En 2013, se hizo viral en las redes sociales una charla TED titulada “Contando desde los márgenes”. En el video de apenas doce minutos, el narrador y escritor bonaerense José Luis Gallego la regala a un público conmovido su experiencia como contador de cuentos en la Unidad Penitenciaria Número 48 de San Martín. Hoy, pasaron diez años de esta charla y el proyecto de José Luis Gallego no hizo más que crecer. Con su programa “Palabra Rodante”, imparte talleres en cuatro unidades penitenciarias de la provincia que nunca habían tenido una experiencia de este tipo. Muchos de sus alumnos hoy están libres y algunos, incluso, son escritores. Se trata de un proyecto movilizante que busca validar la voz de aquellos que nunca creyeron tenerla.

Contar desde los márgenes

José Luis Gallego siempre tuvo un interés por la literatura, pero no fue hasta la adultez que se reencontró con los libros y las letras. Nacido y criado en Villa Ballester, comenzó a trabajar como vendedor a los quince años y fue padre joven. Poco a poco, creció en el negocio del comerció y a los veintiocho años se encontró siendo gerente de una empresa gráfica en Wilde. “Si bien me había logrado más o menos armar económicamente, la verdad que no sentía que era feliz o que me gustaba lo que hacía. Esto coincide con que yo me reencuentro con mi maestro de séptimo grado, Juan Moreno, que él ya era narrador”, explicó José Luis Gallego, que empezó a tomar un taller con Moreno y rápidamente se dio cuenta que “quería ser como él”.

Gallego comenzó a contar cuentos en las colonias de verano de Ezeiza para grupos de jóvenes a quienes, en su mayoría, nunca les habían contado un cuento. Esta fue una de sus primeras experiencias reconociendo el valor social de la narración oral: “Esos pibes y pibas son quilomberos y hacen lío porque tienen una energía que está pidiendo salir y no encuentra la forma. Cuando encuentran una forma de expresión en el arte, se sienten realizados y eso mismo lo vi también en los procesos de las personas privadas de su libertad”.

José Luis junto a compañeros de CUSAM.

Por esos años, José Luis Gallego conoció la experiencia del Centro Universitario San Martín (CUSAM), el espacio educativo de la Universidad de San Martín creado dentro de la Unidad Penitenciaria 48. Rápidamente, quedó atrapado por este proyecto y, por un tiempo, insistió con su propuesta de un taller cuentero: “Siempre me atrajo, digamos, ir a lugares que otros no iban. Ese es el sentido que yo encontré al contar cuentos en la cárcel. No tanto por la cárcel en sí, sino porque sabía, quizás inconscientemente, que ahí no había cuentos. Ese era un lugar donde yo podía llevar algo que no había. Este fue el primer sentido que encontré. Pero ese sentido lo encontré ya cuando estuve adentro”.

Adentro

José Luis Gallego comenzó a impartir clases en la Unidad 48 como parte del CUSAM. En sus talleres, creaba un espacio, contaba un cuento y buscaba, poco a poco, invitar al resto a narrar sus historias. En su charla TED de 2013 José Luis Gallego compartió el testimonio de Martín Bustamante, uno de sus alumnos en este taller. Allí Bustamante decía: “Me encontré con esto que me pareció maravilloso. Me puse a pensar quién me contó un cuento y si yo le conté un cuento a mis hijos. Y yo no le conté ningún cuento a mis hijos. Y me generó algo adentro que no puedo expresar con palabras. Y le conté un cuento a mi hija. Vino de visita y le conté un cuento. Vos sabés que no me olvido nunca más la cara con la que me miraba. Ahí me di cuenta… qué loco, tantos años pasaron y recién hoy aprendo a contar un cuento”.

En 2019, sólo seis años después, Bustamante dió su propia charla TED. En ella, comenzó presentándose así: “Soy Martín Bustamante y hoy soy escritor, facultad que mantuve oculta durante toda mi vida…”. Actualmente, Bustamante trabaja impartiendo el taller de narración oral que creó José Luis Gallego en la Unidad 48, cerrando un ciclo mágico en el que la narración y el saber colectivo tuvieron un lugar protagónico. Su historia es una nota aparte que vale más que mil estadísticas sobre la importancia de la formación carcelaria.

“Creo que el arte es una gran promesa. Es una promesa de un mundo mejor que, si bien no se va a cumplir, porque no se va a cumplir, es muy diferente que esa promesa haya sido planteada, que no lo haya sido. No es que un cuento te vaya a cambiar la vida, no te va a cargar la sube, pero no es lo mismo tenerlo que no tenerlo. En varios institutos de menores donde trabajé, los pibes siempre me repiten lo mismo: si me hubieran contado un cuento, yo no estaría acá”, afirmó José Luis Gallego.

Hoy, Gallego dejó la Unidad 48 para ir en búsqueda de otros espacios donde los cuentos todavía no hayan hecho su magia. Con su programa Palabra Rodante, acercó historias a villas, escuelas, hospitales y comunidades indígenas. Este programa tiene un recorrido concreto y un destino puntual, la construcción de un libro narrado por las propias comunidades. A cada lugar que llega, Gallego abre su silla, cuenta una historia e invita a los participantes a narrar las propias. “Estas personas ya tienen literatura, lo que pasa es que a veces no la entienden como tal. Por eso cuando comienzan a narrar, algo empieza a emerger. Y ahí la tarea tiene que ver con poder pescar eso y recopilarlo”. El libro, para Gallego, es solo un paso, un dispositivo, para validar esas historias que todos tienen guardadas.

Actualmente, José Luis Gallego imparte sus talleres regularmente en la Unidad 33, para mujeres presas con hijos, en la Unidad 8, para mujeres presas sin hijos, en la Unidad 45, para menores adultos, y en la Unidad 34, que es un hospital psiquiátrico. Las condiciones de cada taller son muy distintas, pero el espíritu que los moviliza es el mismo que dio origen al primer taller. Hoy todos estos espacios están enmarcados y financiados por el programa “Pabellones Literarios” del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.