Por estos días, hay unas Caras extrañas entre los "pabellones" del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. Porque entre las celdas‑que en el subsuelo se recrean‑ conviven retratos de algunos nombres reconocidos ‑América Scarfó, Joaquín Penina, Bairoletto‑ junto a otros como "El boca torcida" y Chuchumeco. La mayoría proviene de prontuarios que Héctor Pereyra ha guardado celosamente a lo largo de los años, ahora resurgidos entre colores y trazos que les releen.

"Yo vengo de una familia de dibujantes, ferroviarios y letristas de carteles", le dice Pereyra a Rosario/12. "Mi padre (Elmo Pereyra) trabajaba en la policía, en la Unidad Regional X, en dactiloscopía. Fue el creador de la sección 'Rastros', para la que hizo una oficina aparte. Pasado el tiempo, en una oportunidad voy a un patio grande de la jefatura y estaban quemando archivos, eran cajas con prontuarios y estaban haciendo una especie de limpieza. Yo veo unas fotografías chiquititas, en unos cartones, con sus datos de filiación. Pedí permiso y me los guardé. Lo atesoré durante mucho tiempo. Esto pasó en el '76 o '77".

La cajita quedó guardada y el tiempo la desempolvó. La serie "Rastros", dice Beatriz Vignoli en el catálogo de la muestra, "combina diversas técnicas gráficas que su autor domina con oficio: dibujar a lápiz color y grafito, impresión offset artesanal, serigrafía y monocopia (...) Pero además se producen choques, ruidos, contaminación, interferencias". Entre la disciplina fotográfica policial y la alteración plástica de Pereya ‑de acuerdo con el análisis de Vignoli‑ se abre un mundo de raigambre mítica."Yo soy grabador, y un compañero me había aconsejado ir a un taller a dibujar. Fue así que comencé con Julián Usandizaga. Estos trabajos fueron de alguna forma supervisados desde su taller,con muchas horas de trabajo en cada uno", agrega Pereyra.

 

Entre los retratados de la muestra aparece Joaquín Penina, el anarquista fusilado en las barrancas del Saladillo.

 

De entre las fotitos que el "frondoso prontuario" ofrecía, el artista recuerda encontrar ‑con sorpresa‑ la de Chuchumeco, un jornalero oriundo de su Cañada de Gómez natal. "Chuchumeco cargaba las bolsas en el ferrocarril, con esa plata se tomaba sus vinitos. Había sido boxeador, era de gran contextura. Y cuando estaba alcoholizado empezaba a gritar y hacer escándalo en la plaza de la ciudad. Cuatro o cinco milicos intentaban calmarlo, pero era difícil, empezaba a repartir trompadas y las gorras quedaban desparramadas. Había un policía que había sido también boxeador, le decían 'La pantera'. De este hombre, que había sido jefe de investigaciones, mi padre me contaba que en la época en que venían los circos, él se animaba a luchar con los osos. Este hombre sabía que a este changarín se le salía un hombro, así que le hacía una toma que le producía un gran dolor. Era la única manera de pararlo".

Entre los retratados aparece Joaquín Penina, el anarquista fusilado en las barrancas del Saladillo por el gobierno de Uriburu. Pereyra le agrega, llamativamente, un prendedor del Partido Comunista. "Julián (Usandizaga) me decía que cuando en un dibujo uno descubría un detalle, había que exagerarlo. Penina tenía un lunar cerca del ojo, que yo exageré desde el grafito. Ese lunar me recordó a mi querido tío Agustín, que era maquinista y comunista. Mis abuelos y mi padre eran radicales, y este tío era un poco la oveja negra, se sentaba a la mesa y me hablaba de política. Fue alguien que me abrió la cabeza a muchas cosas. Ese prendedor del PC que le pongo a Penina es en homenaje a mi tío. Uno hace un juego de todo esto, se permite licencias".

El tío más famoso de Héctor Pereyra es Pablo Pereyra, el extraordinario ilustrador de Editorial Acme, en las colecciones Rastros y Robin Hood, director de arte en la Editorial Frontera de Héctor Oesterheld, e integrante de los "doce famosos artistas", "con gente de la talla de Hugo Pratt, Alberto Breccia, Narciso Bayón.Era un morocho canoso de contextura fuerte, rasgos duros, apasionado por el rugby. Mi padre me decía que se parecía al actor Jeff Chandler. Cuando venía a Cañada a visitar a la mamá ‑mi abuela‑ era un acontecimiento, traía los libros, las novedades y los almanaques de la empresa Esso". En las tapas de la colección Robin Hood desfilaban los rostros familiares: "Heidi es mi prima Carlotita, y en la tapa de Mi querido enemigo (Jean Webster) está toda la familia: mi tía Carlota, su hijo Jorge y los vecinos. ¡Y Bomba era mi primo Osvaldito! El tío Pablo era un hombre de mucha personalidad, que supo captar mi admiración, siempre lo seguí y acompañé, le organicé muestras en Cañada de Gómez y casualmente en el mismo centro cultural donde tengo ahora mi muestra".