Hace unas semanas, dábamos cuenta en <https://www.pagina12.com.ar/54467-camino-general-belgrano-esquina-donovan-capusotto-tiene-razon> sobre la situación de las arterias viales que atraviesan territorios intersticiales en cuanto a su infraestructura. Dicho en términos mas mundanos: las calles o avenidas que cruzan barrios socialmente desfavorecidos. Así como en el Camino General Belgrano podemos advertir una clara muestra de desidia gubernamental y de cómo frente a las falencias estatales el comportamiento ciudadano adopta ribetes antisociales, el ramal Témperley-Haedo del Ferrocarril Roca sería su paralelo ferroviario, compitiendo con el pauperizado ramal Puente Alsina-Aldo Bonzi del Belgrano Sur por ser los más abandonados por las inversiones desde hace décadas.

No me cabe duda que si la creativa dupla Capusotto/Saborido quisiera tomar un ejemplo bizarro de transporte ferroviario de pasajeros para alguno de sus sketch, se inspirarían en cualquiera de esos dos ramales. Pero lamentablemente, al igual que lo acontecido en el Camino Gral. Belgrano, la veta bizarra inspiradora de situaciones humorísticas solo es disfrutable por quienes la vemos por TV o streaming. Para los usuarios y vecinos de estos lugares, resultan una fuente constante de inconvenientes, peligros y una muestra palpable de ausencia de derechos básicos. Cabe recordar que el ramal Haedo-Temperley tiene la enorme particularidad de ser el único de los ramales ferroviarios de pasajeros que no tiene el clásico recorrido radial centro-periferia, sino que por el contrario se extiende paralelo al Camino de Cintura uniendo el oeste y el sur del Gran Buenos Aires. En su recorrido periférico por los Partidos de La Matanza y Lomas de Zamora atraviesa las zonas socialmente vulnerables del Cuartel IX de este último, junto con las villas porteñas son las barriadas mas sujetas a estudios sobre vulnerabilidad social del área metropolitana.

El objeto de esta columna no es realizar una semblanza descriptiva cargada de pintoresquismo sobre las implicancias de la convivencia y usos de la infraestructura ferroviaria con los barrios precarios, donde las formaciones deben bajar la velocidad para no mover los cimientos de las casillas y las vías son usadas como calles por los vecinos. El objeto es advertir que el Estado desde hace mucho tiempo tiene las prioridades cambiadas en cuanto a cómo definir los criterios de inversión en transporte público masivo. Podemos advertir que históricamente las mayores inversiones en equipamiento ferroviario de pasajeros se realizaron sobre los ramales en territorios urbanísticamente consolidados, postergando las inversiones en las líneas . Esto ocurre por usar argumentos economicistas del estilo “no alcanzan un número significativo de usuarios”, sin advertir que los trenes no solo deben cubrir demanda sino que también ser “vectores de desarrollo” ya que la cantidad de pasajeros se incrementa en forma proporcional a la mejora de los servicios. De hecho, esto se puede ver ahora en la renovada línea Belgrano Sur.

Están muy bien las mejoras que se vienen realizando en los distintos ramales del área metropolitana, por cuanto además de mejorar los tiempos y calidad de viaje ayudan a que muchos automovilistas muten al transporte público. Pero la diferencia entre invertir en ramales consolidados y atreverse a reconvertir los transversales olvidados es que a los usuarios de los segundos, además de mejorar su calidad de vida por poder contar con un transporte público confiable y de calidad, les resulta en la práctica un portal de acceso a otros derechos -trabajos, estudios- que ayudan a salir de la marginalidad y el atraso a millares de familias.