Hablar de uno implica abrir todas las cajas posibles: las que guardan los recuerdos más valorados y también las que encierran episodios que uno preferiría eliminar de todo registro. Como aquel video del cumpleaños de Ronald Biggs en su mansión de Río de Janeiro al que fue invitado para cantar y terminó caído dentro de una pileta. Video que Pil buscó durante muchos años para destruirlo... hasta que apareció Kreimery exorcizó aquella experiencia. “Fue una de las escenas más patéticamente punks que viví en mi vida y quedé muy avergonzado”, asegura el cantante. “Aunque Juanca me dijo: ‘No fuiste a una fiesta con embajadores, sino al cumpleaños de un ladrón de bancos. ¿Ibas a ir de smoking? Hablar de eso con él y escuchar su devolución me resultó muy liberador.” 

Ocurrió en los primeros años de Pil bajo esa nueva piel, la del “ex Violadores” que debía hacerse un camino propio. Y lo hizo a partir de Pilsen, aquel grupo de los ‘90 que casualmente volvió a montar desde 2016 con una formación renovada (en Facebook renovaron la vieja página de Los Violadores de la Ley bajo el nombre de Pilsen con material novedoso e imperdible). El disco debut, Bajo otra bandera, fue apoyado financieramente por Sony, quien incluso pagó costosos invitados, como el guitarrista de los Sex Pistols Steve Jones (quien trabajó también como productor del álbum), los Die Toten Hosen, o una excentricidad de Pil: Ronnie Biggs. El inglés era el más famoso de los quince detenidos por el célebre asalto de 1963 a un tren postal que iba de Glasgow a Londres, conocido como “El robo del siglo”, dado que el botín ascendía a 50 millones de dólares y jamás fue recuperado. A su fuga de la prisión, Biggs le añadió otros elementos de cine como sucesivas cirugías en el rostro, el establecimiento en Brasil amparado en favorables leyes de extradición y su incursión en el punk rock. 

Después de haber grabado con los Pistols y con los Hosen, Biggs fue requerido por un argentino que no conocía pero con el cual trabó una fuerte amistad. En efecto, después ponerle letra y voz a tres canciones del primer disco de Pilsen (dos en inglés, la otra portugués), el ladrón de caudales invitó a Pil a su cumpleaños en Río para que cantara algunas canciones. Pero eso nunca sucedió.  

“Una tarde fuimos con Juanca al Machu Picchu y, cuando bajamos, nos metimos en las piletas de aguas calientes. Nos pusimos a hablar de eso y empezó a llover. La gente se iba, nosotros seguíamos charlando, y poco a poco empezó a formarse a pocos metros de nosotros un arco iris impresionante”, recuerda Pil. “Los ‘90 fueron años malos, no sólo por determinados hábitos personales sino también porque aparecían bandas nuevas que nos desplazaban, ya que los jóvenes los escuchaban a ellos y los más grandes, que eran nuestro público, dejaban de ir a los recitales. Tenía que reinventarme y estaba en la nada, con problemas emocionales y otros mundanos pero igual de trágicos, como tener que pagar la luz y no contar ni siquiera con ese dinero. Algunas cosas salieron bien y las conservo. Y a las otras no tengo más remedio que procesarlas, como hice aquella tarde con Juanca con el arco iris casi en las manos.”