños y su único objetivo en la vida es hacerles la vida imposible. Pero no todo es malo. La señorita Miel y un grupo de compañeros “revoltosos” serán sus aliados perfectos en su propósito de impartir justicia.

El despliegue escénico anticipa lo que se verá en escena. Las letras del alfabeto copan la sala del Gran Rex en una escenografía ambiciosa diseñada por Jorge Ferrari. Pero la fortaleza está puesta en el plano interpretativo. Isabella Sorrentino (una de las actrices que comparte ese rol junto con Catalina Picone y Victoria Vidal) conmueve con su carisma para el canto, el baile y la actuación y se pone al frente de un elenco infantil que derrocha energía y frescura sobre tablas. En ese marco, personajes más secundarios -pero no menos importantes para el argumento- como el de Bruce, Amanda y Lavanda también tienen sus momentos destacados.

Con la conciencia de que se ofrece una obra para toda la familia, pero con un contenido que no subestima al público infantil sino que, leal al espíritu de Dahl, lo incluye y lo interpela, la dirección de actores logra que también en el elenco de los adultos todos se luzcan en su rol. En su papel de madre de Matilda, Metilli echa mano a sus recursos de experta comediante y Listorti, como el padre, se anima a una actuación en la que incluso hace algún guiño a su trayectoria televisiva. Por su lado, Laurita Fernández, que ya tiene un importante recorrido en el género, encarna con la dulzura justa a la señorita Miel. Pero, en este punto, sin duda, resalta el trabajo de “Soy Rada” como Tronchatoro. Camuflado con una caracterización monumental, el actor acapara toda la atención con su interpretación todoterreno de la villana.

Referente ineludible de la literatura infantil, Dahl fue uno de los pioneros en darles una voz a las infancias. Matilda es una prueba de eso. En un contexto en el que se avanza en cuestiones de género y diversidad, las niñeces aún no logran hacerse un lugar importante en la agenda. El adultocentrismo gobierna en las casas y en las escuelas, y los más chicos quedan a merced de las reglas de ese mundo. Pero frente a eso, la heroína de este musical tiene cosas para decir. Y ese es el punto más alto de esta propuesta. Porque la historia de Matilda no es sólo la de una niña brillante, sino antes la de una niña que quiere ser libre y hacer valer sus derechos.