Cuando a Pablo Vigo (Buenos Aires, 1985) se le pide que refiera su reciente y primer libro, Lo salvaje ‑-novedad del sello bonaerense Maten al Mensajero, con tarea editora del rosarino José Sainz-‑ dice que se trata de "historias autoconclusivas sobre una etapa en particular de la vida, cuando uno debe asumirse como adulto y comenzar a comportarse de cierta manera o, al menos, cuando surge esa sensación. A los pobres personajes los meto en peripecias un tanto banales, o quizás el libro trate sobre personajes introspectivos, que no son profundos sino vuelteros".

Con influencias y afecto declarado hacia artistas de la talla de Daniel Clowes y Charles Burns, Vigo construye un mundo personal que encuentra en el título de su libro el nombre de lo que procura imposiblemente aprehender. En todo caso, lo salvaje es una invocación, a partir de la cual hacer actuar a los personajes, capaces de encontrar una voz propia. "Se produce una cosa bastante rara, yo empiezo con una idea básica de quién es ese personaje que estoy dibujando y haciendo hablar y ‑-es muy extraño esto‑- empieza a hablar solo. La idea que quería plasmar empieza a cobrar otro significado, se empieza a dar vuelta. Si bien soy alguien que se jacta de tener cierto control sobre lo que hace, creo que hay algo del fenómeno inconsciente que empieza a dejar en claro, con ciertos guiños de dibujo, ciertas ideas que tenía sobre la historia y los personajes. Se produce un balance entre la idea preconcebida y el momento del dibujo", agrega el dibujante a Rosario/12.

 

“José Sainz es uno de los lectores más minuciosos que conocí, es casi el único al que le confío mi trabajo”.

 

Sobre el "método" que Vigo utiliza para hacer historietas, dice encontrarlo cercano a la pintura directa: "Se empieza con una mancha ‑-si es con óleo‑-, se la va definiendo, pero la idea que uno tiene en la cabeza va tomando otra forma. Y sin embargo hay algo familiar en eso, sin haber sido concebido así".

‑ Tus personajes parecen estar retenidos en una adolescencia que no termina, que duele.

‑ El libro está definitivamente orientado a la adolescencia porque en los personajes hay algo que falta. Y las historias están organizadas de una manera en donde el fluir permita cierta metanarrativa, un hilo conductor más que nada temático, que se puede ver visualmente: en la primera historia la narración está encapsulada en negro, y en la última el personaje no habla, sino que lo hacen los demás y desde una franqueza brutal.

‑ Tu trabajo es claramente figurativo, pero al momento de leerlo se torna raro, casi abstracto...

‑ La historieta es el único arte donde el tiempo está utilizado de otra manera. Si quiero que el lector se detenga más en una imagen hago la viñeta más grande o con más detalle, pero el tiempo de lectura es individual, es como un diálogo bastante confianzudo entre el que hace y el que lee. En Lo salvaje, la concepción del tiempo en las historias está bastante "detenido", transcurren de un tirón, sin demasiadas elipsis, pero cuando están, lo hacen en pos de un pasado y a veces de una fantasía. Es un buen ejercicio para los historietistas, me parece, practicar cómo sería la memoria de cada personaje, porque la memoria impresa es muy diferente de cómo uno recuerda en la realidad. Bajarlo al papel es todo un desafío.

Párrafo aparte merecen las palabras del artista a José Sainz, presentes en los agradecimientos del libro, acá acentuadas: "El libro no sería lo que es sin el trabajo de José. Es una figura que entró hace relativamente poco en el hacer de la historieta y ya con todo lo que hizo dejó una marca importantísima. Es uno de los lectores más minuciosos que conocí en mi vida, es casi el único al que le confío mi trabajo, José inspira tanta confianza y es tan extremadamente profesional que mejoró todas las historias".

Lo salvaje es todo un logro, se disfruta, y da razón a la apreciación que Vigo hace de su tarea, cuando dice que "el trabajo del dibujante es similar al de un monje (risas), son muchas horas trabajando solo, mirando detalles. Es un acto de concentración que lleva a que uno se compenetre con lo que hace".