“Me lo comería”, dice Emma Baker. La escena se repite cada sábado, cuando ella y su vecina Lucy se encuentran en la fila de la carnicería al norte de Londres. Lucy cree que sí, que Joseph -ese muchacho jovencísimo detrás del mostrador que Emma desea con descaro-, es hermoso. Pero ella está preocupada por otras cosas: cría a dos hijos sola pequeños mientras su padre, Paul, intenta zafar del alcoholismo y además es docente de literatura en una escuela pública. A la vez, ha decidido olvidar la pesadilla que fue su matrimonio con Paul, conocer a alguien y quizás, enamorarse. Así que medio de casualidad termina contratando como niñero part time a Joseph, que está acostumbrado al pluriempleo: es carnicero los sábados, entrenador de fútbol juvenil el resto de la semana y sueña con ser dj. El asunto es que Lucy y él se enamoran. Ella tiene cuarenta y uno y él, poco más de veinte. Lucy es blanca y de clase media, Joseph es un chico de color negro y a veces tiene problemas para llegar a fin de mes. De fondo, la sociedad londinense se quiebra en vísperas del referéndum en torno al Brexit. Demasiadas cosas podrían salir mal en una narración semejante. Pero quien firma esta novela es Nick Hornby. Y eso cambia todo.
“Quise escribir sobre una pareja a la que separasen la mayor cantidad de cosas posibles. Los tres principales obstáculos que encontré son la edad, el nivel educativo y la raza. A medida que fui escribiendo, me di cuenta de que la diferencia de edad era lo más problemático. Y también, el modo en que nos quisieron convencer de que el Brexit nos iba a llevar a la gloria nacional”, comentó Hornby en una entrevista hecha un tiempo atrás. Y esas son las línea de tensión que recorren el libro. A partir de ahí, se suceden algunos grandes momentos. Por ejemplo, cuando Joseph discute con su padre, un albañil que cree que tendrá más trabajo si Gran Bretaña se va de la Unión Europea porque entonces echarían a todos los inmigrantes. O cuando Lucy se toma un té con la madre de Joseph, una mujer de su misma edad deshecha por la infelicidad. O cuando Lucy y Joseph discuten por la sencilla razón de que, en el referéndum, él votó por el sí y por el no a la vez, una falta de interés cívico que el progresismo de Lucy no puede comprender. Incluso, cuando unos policías creen que Joseph es un ladrón porque ¿qué otra cosa haría un jovencito negro intentando entrar en la casa de una mujer blanca en plena noche?
Al mismo tiempo, cada uno de ellos tiene sus propios dilemas. Lucy no puede dejar de hacer cuentas sobre su edad mientras se mira en el espejo o de ocultarse para que sus amigos no la vean con alguien menor que ella. Incluso intenta un vínculo con un escritor maduro, sexy y con dinero, que revela tener cierta disfunción eréctil. Como contrapartida, Joseph siente la presión de tener que ser un metrosexual con chicas de su edad. Es una línea sutil pero Hornby no le escapa a la pregunta sobre qué es ser un hombre hoy en general y un hombre joven, en particular. Además, Joseph prefiere quedarse con los hijos de Lucy a jugar al FIFA en la Xbox antes que enfrentar el hecho de que todos sus empleos no lo sitúan en la cumbre del éxito económico. O sea, quizás no pueda ofrecerle a la chica que le gusta la estabilidad a la que un hombre se ve obligado. Y es que el horizonte de sus sueños también se ve adelgazado por una época que restringe cada vez más las oportunidades. También Hornby le presta atención a ese desencanto de las nuevas generaciones.
La idea que triunfa, finalmente, es que a cierta altura no importa tanto qué edad se tenga sino de qué modo se quiere vivir. Mientras tanto, el autor construye las perplejidades de cada personaje con referencias epocales donde aparecen el deep house y el groove latino que le gusta mezclar a Joseph en su Ableton Live, Los Soprano, instagram y tiktok y los mensajes equívocos por celular. También, sigue explorando el punto de vista femenino, como había hecho, por ejemplo, en Juliet desnuda antes de las épocas de #MeToo.“Es cierto que ahora atraen más los libros de mujeres”, se justificó en The Believer por estos días, luego de recomendar las memorias de Priscilla Gilman o la nueva novela de Elizabeth Strout. Pero lo cierto es que él siempre tomó como referencia a escritoras como Anne Tyler y luego a Lorrie Moore. A la vez, no es extraño que un escritor tan curioso decida asumir riesgos que exceden las modas: él mismo le otorgó prestigio a las historias de gente encantadora pero común que busca lidiar con sus asuntos al ritmo del rock and roll de cada época. Así sus personajes han crecido y madurado junto a él.
El encanto de los libros de Hornby radica en cómo aborda sus historias con suficiente verdad emocional haciendo que la fantasía se sienta arraigada. Y eso es algo que logra otra vez si bien las conversaciones sobre “los grandes temas” por momentos opacan el brillo natural de los personajes. Además, a pesar de sus diferencias, Lucy y Joseph devienen tan inteligentes y empáticos que casi resultan ejemplares y en consecuencia, un poquitín desabridos. La clave para trascender estos baches es que el escritor es tremendamente empático con ellos y también con nosotros como lectores.
Alguien como tú, ambientada en 2016, se publicó en 2020 en inglés. Llega con un poco de retraso que puede atentar contra una trama salpicada de cultura popular como nos tiene acostumbrado el autor de Alta fidelidad. Es verdad que el Kun Agüero ya no juega en el Manchester City (Hornby es fan del fútbol, claro, por eso lo nombra) y Bob Dylan publicó nuevos discos tras Fallen angels. Incluso Hornby tiene un libro nuevo, un ensayo donde pone en diálogo a Dickens con Prince. También es cierto que el apabullante triunfo que obligó al Reino Unido a salir de la Unión Europea está siendo reconsiderado frente al descontento social. Pero Hornby es experto en manipular artefactos de combustión rápida sin que sean obstáculos para una trama perdurable. Ya salió más que airoso en novelas donde habla de la decadencia de los vinilos, del embarazo adolescente, de las estrellas de rock que eligen desaparecer del mapa.
Así que una novela de amor que explora temas raciales, etarios y políticos no pierde vigencia mientras sea Nick quien está detrás del asunto. Porque es un novelista interesado en crear personajes singulares, que abjura de cualquier intento pontificio. No escribe como un intelectual persiguiendo una hipótesis rotunda sino como un amigo que desde hace décadas nos convoca alrededor de su fuego. Y eso es lo que vuelve a hacer aquí.