Página/12 en España

Desde Sevilla

Las certidumbres se han acabado en la política española y ahora se abre un periodo de incógnita. El candidato del Partido Popular, Alberto Núñez-Feijóo, consumó este viernes su fracaso en el intento de convertirse en el octavo presidente del Gobierno de España desde el inicio de la transición democrática.

Saltar a una pileta sin agua

Fue la consumación de un resultado anunciado. Después de la votación del pasado miércoles, en la que cosechó 172 votos a favor frente a 178 en contra, no se esperaba que este viernes, en el segundo y último intento, consiguiera un resultado mejor. Ahora le bastaba con una mayoría simple (más votos a favor que en contra), pero el cómputo fue casi el calco de lo que se había producido 48 horas antes. La única diferencia fue el voto nulo de un diputado de Junts Per Catalunya, que se equivocó en el momento de pronunciarse ante la Cámara, por lo que su sufragio fue declarado nulo.

Ese episodio, que arrojó un resultado de 177 votos en contra, 172 a favor y uno nulo, no superó la categoría de anécdota y supuso el punto final del primer capítulo de esta etapa de la política española, que ha certificado la dificultad del Partido Popular para conseguir aliados más allá de Vox y un par de formaciones menores. La presencia de la extrema derecha en su ecuación le resulta imprescindible al PP para intentar alcanzar una mayoría, pero al mismo tiempo le cierra la puerta al acercamiento a otras formaciones.

Superada la etapa de la certeza –se sabía que Núñez-Feijóo no conseguiría reunir apoyos para gobernar--, se abre ahora otra de incertidumbres mayúsculas.

El lunes y martes de la semana próxima el rey citará a los portavoces de todos los grupos parlamentarios y una vez recabadas sus opiniones, encargará la formación de gobierno a quien le comunique su disposición y posibilidad de hacerlo. No hay más candidato que Pedro Sánchez, pero el secretario general del PSOE no tiene asegurado aún el respaldo suficiente para conseguir el objetivo.

Los partidos nacionalistas catalanes, a quienes pese a haber retrocedido en las urnas la aritmética parlamentaria ha puesto en posición de inclinar la balanza, han subido en las últimas horas el precio de su apoyo a una eventual elección de Pedro Sánchez. A la amnistía para los implicados en el ‘procés’ de independencia de 2017, suman el reclamo de un referéndum de autodeterminación.

Los catalanes se unen

El día anterior a la jornada que certificó el fracaso de Núñez-Feijóo, las dos fuerzas que pugnan por la hegemonía del nacionalismo catalán --Junts y Esquerra Republicana-- unieron sus fuerzas en el Parlamento autonómico de Cataluña para aprobar una resolución que supedita su apoyo a Sánchez, a la adquisición de un compromiso para la celebración de esa consulta, una figura no contemplada en la Constitución y que supondría el primer paso para proclamar la independencia de ese territorio. Este movimiento dio lugar a un comunicado del PSC, la federación socialista catalana adherida al PSOE, que advertía, no sin ambigüedad, que no aceptará propuestas que profundicen en la «ruptura y la discordia».

Pese a esta novedad, en el socialismo reina el optimismo de que finalmente conseguirán los apoyos necesarios para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa. El líder socialista tiene hasta el 27 de noviembre para recabar los apoyos necesarios. Si no lo consigue, España volverá a ir a elecciones el 14 de enero, a la vuelta de las vacaciones de Navidad.