El lado oscuro del auge de la categoría estética conocida como "arte contemporáneo" es el relativo olvido de la llamada "generación intermedia": artistas también contemporáneos y en plena producción pero que no presentan una ruptura respecto de la división disciplinar. Son artistas con oficio en un medio, reducidos por la dictadura al exilio interno durante la década misma en que podrían haber surgido.

Así, en las grandes ciudades del interior argentino se viene afianzando en lo que va de este siglo un mercado para el "arte contemporáneo" donde los coetáneos de los exitosos pintores porteños de los años '80 no logran seducir a los museos, a pesar de que sus obras tengan una coherencia interna y una calidad estética a menudo superiores a las del arte de la frontera entre emergente y consagrado.

Quienes se detengan en lo que resta de agosto ante Rivoire (Córdoba 954, local 7), encontrarán una de esas joyas injustamente subvaluadas. Patricia Frey es pintora. Punto. El punto es justamente con lo que trabaja en su pintura. Formada en filosofía, a Frey le atrae intelectualmente ese elemento teóricamente sin volumen ni superficie.

¿Modernismo? Sí y no. La artista dedicó un año a preparar esta nueva exposición, donde ejerce no una sino dos vueltas de tuerca. No sólo incorpora al cuadrado del soporte y al punto de la textura otra forma pura que es la del círculo, sino que reformula toda su obra para redefinirla como arte contemporáneo, sin renunciar a las poéticas provenientes de la pintura geométrica con que esencialmente viene trabajando. En obra es al mismo tiempo una muestra y una obra.

Podemos hablar aquí de pintura post conceptualista. Instalación pictórica vertical compuesta por decenas de bastidores cuadrados, la obra fue creada para abarcar el muro de dos pisos de la sala de exposiciones del local. Patricia Frey juega con la composición a partir de los elementos mencionados, que son multicolores en una armonía vibrante y sensible. Cada cuadrado funciona como una pieza en un puzzle, creando una obra tan armónica y equilibrada como dinámica e inestable. Entre unos y otros se establecen cortes y continuidades. Además del placer tanto sensible como intelectual que produce, En obra lanza una pregunta sobre la relación entre las categorías filosóficas de contingencia y necesidad: parece transparentar su propio proceso creativo, al mismo tiempo que sugiere otros universos posibles, donde los cuadrados estarían combinados de otro modo. Entre la física cuántica y la ciencia ficción, nada podría ser más actual.