Una caprichosa coincidencia de fechas casi superpuestas reúne a dos elecciones cruciales: las nacionales del 19 de este mes y las de Boca el 2 de diciembre. Aunque no hay equivalencia posible, ponen en juego el destino del país y el de un club muy importante. Cada uno tironeados por dos fuerzas antagónicas. La declamada Argentina de la producción y el trabajo que todavía está verde y la Argentina de la motosierra, el capitalismo gritón y que reivindica a la dictadura.
Una disputa axiológica donde los valores puestos en juego, si se trata de nuestras instituciones deportivas, pivotean sobre dos significantes clásicos: las sociedades civiles sin fines de lucro y las sociedades anónimas. En Boca, Juan Román Riquelme representa la defensa del club en manos de sus socios y Mauricio Macri el regreso de la entrega a sus amigos y el mercado. Con el agregado de que lo acompaña en su propuesta Javier Milei, un hincha arrepentido desde 2013 de su condición boquense y que simpatizó con River en la final de Madrid. Ese matrimonio político por conveniencia puede tomar todo, como en el juego de la perinola, o irse al descenso por unas cuantas temporadas. Es lo que está por verse. Hoy, por lo pronto, el club se pronunció en contra de las SAD a través un comunicado, que se replicó de forma similar en otras instituciones.
Por su propio peso, el ídolo y actual vice de Boca y el expresidente podrían encabezar las dos fórmulas que se presentarán en el club. Pero es posible que sean los segundos del binomio. Riquelme junto al actual secretario general, Ricardo Rosica, y Macri como el nombre fuerte que acompañe a Andrés Ibarra, su exfuncionario en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Hay plazo hasta el martes para presentar las listas y todavía no se cerró nada.
Solo se tiene certeza de una alianza opositora que contiene a hijos y entenados de los gobiernos anteriores de Macri, Pedro Pompilio y Daniel Angelici. Todos o casi todos tratarán de sacarse de encima a Román. Pero su aspiración es muy complicada de cumplir. Ni siquiera la derrota en la final de la Copa Libertadores con Fluminense les despejó el panorama. Porque la gestión actual de Jorge Ameal es superavitaria y Riquelme, ya se sabe, es venerado por el futbolista que fue.
Boca tiene 28 millones de dólares a favor en su cuenta. El vice actual invitó el viernes a los 98 mil socios en condiciones de votar, a que lo hagan haciéndose una pregunta: “¿Queremos seguir siendo un club o ser utilizados para hacer política?”. Le faltó agregar “y también negocios”. La idea que están macerando Macri y Milei es armar una arquitectura jurídica que permita la llegada a los clubes de sociedades anónimas. O sea, entregar entidades sociales con patrimonios centenarios y un capital simbólico imposible de monetizar a la voracidad del mercado.
El libertario ya lo dijo en un programa radial con Alejandro Fantino: “A mí me gusta el modelo inglés”. Y tratará de abrirles las puertas a capitales en condiciones ventajosas si llega a la Casa Rosada. La encargada de preparar un proyecto sobre Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) es la diputada nacional electa por La Libertad Avanza Juliana Santillán. Marplatense, hija de un marino de guerra, ex cambiemita y ex panelista del programa Intratables, se asesoró con el empresario Guillermo Tofoni –hoy involucrado en un juicio multimillonario contra la AFA por derechos de los partidos de la selección nacional– para avanzar con la idea.
“Juliana me preguntó a mí y yo le di mi opinión sobre algo que tiene bastante avanzado. Buscó los reglamentos y leyes que sacaron los alemanes, italianos y españoles, pero sobre todo acá en Sudamérica: en Chile, Brasil y Uruguay. Su idea es armar un comité privatizador del fútbol en donde varios expertos vamos a trabajar en la mejor idea, adecuándola a la idiosincrasia nuestra. Bajo ningún punto de vista puede ser una franquicia, como en Estados Unidos, donde a un club le podés cambiar el nombre y ponerle uno que se te da la gana. Tiene que haber garantías para que el grupo económico que entre a un club no pague con cheques rechazados o irse a la quiebra. Para que cumpla una serie de factores y esto sea serio. En lo personal, para mí lo que mejor funcionaría sería un mix con lo privado, con argentinos o extranjeros”, le dijo Tofoni a Página/12.
El empresario además señaló cuál es el rol de Macri en esta estrategia a favor de las SAD: “En realidad, seguramente acompañará, pero en esta etapa no tiene absolutamente nada que ver. Es más una iniciativa que le sugirió la diputada a Milei, que algo del propio Milei”.
El expresidente de Boca necesita volver a ser dirigente para salirse con la suya. No pudo imponer la discusión de las SAD cuando Julio Grondona conducía la AFA en 1999. Perdió la votación 39 a 1. Tampoco cuando ocupaba la Casa Rosada entre 2015 y 2019. Ahora está concentrado en el armado del frente opositor para derrotar al oficialismo en el club. En una lista provisoria a la que accedió este diario, aparece como candidato a vice de Ibarra. Con una sorpresa aún no confirmada oficialmente: la presencia de Mario Pergolini, ex vice de Ameal.
A Macri lo acompaña un mix de ex directivos que ya pasaron por su gestión: Carlos Aguas y Marcelo London, entre otros. Un viejo puntero del radicalismo de la Boca, José Palmiotti. El diputado libertario electo en CABA y militante del MID, Edgardo Alifraco. El ex responsable de la Agencia Gubernamental de Control, Raúl Ríos, al que el propio Macri despidió del gobierno porteño en 2010 por no atender el derrumbe de un gimnasio en Villa Urquiza que causó tres muertos. Esa noche prefirió ir a una reunión de comisión directiva para votar en contra de que se le extendiera el contrato a Riquelme.
En el frente opositor también aparecen un par de excandidatos a presidente, José Beraldi y Jorge Reale, y la jefatura de campaña quedó a cargo de Daniel Angelici. Una Armada Brancaleone unida por el espanto a la posible continuidad del máximo ídolo de la historia xeneize.
El macrismo con Macri corre el riesgo de perder la elección en el club por segunda vez consecutiva como en 2019. También podría pasarle lo mismo a nivel país, igual que hace cuatro años. Esa es su peor pesadilla. Volver a ser derrotado por Riquelme y que su proyecto de sociedades anónimas para el fútbol fracase una vez más.