A mediados de los 80, en pleno furor por Dinastía, a los productores de la serie se les ocurrió lanzar merchandising con una línea de alta costura basada en su vestuario, junto con colonias, sábanas, toallas, joyería y hasta tapados de piel. Quién sabe si Paul McGuinness, el productor de Riviera, buscará seguir ese filón. Lo cierto es que la historia del clan Clios, con parecidos notables al de los Carrington, recién acaba de comenzar. Eso sí, lo hizo a gran escala incluyendo la explosión de un yate, inmiscuyéndose en el mundo del arte, con escorts de lujo y secretos familiares que tiñen de oscuro las aguas de la Costa Azul. La serie de diez episodios se emite los lunes a las 23 en FOX Premium y ya puede verse íntegra desde la app de la señal.

“Esa típica cosa griega donde todos se acuestan con todos y terminan muertos”, le dice un personaje a otro mientras analizan un cuadro sobre dioses pecaminosos. Escena al pasar pero que retrata el mundo en el que se mueve esta casta perteneciente al selecto club del 1 por ciento que posee tanto patrimonio como el resto del mundo junto. La protagonista es Georgina Clios (Julia Stiles), una experta en arte y esposa de un multimillonario interpretado por Anthony LaPaglia. La dama puede despertarse en su villa europea por la mañana y estar en Nueva York algunas horas más tarde, pujando por una obra de Malevich en una subasta. “Es la clásica antiheroína, una buena persona, pero comprometida por la corrupción a su alrededor”, dijo la actriz. La codiciada vida de Georgina sufrirá un giro cuando Constantine muera en un atentado en alta mar. 

Joven, viuda y mucho más que estanciera, la mujer tendrá que aprender a lidiar con su nuevo estado. Empezará a desenrollar los trapos sucios de su marido, a quien parecía conocer mucho menos de lo que suponía. “¿Así que tenía secretos con vos?”, le suelta la primera esposa del muerto (Lena Olin en formato Joan Collins). Georgina no sabía del bulo de su marido ni cómo había amasado su fortuna, e Irina la va a ir despabilando aunque, obviamente, tenga sus dobles intenciones. “Lo que me atrajo de Riviera es el escenario: un mundo romántico y glamoroso donde no todo es lo que parece, y la oportunidad de explorar a un personaje que tampoco es como se presenta”, planteó Stiles. Por ahí andan dando vueltas los tres hijos que tuvo el patriarca; el más intrigante de ellos es el mayor que decide rechazar el estilo de vida de los suyos. Personaje magnético por quien lo compone: Iwan Rheon, inolvidable por su Ramsay Bolton en Game of Thrones, y posiblemente el actor con el porte perfecto para convertirse en el villano por antonomasia de su generación. Una subtrama disfrutable surge cuando Riviera parece tomarse menos en serio, y muestra las bambalinas del mundo del arte al estilo de los films The Thomas Crown Affair. Ese negocio catalogado como “el último mercado sin regular, el auténtico lejano oeste” y por el que Constantine tenía predilección.

Riviera es una de esas ficciones que ostenta morales ambiguas y el exceso impúdico como divertimento. Dramón que flirtea con sus postales de lo suntuoso exquisitamente rodadas, donde lo luminoso y frígido parecen confluir. “Es un thriller de los jodidos, el anti noir escandinavo”, señaló Kris Thykier, uno de sus productores. Pero el gran maestre detrás de esta ficción es Paul McGuinness. “Cualquier persona en el mundo que comience a hacer una gran cantidad de dinero, ya sea legítima o ilegítima, tiende a escaparse al sur de Francia para gastarlo, rusos, kazajos, estadounidenses, árabes, y eso crea un ambiente increíblemente fértil para una historia”, explicó quien durante más de tres décadas fuera manager de U2. 

McGuinness se reunió con otro irlandés de pura cepa como Neil Jordan para darle forma a la ficción. Lo que sucedió luego merece un capítulo aparte. El director de El juego de las lágrimas y creador de Los Borgia, escribió los dos primeros capítulos junto al reconocido novelista John Banville. Tras ver el corte final, Jordan objetó la incorporación de escenas de sexo y los diálogos “demasiado expositivos”. Banville dijo que a ningún “sinvergüenza” se le ocurriría escribir algunos de los parlamentos. Como en la misma historia a contar, alguien traicionó, ocultó o jugó a dos puntas. McGuinness se escudó diciendo que en un proyecto de esta escala había que trabajar en equipo. En definitiva, para el productor lo cardinal en este caso son “los ingredientes básicos de la Riviera, el glamour, la riqueza, la familia y crimen: “Los ricos haciendo cosas terribles”, enfatizó.