“Siempre la invoco antes de salir a escena. Salvadora, ¡ven a mí!”, ofrece Romina Richi en distendida conversación con Las12, evidentemente cautivada -como sus compañeras- por la vigencia y actualidad de Medina Onrubia, por la riqueza de su escritura, por sus ideas boxeadoras, por lo indómito de su carácter. “Traté de involucrarme y abarcar la mayor cantidad de información posible para estar a la altura de esta hembra monumental, tan rica en sus contradicciones; una mujer supermoderna, muy adelantada a su tiempo, que sigue siendo contemporánea. Solo hay que ver cómo le habla a Uriburu en la carta: se refiere a Júpiter tonante, al karma…”, advierte la actriz que, todo terreno, pronto interpretará a otra revolucionaria: Rosa Luxemburgo, en una venidera puesta de Norman Briski. Se alegra especialmente del grupo formado en Rabia Roja: “Maruja es una directora hermosa en todo sentido, es muy tranquila, respeta los tiempos. Es muy lindo trabajar con ella. Y se armó un grupo bárbaro, muy unidas todas, muy compañeras. Estamos por la causa, estamos por Salvadora”.  

“Muy cada tanto te llega una obra donde el acento está puesto en la belleza del texto, y es genial poder decir palabras que, si no fuera por el oficio de actriz, no existirían en mí. Eso sumado a la magia de la maquinaria del teatro público -con sus recursos de sonido, vestuario, maquillaje-, y al hecho de que se armó una comunidad hermosa de mujeres, hace de Rabia Roja un regalo hermoso”, aporta Bárbara Massó que, los domingos, cuando no se calza la peluquita roja, descuella como protagonista de Adela está cazando patos, también escrita y dirigida por Bustamante, en Espacio Callejón. Sobre Medina Onrubia destaca “la valentía y el arrojo para cuestionar estructuras, para desafiar todos los órdenes, incluso los del ámbito privado”. “Aún hoy en día, las mujeres afrontamos muchos miedos y ella, a principios del siglo pasado, no titubeó en encontrar su voz y sacarla para afuera”, subraya.

“Solo puedo imaginar lo difícil que debió haber sido para Salvadora ser una mujer emancipada a pleno hace casi un siglo. ¡Esa mente hace un siglo!”, dice Sofía Wilhemi. Señala, además, que conocer sus textos es conocer a la artista, porque “allí lo dice todo”: “Quisiera ser oveja y entrar por el redil”, se lamenta, y también: “Muero de aislamiento”. “Salvadora sabía que por no seguir al rebaño, quedaba sola. Y porque no estaba dispuesta a negociar sus ideales, fue invisibilizada. De hecho, llevó tan adelante su lucha, que su vida personal quedó por detrás. Da mucha tristeza pensar que murió tan sola: sin su familia, sin sus hermanitas, sin sus compañeros”. Sobre Rabia Roja, comparte que el arco narrativo -sostenido por el personaje de Richi- “al comienzo transita su parte más luchadora y revolucionaria, luego el costado doliente, de sufrimiento, y ya al final, su parte elevada, donde conecta con la espiritualidad”.

“Mucha gente sale de ver la obra con ganas de saber más de Medina Onrubia. Sacarla a la luz con todas sus contradicciones y despertar esa curiosidad, hace que sintamos que el objetivo está cumplido”, se sincera Adriana Pregliasco, especialmente movilizada por El grillete, “un poema suyo que hago, donde refiere a que es huraña porque lo ve y lo siente todo, porque sabe el daño que hace el roce de lo extraño, pero así y todo quiere transmitir amor y confianza. A mi entender, una síntesis de dos costados muy marcados en Salvadora: la soberbia, sí, pero también su compasión, un humanismo profundo”. “Toco teclas profundas con mi Salvadora”, declara la actriz y cantante, y se alegra al hablar de la canción que interpreta en Rabia Roja, uno de los momentos más altos y conmovedores de la pieza.

Rabia Roja se presenta los miércoles, a las 20.30, en el Teatro Regio, Córdoba 6056, CABA.