En el comienzo estuvo el azar, como tantas veces. Andrés Gerszenzon, compositor, director de notables versiones de ópera barroca y capaz de preguntarse cada vez acerca del sentido del arte –y de su arte, desde luego– hacía tiempo en una librería, cuenta, y se puso a hojear una edición de obras de teatro de Rafael Spregelburd. “Creo que en ese mismo momento decidía que haría una obra con Remanente de invierno”, dice. Y esquiva la palabra “ópera” para hablar de la composición que se estrena hoy en Teatro Hasta Trilce (Maza 177). “Prefiero pensar en una ‘puesta en música’”, afirma.

Con dirección escénica y coreografía de Damián Malvacio, diseño de imágenes y videos de Catalina Boccardo y de Gerszenzon –que también colabora en el diseño de escenografía y luces con Malvacio y Rodrigo González Alvarado– y vestuario, maquillaje y peluquería de Brenda Lobo, esta “puesta en música” tendrá funciones, además de la de hoy a las 21, los próximos martes 12, 19 y 26, siempre en el mismo horario. “Me preocupa que se entienda lo que se dice y lo que se canta”, dice el compositor. “Hay algo que durante mucho tiempo se perdió de vista en la música actual –es decir que yo también lo perdí de vista– y que tiene que ver con la comunicación, con quiénes son los destinatarios de lo que hacemos y si lo hacemos para algo.” La idea, que suena sumamente lógica, hubiera sido considerada, hasta no hace mucho, una herejía en el mundo de la llamada música contemporánea. “Hay ahora una mayor libertad, tal vez. En general se es menos esquemático. Pero más allá de los lenguajes de época están las crisis y las búsquedas personales. Yo, frente a lo que sentía como un vacío, dejé de componer durante mucho tiempo”.

Para Gerszenzon se trata de una obra absolutamente argentina. La protagonista, Silvita (personificada por Rocío Gutiérrez) vive en su mundo de fantasía, mientras la televisión y el consumo invaden a su familia. Los electrodomésticos cobran vida. “El lenguaje no comunica; una familia de los ‘90”, resume el compositor. El elenco se completa con Ana Moraitis como Zulda, Osvaldo Malizia en el papel de Meyer, Mattea Musso como Menina, Lucas Werenkraut como electricista y Federico Buscarons como plomero, más Piuqué González Abraham y Raúl Moreschi como locutores, Lorena Torales en piano y teclado, Catriel Rivadero en guitarras y bajo eléctricos e Ignacio Svachka en vibráfono y percusión. “Con muchos de ellos venimos trabajando en diversos proyectos y hubo un verdadero trabajo en equipo. Incluso debía aceptar que en una obra como la que quería las cosas no podían terminar en la partitura. Mucho de lo que suena se fue elaborando, modificando y enriqueciendo en los ensayos”, cuenta Gerszenzon. 

La obra, que se presenta gracias a una Beca Bicentenario Creación Artística del Fondo Nacional de las Artes, recurre a elementos de la comedia musical, del video-clip o de la ópera contemporánea, relee la pieza teatral estrenada por el propio Spregelburd en el CC General San Martín, en 1995. “La presente versión mantiene esencialmente la estructura dramática original, adaptando el texto a las formas musicales puestas en juego, apelando a un amplio abanico de géneros desde canciones coreografiadas hasta técnicas propias de la música actual. Así, los vínculos familiares, la arbitrariedad de las convenciones, la incomunicación, la invasión del hogar por los medios masivos, el amontonamiento de electrodomésticos en desuso, de muñecas Barbies y la perversidad del sistema educativo son desplegados con la doble puesta en discurso verbal-musical”.