Desde que las primarias para gobernador en La Pampa inauguraron en marzo el calendario de elecciones provinciales de este año, hubo dos datos relacionados entre sí que llamaron la atención de analistas, politólogos y consultores: el descenso, leve pero sostenido, de la cantidad de personas que fueron a votar, y el crecimiento, en paralelo, de los votos en blanco y nulos respecto de hace cuatro años. El Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD) analizó en un informe reciente 15 de los 17 comicios celebrados hasta ahora y registró una merma del 4,55 por ciento en promedio de la participación del electorado en comparación con 2019. Si se suman además los votos que no cuentan, la “participación positiva” se redujo en casi 7 puntos.
Los números “parecen preocupantes y lo son, pero estamos muy lejos de lo que vivimos en las elecciones de 2001 y 2003, donde tocamos fondo en niveles de participación”, explicó a Página/12 el politólogo Facundo Cruz, uno de los autores del informe. “Todavía queda el recuerdo de cuando la gente ponía un salame o a Clemente en la urna, y a veces exageramos ese prisma con que vemos procesos como éstos. Sin embargo, el dato está ahí y nos sirve para inferir que hay una incipiente bronca ciudadana, aunque hay que tomarlo con cautela”, precisó.
En algunas provincias, el descenso de la participación el domingo de las elecciones fue muy marcado. San Luis encabezó el ranking con una baja del 16,46 por ciento respecto de 2019. Le siguieron las legislativas de Corrientes, con una merma del 13,16 por ciento, las PASO de Mendoza, con una reducción del 11,72 por ciento, y las generales de La Rioja, con un 10,63 por ciento menos.
El fenómeno se extendió a Misiones (7,55 por ciento menos), Córdoba (4,51 por ciento) y Jujuy (3,95 por ciento), siempre en comparación con las mismas elecciones de hace cuatro años. En San Juan, un caso particular, se registró una merma de cinco puntos en la participación entre el 14 de mayo, cuando se votaron cargos legisladores, intendentes y concejales, y las del domingo pasado, cuando se eligió únicamente gobernador.
“Cada provincia tiene sus particularidades, su propia dinámica interna que también puede ayudar a interpretar el abstencionismo. En Mendoza, por ejemplo, debutó la boleta única, un sistema que nunca se había utilizado. En Córdoba las opciones eran muy similares y eso también pudo haber influido. También hubo otras provincias, como La Pampa, donde la participación creció, y otras como Tucumán o Formosa donde la baja casi no se nota”, matizó Cruz. “Pero el promedio nos da una baja de casi 7 puntos de participación positiva tomando también el crecimiento del voto en blanco. Evidentemente hay una intención de mandarle una señal a la política”, apuntó.
En cuanto al voto en blanco, las provincias donde más creció fueron Tierra del Fuego (14,48 por ciento), Río Negro (6,34 por ciento), Mendoza (6,01 por ciento) y San Juan (en mayo, 4,66 por ciento), siempre según el estudio del CICaD.
En comparación con otras elecciones más allá de 2019, para encontrar números tan bajos de participación hay que remontarse hasta 2007. Este año se concurrió a votar en mayor medida que en 2003, pero menos que de 2011 en adelante. Para Cruz –quien además escribe un newsletter para Cenital, La Gente Vota– y el resto del equipo del CICaD se trata de “oleadas” que explican distintos humores del electorado de acuerdo a los momentos políticos. “Hay momentos de alza y otros de baja, como explicamos en el informe. Estamos en un momento de baja, con números parecidos a la elección de 2007, cuando el sistema político se estaba recuperando de la crisis del 2001, que se reflejó en la elección de 2003. Pero estamos todavía muy lejos de aquél momento”, describió el investigador.
Hipótesis y escenarios
Una de las preguntas centrales que disparan los datos de participación en las provincias es si son extrapolables a nivel nacional. Y, en todo caso, si se confirma la baja también en las próximas PASO, a quién terminaría perjudicando, si al oficialismo o a la oposición. En ese punto, los investigadores no se ponen de acuerdo.
“Estamos viendo que la participación ha caído, pero según nuestro análisis el abstencionismo es un fenómeno local, de las provincias, que está más relacionado con las gestiones oficialistas en los distritos que con la expresión de un voto bronca o un descrédito del sistema. Ese voto no se terminó de expresar a nivel provincial porque no estuvo la boleta de Javier Milei, que sí lo está capitalizando, según nuestros números, a nivel nacional”, aseguró Paola Zurban, de la consultora Zurban y Córdoba.
Para Analía del Franco, “hay una situación de escepticismo, un distanciamiento de la política, pero que afecta por igual a todos los espacios, lo que termina reflejado en los porcentajes del padrón cada vez más altos que no van a votar”. “A la porción del electorado que no se identifica con ningún partido o espacio y en general es volátil, se le suma para esta elección este nuevo segmento, desencantado. Pero todavía es muy prematuro arriesgar cómo va a impactar a nivel nacional, porque falta mucha campaña por delante. Lo que sí ya se puede ver y con claridad, es que la situación de deterioro atraviesa a oficialismo y oposición, a todos los partidos”, agregó.
Cruz, en tanto, avizora “una elección muy peleada y disputada” y “un clima de polarización entre dos modelos bien diferenciados, que tiende a aumentar la participación” a nivel nacional. Aunque, dijo, de confirmarse la baja de la participación “terminaría perjudicando a la oposición”, en caso que la campaña se centre en las falencias del Gobierno, dado que se desmovilizaría un votante más inclinado por cambiar de signo político.
El voto “bronca” y el factor Milei
Para Zurban, la mayor parte del abstencionismo y el voto en blanco proviene de la porción del padrón que “pertenece en su mayoría a los jóvenes de entre 16 y 40 años que tiene dos o más trabajos, que no recibe ayuda social y en general está desenganchado de la política. Según nuestras mediciones, ese votante hoy lo está canalizando Javier Milei”.
“Toda aquella representación que no obtuvo Javier Milei en las provincias, donde su armado fue flojo, se va a manifestar a nivel nacional. Por lo que el abstencionismo no se va a notar como se viene notando en las provincias”, analizó la especialista, que todavía ve con muchas chances al libertario de dar la sorpresa en las próximas elecciones.
“Yo no veo apatía, veo bronca. La apatía es indiferencia, esto de que son todos iguales y demás, que puede haber algo de eso. Pero predomina mucho más la bronca, la incertidumbre, vinculados más con un voto protesta que con otra cosa. Ese voto es de Milei”, subrayó.
Del Franco, por su parte, si bien coincide en el diagnóstico de que ese segmento “es el más escéptico y al que menos le interesa la política en términos generales”, aunque descarta que sea capitalizado por Milei, a quien ve retrocediendo en las encuestas.
Cruz, en tanto, no descarta “que la candidatura de Milei, que grita desde el extremo, pueda canalizar algún descontento”.