Hay que leer el listado: alemana, algeriana, argentina, australiana, austríaca, belga, marroquí, canadiense, china, colombiana, rumanesa, venezolana, cubana, ecuatoriana, egipcia, española, norteamericana, filipina, francesa, británica, griega, holandesa, taiwanesa, hondureña, húngara, irlandesa, italiana, kuwaití, macedonia, mauritana, pakistaní, peruana, dominicana, turca. Es algo, por supuesto, que quien había escogido el lugar y la hora para hacer el atentado había tenido muy en cuenta, de modo de éste tuviera la mayor repercusión posible internacionalmente. Y, en efecto, lo ha conseguido.

He pensado entonces que el acto asesino y masivo, gobernado por el imperativo loco del Uno absoluto, iba dirigido, fundamentalmente y con toda certeza, a anular de manera indiscriminada toda esta diversidad de nombres y apellidos, de historias escritas y por escribir, de singularidades diversas de los seres que hablan. No le habría importado que entre ellos hubiera, como se suele decir, "uno de los suyos", para hacer más presente este Uno absoluto que los iguala y los anula en nombre de la muerte imposible de pensar.

En nombre del Uno absoluto se puede mercadear con lo real de la muerte y anular la singularidad de cada muerte, de cada ser que habla, incluso de la propia muerte para seguir viviendo sin querer saber nada de ella.

Esta es la batalla: hacer aparecer lo real de la muerte y la singularidad de cada ser que habla ante el discurso del Uno que las confunde en la nada cuando quiere encontrarle, él también, un sentido.

*Presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, AMP. 18 de Agosto de 2017. Texto completo publicado en su Blog: "Desescrits"