Una vez que la presidencia promulgue la ley de despenalización del aborto en los tres causales, sólo en seis países seguirá rigiendo la prohibición de la interrupción del embarazo en todos los casos (República Dominicana, El Salvador, Haití, Malta, Nicaragua y Honduras). Chile había pasado a formar parte de ese grupo en 1989, cuando la dictadura de Augusto Pinochet convirtió esa práctica médica en crimen y estableció la prohibición de toda acción que tuviera por fin provocar un aborto. Desde 1990, con el regreso de la democracia, distintos grupos de la sociedad civil intentaron recuperar el aval al derecho a interrumpir el embarazo, pero hasta ahora en todas las ocasiones el proyecto quedaba detenido ante oposiciones en las que confluían no solamente sectores conservadores de la derecha sino también de la centroizquierda.

De acuerdo con estimaciones realizadas por grupos pro-despenalización, hasta ahora en Chile se practican entre 60.000 y 70.000 abortos por año. Las cifras y la doble moral que las enmascaraban llevó a la primera ministra de Salud de esta gestión de Bachelet, Helia Molina, que “en todas las clínicas cuicas [elegantes] muchas familias conservadoras han hecho abortar a sus hijas”; por el revuelo que generó la afirmación, Molina debió renunciar. Entre 2006 y febrero de 2015, 506 personas fueron acusadas por los delitos de aborto tipificados en el Código Procesal Penal, de acuerdo con los responsables de la Defensoría Penal Pública, que representa al 80 por ciento de los imputados por diversos cargos penales. La mayoría de esas 506 personas fue denunciada en hospitales públicos.

Este mes, una de las primeras oradoras ante el TC fue la directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, la abogada Lidia Casas, quien recordó que el 87 por ciento de las niñas agredidas sexualmente en Chile tienen menos de 14 años. “La revisión de la información disponible muestra una realidad alarmante por su extensión y porque confirma la alta prevalencia que la violencia sexual tiene en niñas y adolescentes, de todos los sectores sociales. La violencia sexual tiene rostro de niña”, señaló.