El fotógrafo accidental

Henry Diltz fotografió a David Crosby sosteniendo un arma en su cabeza forrada con la bandera de Estados Unidos. Y también captó a The Eagles en pleno viaje de peyote. Anduvo detrás de escena con Jimi Hendrix y Janis Joplin porque, entre otras cosas, se convirtió en el fotógrafo oficial de Woodstock. Logró varios retratos de una jovencísima Joni Mitchell y se ocupó de la portada del primer disco de Crosby, Stills and Nash a fines de los '60. Por todo esto y por su aporte a la historia del rock, Diltz acaba de recibir a los 85 años el premio a la trayectoria que otorga The Abbey Road Music Photography Awards. Se trata de la competencia fotográfica más importante dentro del mundo de la música porque tiene escala global y porque es otorgada por los estudios Abbey Road. A Diltz, el asunto le encanta pero sigue insistiendo con lo que dice –en documentales varios, entre ellos Echo in The Canyon– desde hace años: para él, la fotografía fue un gran, bendito accidente. “Nunca fui a una escuela de fotografía, nunca tuve un trabajo, ni siquiera pensé en ello”, dice. “Simplemente salía con todos mis amigos músicos y tomaba fotografías”. Y es que él mismo era músico. Así que, por ejemplo, andaba de visita cuando Crosby, Stills and Nash estaban grabando su primer disco, les sacó unas fotos y decidieron repetirlas “porque David, Stephen y Graham no habían salido en el mismo orden que el nombre del grupo”, mientras recorrían Los Ángeles en una camioneta Ford. También era amigo de Linda Eastman antes que conociera al que terminó siendo su marido, Paul McCartney. Fue ella quien llamó a Diltz para que le hiciera una serie de retratos a la pareja a pedido de la revista Life. “Nunca salí de gira con los Rolling Stones pero sí con The New Barbarians, el grupo de Ronnie Wood. Así conocí a Richards y le hice unas fotos mientras íbamos de aeropuerto en aeropuerto”, cuenta este fotógrafo, una de esas personas con las que sería maravilloso compartir una larga sobremesa.

Lego no abandona

Hace dos años, la fábrica danesa Lego anunció que estaba iniciando distintas pruebas para sustituir el material plástico de sus míticos ladrillos por materiales sustentables. El problema es la base estructural del plástico: el petróleo, que tiene como componente el acrilonitrilo butadieno estireno (ABS). El desafío fue encontrar un material respetuoso con el medio ambiente pero que ofreciera el mismo color, brillo y sonido que los ladrillos de plástico a base de ABS. Así es como los experimentos para crear nuevos prototipos incluyeron, por ejemplo, botellas reciclables. Sin embargo, por estos días, la empresa anunció que abandonó esos esfuerzos. Y es que Lego descubrió que los ladrillos fabricados con tereftalato de polietileno reciclado (RPET) generarían mayores emisiones de carbono. “Probamos cientos y cientos de materiales. Simplemente no ha sido posible encontrar un material como ese”, dijo el director ejecutivo de Lego, Niels Christiansen, al Financial Times. Su desafío inicial era reducir al menos en un 20 por ciento los plásticos basados en petróleo, que son los que otorgan durabilidad y resistencia, pero hasta ahora no han encontrado de qué modo hacerlo. Así que mientras tanto, la empresa continúa invitando a la gente a donar esos ladrillos que duermen en cajas para generar un “modelo circular”. De todos modos, Lego seguirá haciendo pruebas y no abandona su objetivo de fabricar juguetes con materiales sostenibles para 2032.

La pausa necesaria

¿Cuál es el mejor momento para ir a hacer pis durante una película? Esta pregunta desveló al desarrollador Dan Gardner, de Carolina del Norte, desde que se aguantó las ganas durante las tres horas que duró King Kong de Peter Jackson. De ese dilema, Gardner emergió varios años después con una respuesta: RunPee, una app que le avisa al usuario cuál es el mejor momento de escapar al baño durante una peli, en el cine. “La aplicación muestra una lista de películas actualmente en cines en orden cronológico. Una vez que selecciones la película y vayas a la pantalla de Peetime, te dirá cuántas pausas posibleshay. Las películas más largas tienen más. Por ejemplo, tenemos seis Peetimes para Oppenheimer. La mayoría de las películas tienen dos o tres. Cuando se acerca un Peetime, los usuarios reciben una señal como una línea de diálogo o una pista visual, pero no puede ser un spoiler. No puedes usar algo como ‘Cuando Bob muera’, le explicó el creador a The Guardian. “Si vas al baño durante uno de los Peetimes, podrás leer un breve resumen de lo que te perdiste. El temporizador incorporado de la aplicación te dará una cuenta regresiva de cuánto tiempo tienes hasta el próximo Peetime y cuánto falta para el final de la película”, agregó. La aplicación también tiene alertas de material sensible como crueldad animal, violencia, sexo y tortura que los espectadores pueden evitar. Y por ahora, solo se la puede usar en Inglaterra.

Un problema peludo para la diplomacia

Tian Tian, Mei Xiang y Xiao Qi Ji devoran sus tortas de frutas, miel y bambú ajenos por completo a la mirada de cientos de visitantes que los miran con ojos empañados. Y es que esta familia de osos panda gigantes (compuesta por un macho de 26 años, una hembra de 25 y un osito nacido en 2020) están acostumbrados a las miradas porque desde hace tiempo viven en el National Zoo de Washington DC. Sin embargo, el festín tiene sabor a despedida. Porque estos osos serán enviados a China, que tiene los derechos sobre los panda en cautiverio a lo largo del mundo. Según The Times, esta es la segunda vez que el gigante asiático reclama a sus criaturas peludas, al menos las adultas. La vez anterior fue en 1972, cuando se quebraron las relaciones bilaterales durante el gobierno de Richard Nixon. El asunto, una vez más, escaló hasta convertirse en un desafío diplomático (un auténtico “panda diplomacy”) que ambas naciones están intentando llevar adelante en buenos términos. Es que los conservacionistas chinos recibirán a los osos el próximo 7 de diciembre, luego de haberlos enviado a Estados Unidos en el 2000 a cambio de regalías equivalentes a un millón de dólares anuales. La letra del contrato establece que el osezno nacido en Washington también se va. “Me da pena que se vayan”, dijo Michael, un chico de diez años que viajó desde Brooklyn con sus padres para participar del Panda Palooza, una suerte de fiesta de despedida que seguirá un tiempo e incluirá la proyección de Kung Fu Panda y la exhibición de dibujos que los osos saben hacer, trazados con el bambú (sí, además dibujan). Las autoridades del zoológico esperan la llegada de nuevos osos y mientras tanto, aseguran que “es poco probable que dejemos de vender sus peluches en nuestra tienda”. David Rubinstein, el millionario que a través de Carlyle Group viene donando la cantidad exorbitante de dólares para la manutención de los pandas cree que un nuevo acuerdo para recibir a nuevos ejemplares sería bueno “para el zoológico y para la estabilidad geopolítica”. “Claro que esto no resolverá los problemas que tienen entre sí Estados Unidos y China pero al menos sería un tema menos con el que lidiar”, razonó. Y es que mientras las relaciones entre los países viran más al blanco y negro, también la situación de los pandas se complejizó. De hecho, otros tres ositos nacidos en Washington fueron enviados a China. ¿Cómo van los osos a Oriente? Mediante un delicado dispositivo a cargo de FedEx.