Hay muchas formas de articular y ordenar las canciones de un disco. Cucuza Tango Bardo comienza circunstancialmente con “Alma de loca”, pero podría empezar también con “Carabelas nada”, con “Juguete rabioso” o con “La rayuela” y seguiría sosteniendo la misma línea. Es que el disco que reúne a Hernán “Cucuza” Castiello y al cuarteto Tango Bardo (Juan Miguens en contrabajo, Lucas Furno en violín, Mauricio Jost en bandoneón y  Hugo Hoffmann en piano) tiene una unidad notable que deriva de su fortaleza conceptual y esa forma de entender la producción como “tango de juntura”. De ese modo, los arreglos en los temas más contemporáneos los hacen sonar como clásicos de toda la vida y a los temas de siempre con un sonido actual (el piano juguetón de “Garúa”, por ejemplo). Mención especial merece la versión de “Carabelas nada”, quizás el tema clave del disco, el que concentra tanto la concepción del tango del cantor como la variedad de recursos estilísticos del cuarteto. Cuando Cucuza canta en alza “y estoy no deja de ser una canción/ desde el alma/ sol que me calma”, el bandoneón acompaña fraseando por detrás y el conjunto es un tango impecable, más allá de la concepción original de Fito Páez. En el enfoque de los tangos contemporáneos, el tándem traza líneas de unión entre épocas, con su abordaje de “Juguete rabioso” y “Origami”, de Acho Estol (La Chicana) y “Felicidad”, de Guido Iacopetti (Sexteto Fantasma). El único tema propio (“Tibieza”) mantiene esa línea.